El frío se sentía en el aire, las altas montañas cubiertas de una espesa y blanca nieve rodeaban la ciudad por todos los flancos posibles. Una ligera nevada comenzaba a descender en aquellas nubes espesas y grises que cubrían todo el cielo, pues así era el panorama que se vivía todos los días en aquella ciudad en el norte, frío todos los días sea verano o invierno lo que dificultaba el cultivo, pero aquello no era lo que mantenía pobre a la ciudad. En años posteriores la ciudad de Lyz era una zona próspera de grandes murallas de piedra con habitantes fuertes y orgullosos, pero todo aquello fue menguando cuando distintas tribus bárbaras provenientes de más allá de las fronteras del Freljord comenzaron a invadir y saquear.
Aquello fue destruyendo y desestructurando toda la vida que se mantenía ahí. Cosa que no pasó desapercibida por el gran reino blanco, pues la ciudad de Lyz no era sino una ciudad más que formaba parte del reino de Demacia y al momento de sufrir el último ataque de aquellos bárbaros, el señor de la ciudad pidió auxilio a la corona la cual envió a tropas de la vanguardia valerosa, la élite del ejército para defender a los ciudadanos.
Tras una intensa batalla que duró tres días y dos noches la vanguardia logró recuperar la ciudad y expulsar de una vez por todas a los bárbaros, y por primera vez tras varios años de sufrimientos y batallas que terminaron en tragedias, el pueblo demaciano se levantaba en júbilo. Al día siguiente de la batalla que liberó a la ciudad, varios soldados llegaron a la misma después de perseguir a los bárbaros para asegurarse que no volviera a colocar un pie en el territorio del reino.
Fueron recibidos con alabanzas y cánticos por parte de los ciudadanos quienes se encontraban en festejo por la victoria. Todos recibieron un presente de algún habitante de la ciudad, pero hubo una persona que se ganó todos los aplausos y las alabanzas por encima de los demás soldados.
En la cima de la torre más alta, vistiendo una dorada con grandes detalles, con toques celestes y reluciente a la luz del sol, estaba el príncipe Dreiner, un joven de piel blanca, rostro afeitado y esbelto, ojos de un verde claro como la esmeralda, con una cabello negro azabache con mechones azules y un cuerpo fuerte y musculoso, el sueño de cualquier doncella. Sostenía en su mano izquierda un estandarte Demaciano mientras que en la mano derecha sostenía su espada que la alzaba al cielo. En su rostro se marcaba una sonrisa orgullosa, mientras que sus ojos se posaban en cada uno de los ciudadanos y los soldados que aclamaban por su presencia, pues él fue el primero en atacar a los invasores y quien consiguió derrotar al caudillo de aquella tribu y, en su mente merecía cualquier alabanza que le daban.
- ¡Habitantes de la gran ciudad de Lyz ! - comenzó a gritar Dreiner - ¡Recordarán este día como el día en el que el gran ejército de la vanguardia se alzó y derrotó a los bárbaros norteños, y reclamaron la victoria! - el príncipe observó todo el paraje, los edificios destrozados, la piedra de las calles rotas y sucias - ¡Esta ciudad, fue antaño un símbolo de prosperidad, valor y gloria. Y lo volverá hacer! - todos los presentes, en su mayoría los ciudadanos, vitorearon por aquellas palabras - ¡Que los bárbaros del norte lo sepan... No volverán a poseer jamás las tierras de mi pueblo, pues esta ciudad ha sido reclamada ¡Por DEMACIA!
¡DEMACIA! gritaban todos los soldados y los habitantes de la ciudad, mientras alzaban las banderas y los estandartes que portaban el símbolo del reino aclamando por la victoria y por la figura del joven príncipe. Dreiner comenzó a bajar hacia la multitud para recibir todas las alabanzas de la población. Al momento de estar en medio de toda la gente que se encontraba en la plaza todo comenzaron a rodear al príncipe y este comenzó a agradecer a todos los habitantes, con gran júbilo y una sonrisa orgullosa de oreja a oreja.
Se reunió con los soldados de la vanguardia quienes lo recibieron alegres por sus palabras, hasta que en medio de toda la multitud de guerreros demacianos Dreiner logró observar a un adolescente que se encontraba apoyado a una muralla alejado un poco de los soldados y las celebraciones con una mirada que reflejaba desinterés en lo que ocurría a su alrededor, leyendo un libro de olvidada ciencia demaciana. El adolescente era un poco más joven que el príncipe, vestía una ropa simple con cuero y telas de alta calidad, con un cabello un poco más corto y más claro que él (aunque con las mismas tonalidades),con un cuerpo más delgado pero en forma, con ojos oscuros y piel más pálida que el príncipe.
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Legados (Secuela Fuego y Agua)
FanficHan pasado veintiún años desde los eventos de fuego y agua, las cosas en el continente de valoran han cambiado en el trascurso de esos años. Pero algo se ha mantenido, la rivalidad entre el reino de Demacia y el imperio Noxiano ha tomado un rumbo en...