Prologo

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 Llámenme falso, línchenme, escupan sobre mi, desprécienme. Digan que mi nombre es un símbolo de deshonra y que apesta a más no poder, digan que soy el más odiado y soy alguien indigno para la corte y para el trono, aquello, ya me da igual.

  Mi padre se muestra como el gran rey del noble reino de Demacia, el grande, el sabio, el gran Rey Jarvan IV hijo de Jarvan III, hijo de Jarvan II y así. Los grandes reyes, que persiguen a las personas que son diferentes a las demás, personas que según ellos nacen malditas y deben ser purgadas cuanto antes. Desde el primer gobernante los disturbios en las calles y los allanamientos en las casas han estado presente en el día a día en todo el reino y al momento en el cual mi abuelo llegó al poder, alguien decidió que ya las persecuciones eran suficientes y se alzó en contra de la corona. Lo que sucedió después es de sobra conocido.

 Provengo de una dinastía repleta de asesinos y tiranos a los ojos de aquellos desdichados, y por si no fuera poco mi padre tuvo la oportunidad de acabar con todas las masacres y las guerras internas pero, sin embargo decidió echar todo aquello por la borda y lo único que hizo fue observar con desprecio aquella vía y arrojo lo que podía salvar la vida de millones de inocentes al fuego como si fuera basura.

 Yo no he matado a ninguno de mi pueblo y no he delatado a ningún "maldito" que he visto. Sin embargo a quien le reprochan todo lo que hace. ¡A mi!. Si me hubiera comportado igual de sanguinario que los anteriores gobernantes todos temblarán al verme y las conspiraciones en mi contra estarían presentes cada día. Pero he respetado a mi pueblo y por eso todo el mundo se permite meterse conmigo. El que mata a su propia gente es aún demasiado bueno para que lo llamen. Dreiner. 

 Pero ya estoy acostumbrado, si, ya estoy acostumbrado. Soy el engreído de la familia, la oveja negra, el príncipe orgulloso, como me llaman a mis espaldas despectivamente, pero alguien tenía que serlo y para ser sinceros he de decir que aquello me apasiona. La verdad es que la mayoría de las veces ni siquiera escuchó lo que me dicen cuando me alaban, pero algo en mi interior se enciende al momento de escuchar los vítores a mi nombre. A muchos les gusta regodearse mientras cuentan o escuchan anécdotas de grandes hazañas y lo que se logra con la habilidad, pero a mi me gusta demostrar las cosas con acciones y no con palabras vacías que no hacen nada en mostrar cómo se hacen las cosas de verdad.

 También es justo decir que aquella fue la voluntad de Jarvan IV, mi padre, quien siempre me vio de malos ojos, lo que hacía que de alguna manera intentara sacara lo mejor de mi para impresionarlo (muy estúpido de mi parte). Pero la gota que rebalsó el vaso fue el destierro de mi maestro Garen, la única persona que me decía las cosas a la cara y que de alguna manera me colocaba los pies en la tierra. De ese modo se aseguró un desprecio infinito de mi parte.

 Mi padre el gran rey Jarvan IV, quien demostró estar más al día en la sala de partos, y estar más preparado al momento de la llegada de mi hermano dándole todo lo que él necesitaba, y dejándome como siempre en un segundo plano.

 Así es, estoy solo, no tengo amigos, nadie me respeta, todo el ejército me odia. Como mucho me envidian por mi éxito en el amor, en fin, la envidia linda con el respeto. Las doncellas me desean, las sirvientas me desean. Soy apuesto y malvado, atributos que despiertan el deseo. Incluso la bella Valeria, no deja de pensar en mí y solo en mí, si las reglas de la nobleza no se interpusieran entre nosotros seríamos inseparables, mi bella dama y yo. Valeria me prefiere más que al trabajador Dorian y al músico Robert, por citar solo un par de ejemplos.

 Pero lo que nos lleva en esta ocasión son otras situaciones, dentro de la corte se discute por las líneas sucesorias, lo lógico sería que yo tomara el lugar que sigue en el trono, pero la cosa al parecer no seguirá como se debe. Los rumores indican que mi hermano menor, aquel que llaman el justo, el sabio, el gran príncipe Anatar, recibirá el honor de tomar el papel sucesorio para después ser nombrado como Jarvan V. Los alegatos de mi madre, la reina Sona Buvelle, la única que tiene un real aprecio a mi persona y la única persona a quien yo realmente aprecio en la corte, dictan radicalmente que se siga la línea como tradicionalmente se hace, pero al parecer la corte y para mi nula sorpresa, mi propio padre no la toman en cuenta.

Nuevamente mis derechos están siendo ultrajados, las defensa que tengo por parte de mi madre no están funcionando, lo que hago para ganarme ese puesto día a día no es suficiente, necesito reclamar lo que es mío por derecho, no pase por infiernos en los campos de entrenamiento y en batallas contra bárbaros norteños, para que alguien que solo a estado en bibliotecas y entrenando con esos espadachines de exhibiciones tome lo que me pertenece. Yo soy el heredero principal al trono. Yo soy el hijo  del rey ¿Verdad?


Legados (Secuela Fuego y Agua)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora