19.

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Se mantuvo bebiendo cerveza tras cerveza mientras golpeaba las bolas con el taco del billar. El alcohol apenas empezaba a nublar su cerebro cuando recibió un mensaje de Mahito, avisando que su pedido estaba listo.

Con pasos lentos se dirigió hasta el motel al lado del bar y se cercioró de entrar en la habitación correcta. Adentro lo esperaba una bonita mujer de grandes pechos, justo como a él le gustaban.

Al parecer, Mahito había acatado cada una de sus exigencias pues la chica tenía el cabello largo y negro amarrado en dos coletas de colegiala. El cabello de esta era tan negro que a leguas podía notar que era teñido.

Se aproximó a ella con lentitud. Recorriendo su cuerpo con la mirada y buscando en ella algo que definitivamente no encontraría.

Su cintura era diminutiva y sus caderas anchas. En el pasado le habrían encantado esos atributos pues amaba marcar sus manos en las pequeñas cinturas pero; había algo en el ambiente que no se sentía del todo bien.

La chica vestía lencería de encaje negra muy sexi. Estaba sentada de rodillas a la orilla de la cama, pareciendo inocente y expectante a todos los movimientos de Sukuna.

Cuando esté estuvo lo suficientemente cerca pudo darse cuenta de las lentillas azules y baratas que llevaba la chica, se notaban tanto que lo disgustó.

—¿Cómo te llamas?.— le preguntó al fin, mientras la tomaba de la quijada con una mano.

La chica movió sus grandes pestañas postizas con inocencia mientras lo veía con ese falso azul.

—Takada.— su voz era irremediablemente dulce y aguda, tanto que le dolieron los oídos.

Ni qué decir del ambiente...

Estaba cargado con un aroma empalagoso que casi lo hace vomitar. Tan dulce que por poco sale corriendo.
Pero debía ser fuerte. Si no podía cogerse a la chica frente a él, realmente estaría arruinado.

Y si eso era así, entonces Sukuna no sabría cómo lidiar con tales emociones.

Finalmente llevó una de sus manos hasta el seno derecho de la chica y lo apretó. Sus dedos se hundieron en la bola de grasa que, lejos de provocarlo solo logró desagradarlo.

—Mmghh.— la chica emitió un sonido obseno que seguramente era fingido.

Paseó la lengua sobre sus pequeños labios de color cereza y Sukuna creyó que el color era exagerado. Ahora él prefería los tonos rosas sobre estos.

¡Pero que diablos le sucedía!

A estás alturas, él ya tendría que tener a esa chica en cuatro mientras le azotaba el trasero.

—Sukuna-Sama...— entonces ella llamó su atención con tan ridículo honorífico utilizado en el sexo que le causó repulsión.

Aún así, un fugaz pensamiento rondó su mente durante una milésima de segundo;

¿Cómo se sentiría si fuera Fushiguro Megumi el que hubiera utilizado el "Sama" para dirigirse hacía él?

Sukuna no lo sabe. Lo único de lo que es consciente es del tirón que dió su entrepierna de tan solo pensarlo.

Y al parecer la chica frente a él también pudo darse cuenta de esto pues sin siquiera pedírselo se arrodilló frente a él para luego bajarle la cremallera.

«Sí...

Eso... Una buena mamada me ayudará a sacarme las idioteces de la cabeza.» pensó

—Bueno,— entonces por fin habló dirigiéndose a la chica y enredando una buena porción de su cabello entre su mano —terminemos con esto de una vez...

Compañeros •|SukuFushi|•[OMEGAVERSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora