DOS

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Las cenas familiares eran uno de esos momentos.

Normalmente lo disfrutaba porque Aemond tenía que estar ahí o su madre le reclamaba, le decía que se ponía triste y que lo extrañaba tanto como para lograr que se sintiera mal y no se saltara esos acontecimientos.

Porque una cena común y corriente para otras familias en la suya era un acontecimiento. Siempre pasaba algo de interés. Como cuando su tío Aegon dijo que dejaría la universidad y se dedicaría a la música  o cuando dos años después de eso su hermano mayor Jacaerys dijo que se casaría con una desconocida llamada Sara. 

Ambas noticias causaron un revuelo enorme, ¿por qué tiras a la basura tu educación? le gritaron a Aegon y ¿quién diablos es Sara? a Jace. Pues Aegon tiene una banda y Jace jamás ha presentado a Sara. ¿Existe? Nadie lo sabe.

Pero esta vez se perdería la cena porque no le interesaba, era sólo mirar a Aemond disimulado por su deseo de comer lo que fuera que estuviera frente al mayor. 

Esta vez no tenía ganas de estar sólo mirando a un imposible.


-Que entres, dice tu madre.

Lucerys está afuera de su casa, esta noche toca ahí la cena, pero está esperando por uno de sus amigos quien lo ha invitado a una fiesta. No puede ir caminando, está lejos y como él no maneja aun tiene que esperar por el otro chico.

Así que está ahí, esperando y nada más cuando su tío abre la puerta y le dice aquello. Lucerys frunció el ceño porque no tenía sentido, su madre sabía perfectamente que iría a aquella fiesta, tenía su permiso y por lo tanto no le diría que entrara a la cena.

-No voy a cenar aquí.

Le responde sin dejar de mirar su celular, su amigo está a punto de llegar, le compartio su ubicación como si fuera un Uber para que estuviera al pendiente de su trayecto y se entretuviera mientras esperaba. 

-No seas ridículo, sabes que nos piden estar presentes en la cena.

-Eso es por ti que no te ven casi nunca - le aclara y de nuevo sigue mirando el celular la posición de su amigo, está a punto de dar vuelta en su calle por lo que en dos minutos estaría frente a la casa. - Pero a mi me ven diario, ¿por qué me obligarían a cenar con ellos? 

-Entra Lucerys.

Ahora sí lo mira porque la voz de Aemond ha cambiado, parece molesto o incomodo, no lo sabe en realidad. Su tío es guapo, tiene esa aura de chico malo que le llamaba la atención y parece de más edad que la que tiene en realidad. Le gusta, eso jamás cambiará, pero de verdad no quiere estar sólo ahí como un cachorrito emocionado por verlo.

-Tengo cosas que hacer, mi mamá me dio permiso así que no entiendo por qué dices que ella me pide entrar. Sabe que no voy a cenar aquí...

El claxón de una camioneta lo interrumpe, es un Jeep amarillo, ostentoso aunque no sea nada nuevo, pero obviamente atrae las miradas. 

-¡¡Lucerys!! ¡¡Vámonos!!

Su amigo, Dalton Greyjoy, no es alguien que sepa esperar, Lucerys sabe que de no ir de forma inmediata se bajará del Jeep y lo obligará a apurarse. Lo cual siempre lo molesta, que sea así de desesperado, que le quite las cosas de las manos cuando lo ve ocupado o lo tome del mentón para girar su rostro cuando no lo está mirando mientras hablan.

Pero ahora, suena como a un escenario perfecto porque Aemond arruga la nariz al ver y escuchar a Dalton.

-¿Te vas a ir con ese?

-Obviamente, no creo que cualquiera venga a gritar mi nombre y a tocar el claxón, ¿verdad? - le dice disfrutando de la expresión molesta que Aemond no puede ocultar. - Bueno, disfruta la cena.

Lucerys está a punto de caminar hacia Dalton cuando Aemond lo sujeta del brazo para detenerlo.

-No te vas a ir con ese.

-Mamá sabe con quién voy y a dónde voy.

-¿Y tu padre? ¿Sabe que vas a salir con alguien así?

-¿Alguien así?

Lucerys tiene su atención en su tío, lo mira con molestia, pero lo más importante es el apretón que le da en el brazo, se intensifica bastante mientras hablan.

-¡¡Lucerys!!  - Dalton hace gala de su poca paciencia, apaga el Jeep, se baja y va corriendo hasta donde está su amigo. -Se nos hace tarde.

Aemond lo suelta, parece que no quiere que alguien más vea ese contacto, Lucerys mira a su amigo y cuando está a punto de decirle que sí, que se puede ir, Dalton se agacha para tomarlo por la cintura y echarlo sobre su hombro.

-¿Qué demonios?

-Se nos hace tarde, dije.

Dalton lo lleva de esa manera hasta el Jeep, lo baja para luego convertirse en un caballero y abrirle la puerta. 

-Eres un tarado - le dice Lucerys entre risas.

-Te das mucho a desear, no voy a estar gritándote como loco. Prefiero hacerte gritar como loco.

Lucerys se ríe de nuevo, Dalton rodea el Jeep y se sube en el asiento del piloto para luego encender el motor. Lucerys mira a la puerta de la casa, Aemond sigue ahí con esa expresión medio asesina que no le conocia. El chico duda, no es posible que haya escuchado aquello, ¿verdad? Es en realidad una broma, no está teniendo relaciones con Dalton, de hecho con nadie, pero si escuchó, ¿eso le molestaría? 

Ay, claro que no, piensa Lucerys antes de volver su atención a Dalton quien ya le está contando sobre la fiesta, el lugar a dónde irán y que de hecho, pasarán también por su otro amigo para ir todos juntos. 

Antes de alejarse por la calle, Lucerys vuelve a mirar a la puerta de su casa, Aemond sigue ahí. De verdad no entiende por qué tanto interés repentino si nunca jamás le había prestado ese tipo de atención.


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