QUINCE

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Aunque no lo aceptara Cregan y él estaban en una relación y le agradaba mucho que fuera así. No lo aceptaba en el sentido de que no decía en casa algo como "voy a salir con mi novio" o le decía a sus amigos sobre "lo que hice con mi novio"; siempre se expresaba como Cregan y no le parecía extraño el hablar de esa manera porque hasta entre ellos no habían tenido esa conversación donde dejaran claro lo que eran, lo que querían ser entre ellos.

No hubo un ¿quiéres ser mi novio?

No hubo un emocionado sí.

Para ser sincero Lucerys no consideraba que fuera necesario porque se comportaban como eso, como novios, mandandose mensajes melosos, hablando hasta tarde, dedicandose publicaciones en redes, subiendo sus fotos juntos cuando se veían los fines de semana y avanzando cada vez más en el contacto físico que tenían entre ellos.

Algo completamente diferente a lo sucedido con Aemond. Aquello escaló rapidisimo, de no aceptar su existencia a hacerse presente buscando que lo mirara y de ahí a besos y una cogida que aun recordaba para luego terminar en donde empezaron. Aemond lo seguía ignorando y si bien Lucerys pensaba en lo que habían vivido en el verano ya no le causaba emoción hacerlo.

No cuando tenía cosas importantes en su vida. Su familia, sus amigos, la escuela y sobretodo, Cregan. 

Este aparecía el sábado temprano, Lucerys aun tenía sueño cuando abría la puerta, pero nada más ver al mayor se le olvida todo, hasta las ganas de regresar al mundo de los sueños porque esta bonita realidad sí valía la pena vivirse.

Si pensaba en lo que había pasado y como ahora todo era diferente y no estaba en la relación soñada con su tío, le parecía una locura, una tontería. No había esperado nada de Cregan porque era el mejor amigo de Jace y alguna vez pensó que era más que amigos y no era el único que lo creía, sin embargo estaba ahí ahora, compartiendo foto de perfil en redes y siendo bastante obvios sobre lo que sentían.

De verdad lo sentía. Por Cregan quién le estaba haciendo olvidar a Aemond muy efectivamente.

Lucerys estaba en casa de Alicent acompañando a su madre, no era ya tan raro hacerlo porque Alicent había estado tomando clases de repostería y todos los días tenía algo nuevo. Pasteles y galletas eran sus favoritos y ella solía hacer todo de chocolate por lo que cuando su madre le decía si quería ir a probar un nuevo postre, decía que claro que por supuesto que si.

Se escucha el timbre, varias veces, casi desesperado y Alicent le pide que vaya a abrir porque ella y su madre estaban batiendo la masa para unas galletas de jengibre. Las fiestas navideñas están a la vuelta de la esquina aunque en la decoración de la casa de Alicent le está faltando un árbol.

Lo cual es extraño.

-Luke, la puerta.

Su madre le recuerda y él salta del banco alto donde estaba y deja su celular en la barra. El timbre suena de nuevo, desesperado como pensó hace un momento. Abre la puerta y se topa con un árbol de navidad enorme, apenas cabría en la sala de Alicent.

-Madre, dame permiso.

La voz de Aemond llega a sus oídos y sonríe al darse cuenta de que no se ha pecatado que no es su madre quien le habría la puerta.

-Te ayudo.

Toma el árbol lo más arriba que puede y camina para que entre al recibidor, luego a la sala.

-¡Almendra y Abeto llegaron!

Aquella broma era propia de Joff y Dae, pero a él se le acaba de ocurrir y se va riendo todo el camino a la sala donde hay un espacio listo entre los sillones, se nota que Alicent sabía que Aemond traería ese árbol.

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