NUEVE

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-¿Estás bien?

Cregan le pregunta, curioso por su silencio. Están sentados esperando por la película, los avances se proyectan en la pantalla por lo que el mayor le ha hablado muy cerca y si bien aun está en shock por saber lo que ha pasado con Jace, no puede negar que escuchar esa voz tan cerca de su oreja le provocó algo a lo que no estaba acostumbrado.

No era esa sensación que Aemond provoca, eso que ha aprendido a controlar aunque recientemente hayan roto esa barrera del rechazo. Esto era diferente. Era saber que no estaba prohibido, que era libre de poder tomar una decisión y a lo mucho su madre le diría algo por la edad de Cregan.

"Tiene veinte años, Lucerys, es un adulto. ¿En qué diablos estás pensando? ¿Acaso esto es un buen ejemplo para tu hermano?"

La voz imaginaria de su madre retumba en su cabeza y si bien sabe que tiene razón no cree que a Joffrey le impacte más eso que Jace y Aegon estén juntos y mintiendole a toda la familia.

-Sí, sólo no esperaba saber...eso de Jace.

-Entiendo - Cregan suspira y hasta ese sonido le provoca algo a Lucerys, se remueve en la silla, repentinamente incomodo - tal vez no debí responderte con sinceridad.

Lucerys se acerca a él, le habla igual tan cerca que deberían estar tocandose.

—Gracias por hacerlo - le dice aunque no puede explicarle por qué es tan importante. No es solo saber de su hermano, es entender que él no era el peor integrante de su familia por tener un enamoramiento con su tío. Jace tiene mucho más que eso. Y no, no piensa que sea el peor, solo tal vez el más valiente.

Tampoco era una obligación ser sincero con la familia, pero si ser sincero con uno mismo.

Cregan se moja los labios y Lucerys siente algo al verlo hacer eso. Se mueve incómodo en el asiento, quiere salir corriendo de ahí, es mucha intimidad y eso que están rodeados de extraños. Pero igual y pudieran estar solo, en su habitación, con la casa sola. ¿Qué haría si fuera la situación esa que está imaginando?

Se distrae el uno del otro porque la película inició. Lucha, porque es una lucha intensa consigo mismo para no estar mirando más el perfil todo precioso de Cregan en lugar de la película. Lucerys se muerde el interior de su labio inferior, fuerte, para tratar de olvidar lo que pasa por su mente.

Mira la pantalla y solo sigue mirando porque hay una situación tensa, la música lo tiene esperando algo fuerte y cuando el susto sucede, salta. Cregan se ríe, claro, qué pena, actúa como un niño chiquito que se asusta y debe taparse la cabeza con la sábana. Se había agarrado del brazo del mayor, le clavó las uñas.

—¿Todo bien?

—Ajá...

Se miran, tal vez es la adrenalina del estúpido susto, que quiere gritar o reír, pero cuando el rostro de Cregan, tan atractivo ahora con la barba y el bigote bien recortado, queda a centímetros de él, se adelanta y lo besa.

Es una tontería, porque Lucerys no ha besado a nadie y ni idea de qué debe hacer. Pero Cregan debe tener experiencia porque en cosa de nada lo está guiando al mundo del contacto cuerpo a cuerpo con otro hombre.

Dalton solamente alardea, jamás habían hecho nada así y Qyle primero moriría de la ansiedad antes de poder animarse a besar a otro. Pero para Cregan parece tan natural, sus labios son suaves, calentitos, sabrosos. Y cuando su lengua le insiste para abrir la boca, Lucerys jadea y se entrega sabiendo que sí lo desea aunque nunca antes había pensado en Cregan así.

—Calma.

El mayor rompe el beso al darse cuenta de lo agitado que está Lucerys, de que necesita volver a respirar. Cregan lo abraza, espera que nadie se gire o se dará cuenta de que no están mirando la pantalla.

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