-Te dije que tenías permiso para ir a esa fiesta, pero no te dije que podías llegar al otro día.
Su madre llevaba veinte minutos regañandolo, de hecho, lo estaba esperando sentada frente a la puerta y nada más verla, Dalton aceleró y lo dejó ahí, sólo para ser asesinado por ella. No podía defenderse, tal vez si su querido amigo bello lo hubiera acompañado, le hubiera dicho "señora es que me quedé sin gasolina" o "señora, es que andaba yo borracho y quién iba a traer a su retoñito."
Pero no, su amigo vio a su madre dragón esperando por él y prefirió salvar su vida.
Así que Lucerys terminó castigado sin poder salir y además tenía que encargarse de varias tareas domésticas que solía evadir. Como limpiar su cuarto de donde sacó platos y vasos que llevaban semanas perdidos. Su madre lo miró mal al entregar esto en la cocina.
Luego siguió lo de lavar su ropa, su madre le dijo separa por colores, pero a él le valió y se llevó todas sus playeras juntas. Se enojó cuando las playeras de colores claros terminaron manchas de azul. y las negras todas llenas de pelusitas. Su madre se rió de él por no hacerle caso. Al final lavó la ropa interior, ella le dio una bolsa para echar ahí sus calcetines para evitar que se atascara en la lavadora.
Para ese momento Lucerys estaba ya refunfuñando porque este era el tipo de cosas que jamás hacía y entre las frases que si madre usó para regañarlo estuvo la de "suficientemente grande para largarse toda la noche entonces puede lavarse los calzones."
-Tu madre dijo que usaras una bolsa de lavado para tus calcetines.
Lucerys saltó y se pegó en la cabeza porque estaba tratando de adivinar cuál era el jabón adecuado y tenía la cabeza metida en el gabinete. El golpe sordó que se dió sonó con claridad y se quejó en voz alta, maldiciendo por culpa del dolor.
-¿Qué?
-La bolsa de lavado.
Aemond le entregó la bolsa esa que dejó sobre su cama y donde se suponía debía meter los calcetines que ahora estaban todos dentro de la lavadora, esparcidos y corriendo el riesgo de que uno de ellos se atascara y la descompusiera.
-Mi madre exagera.
-Claro que no - le asegura su tío - y ese tipo de cosas las aprendes cuando comienzas a lavar tu ropa.
Lucerys levanta la ceja y cruza los brazos frente a su cuerpo. No le cree nada.
-¿Lavas tu ropa?
-Obviamente Lucerys, ¿acaso crees que mi madre va todas las semanas a hacer mi lavandería o me ves llegar con cinco maletas de ropa sucia para lavar cada tres meses?
Lucerys tiene que aceptar que no, que Alicent no visita a Aemond en la univesidad y este llega con una maletita toda chiquita porque suele quedarse sólo el fin de semana cada que puede venir fuera de periodo vacacional.
-Saca los calcetines y ponlos en la bolsa.
El más joven pone los ojos en blanco, pero termina haciendo lo que dice, metiendose de cabeza dentro de la lavadora para sacar cada calcetín. Al salir la última vez casi se vuelve a pegar con la misma lavadora porque calculó mal el espacio, la mano de Aemond se coloca para evitar esto. Como Lucerys estaba emberrinchado no tomó importancia del gesto y volvió a buscar el jabón adecuado.
-La botella blanca y se coloca en este deposito, lo vas a programar en carga pequeña para que no gastes demasiada agua y lo pones en secado rápido para que no tarde tres horas en lavar.
Aemond dijo todo aquello, dio media vuelta y se fue.
Lucerys entendió casi todo aun así se tardó otros veinte minutos en lograrlo. Regresó a su habitación, ahora juntó todos los calzones y tuvo que aceptar que los encontró en lugares inadecuados como debajo de su cama y uno entre las sábanas de su cama.
-Ay dioses - murmura para sí pensando en lo vergonzoso que sería que su madre sacara calzones de entre sus sábanas, ¿qué diablos le decía eso a ella? Y tal vez pensara lo que en realidad había pasado, que se había cambiado y ya, lo dejó ahí en lugar de echarlo al bote o se podría imaginar lo peor y él ni enterado de que lo miraba con censura.
Lo peor es que sí, la segunda opción era la correcta, por eso estaba todo lleno de manchas costrosas del líquido que se secó sobre la tela. Y es que había tenido un bonito sueño con cierta persona que a veces se colaba en su mente.
Echó todo en una cesta y bajó de nuevo al cuarto de lavado, sacó sus calcetines, los dejó sobre uno de los muebles y comenzó a echar dentro de la lavadora los calzones. Uno, dos, tres...
Lucerys se da cuenta de que no está el más vergonzoso, decide que es mejor ir por él, debe de seguir sobre su cama.
-No programaste el ciclo.
Aemond vuelve a aparecer, parece que está al pendiente de cuando baja con la ropa, pero eso es una tontería, seguramente es coincidencia.
-Olvidé ropa sobre mi cama.
-Pon el jabón, no, ahora es la botella azul - le da indicaciones y él decide aceptar porque obviamente ya se le olvidó todo lo que hizo previamente. - Ahora, si quieres agregar más ropa, le vas a poner pausa con ese botón y abres la pequeña puertita al frente, echas lo que quieras y vuelve a ponerle play.
Los botones que señala Aemond le quedan claros, parece que está controlando la televisión y no una lavadora, aquello se le hace gracioso.
-Vale, gracias Aem...
Regresa a toda velocidad a su habitación y no hay nada en la cama, por lo que busca por el piso, debajo de la cama por si su calzón manchado rodó extrañamente hasta ahí, pero nada. Luego buscó por todo el camino por si el calzón saltara de la cesta y se ocultara detrás de algo. Pero no había nada.
Estaba desaparecido.
Vio a Aemond subir con una bolsa de papas fritas y una lata de refresco, se dirigía a su habitación y sólo le dedicó una leve sonrisa.
-No, claro que no.
Lucerys se repetía aquello una y otra vez mientras siguió buscando hasta que la música alegre le anunció que su lavadora había terminado el ciclo. Fue a sacar su ropa y volvió a contar, además de que le faltaba una pieza, el único de color azul era aquel que estaba manchado sospechosamente. Y no había ninguno de color azul.
Ninguno.
No era su imaginación, lo había perdido y el único que estuvo alrededor de todo ese proceso de lavado era Aemond.
Lucerys se echa a reír de nervios y de incredulidad.
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Crush
FanfictionLucerys tiene un crush secreto. Nunca jamás le diría nada sobre lo que siente porque seguro se burlaría de él.