Dr. Michael Stone 2

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Arte por Spiderthingcoo en X

El tiempo corría a la velocidad de un caracol. Cada parpadeo era una tortura, como si estuvieras quitando segundos al reloj con cada breve pausa de tus ojos.

¿Cuanto tiempo llevabas aquí? Ciertamente demasiado para hastiarte de intentar escapar. No había una manera puntual de determinar en qué parte del día te encontrabas ya que no había ventanas, ni relojes, ni nada por el estilo que dictara la fuerza imparable que siempre sobrevivía a todo lo que estaba a su alcance.

Sólo paredes de un gris pálido y opaco, casi blancas en todas las direcciones donde se extendía la vista. Lo cual no era mucho.

Tu nuevo hábitat era minimalista, decorado con lo básico para saciar necesidades fisiológicas como dormir, ducharseu orinar. El techo estaba demasiado bajo para trepar o estirar los músculos adecuadamente, después de todo querías mantener la movilidad y no volverte completamente inútil.

Una jaula elegante, nada más y nada menos.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que Michael cerró la puerta de golpe? ¿Días? ¿Semanas?

No lo sabías. Y la falta de sentido del tiempo te estaba jodiendo irrevocablemente la cabeza de una manera que se parecía a cómo Michael te había arreglado las entrañas. No había sol para disfrutar, ni viento que soplara y te revolviera el cabello mientras te balanceabas entre los edificios, proporcionando la cantidad adecuada de adrenalina; ni estructuras sobre las cuales gatear o estirar. Sin estímulo externo . Nada .

Sólo unos pocos metros de espacio que te enjaulaban como una muestra viva para la experimentación y diversión retorcida de un maníaco. Te alimentaba y limpiaba cuando lo requerías. A veces la línea entre ser una mascota y un conejillo de indias se mezclaba demasiado.

Solo tenías una celda, marchitando tu espíritu. Incluso la comida proporcionada carecía de ese condimento hogareño que adorabas disfrutar en la cafetería del cuartel general después de una misión. La única grieta de color que aparecía en la bandeja y a tu alrededor era la amplia gama de vitaminas y minerales, en forma de pastillas redondas y cuadradas, alojadas dentro de una taza metálica.

Porque según él, si su descendencia iba a surgir dentro de ti, tu cuerpo tenía que ser nutrido adecuadamente. Irónicamente, la comida era insípida y sin sabor, pero no morías de hambre. Y te asustaba la facilidad con la que tu cuerpo se acostumbró a ello.

Piel más sana, brillante e incluso sedosa, un suave rubor natural vestía tus mejillas, el metabolismo en su punto máximo, perdiste un par de libras incluso, pero esa era la menor de tus preocupaciones.

Estaba decidido a perfeccionarte como su recipiente para su futuro fruto.

Michael era... Ni siquiera sabías por dónde empezar además de ser el doble obvio de Miguel. La única manera de distinguirlos era por sus ojos. Los de Michael eran marrones, como el tono de chocolate más delicioso que jamás habías visto.

A diferencia de Miguel, él simplemente tomaba lo que quería y necesitaba, todo en nombre de la ciencia. Era la encarnación de "el fin justifica los medios".

Seductor, invitándote a un mundo prohibido y caótico donde él era el soberano unánime y peligroso, como toda su aura. Su acto impasible fue sólo una fachada tímida para ocultar lo que había debajo. Locura, lujuria y algo tan malo que no querías intentar descifrar porque, en verdad, estabas aterrorizada de jugarle a la valiente y descubrirlo. Ya te había dado una pequeña muestra de su abismo, pero no era suficiente. Quería que te ahogaras en él y en todo lo que representaba su mera existencia.

MIGUELVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora