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¿Tus botas dejaron de funcionar ?
¿Se averió tu camión?
¿Tu ex se enteró?
Dónde hay voluntad, entonces hay una manera
Y estoy seguro de que la perdiste
-Austin (Dasha)

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Brazil, 2022

Sus pulmones parecían desmoronarse bajo el peso de las lágrimas que se acumulaban sin cesar. La sensación de desesperanza era abrumadora. No se trataba solo del reciente desacuerdo en la pista; la traición era mucho más profunda, como un cuchillo enterrado en lo más íntimo de su ser. Sergio sabía que Max era ególatra, que nunca se conformaría con un solo campeonato, que su hambre de grandeza lo llevaría a superar cualquier límite. Se había resignado a sus excusas disfrazadas de razones y a los maltratos, especialmente cuando el padre de Max intervenía, convirtiéndolo en el saco de boxeo de los Verstappen. Aceptó esa rutina de ignorar y perdonar porque su amor por Max parecía capaz de soportarlo todo.

Pero ahora, ese amor se había extinguido, desvanecido con el tiempo. Sergio no podía evitar preguntarse cuándo Max lo habia hecho de lado. ¿Dónde estaban las promesas y los planes que habían compartido? Las lágrimas y la culpa se entrelazaban en su mente, golpeándolo una y otra vez. Recordaba las promesas de anunciar su retiro al final de la temporada, de huir a algún destino lejano para vivir el amor que se profesaban, al menos hasta la siguiente temporada para Max, quien había dejado claro que no abandonaría las pistas. Adoraba correr, le encantaba ganar, pero odiaba competir contra su propio corazón. ¿Qué estúpido había sido al aceptar un trato que ahora ni siquiera sabía si seguía en pie?

Las palabras de Max seguían resonando en su mente, acusaciones de ser un aprovechado, de intentar robarle la victoria, cuando él mismo había prometido llevarlo a la cima. Max lo minimizó, alegando que solo buscaba hundirlo y recordándole que su único trabajo era sacrificarse por él, porque Max era el campeón, y eso no cambiaría jamás.

Sergio deseaba escapar, alejarse de Max para siempre. El ojiazul había jugado con él de una manera cruel y retorcida, metiéndose en su mente, su corazón y su alma. Recordaba cómo Max lo había convencido de dejar a Carola, alegando que no podía mantener una relación sin amor solo por mantener las apariencias. No olvidaba la promesa de que Max también dejaría a Kelly, pero solo como colegas en público, para proteger sus carreras. Maldito mentiroso. Al menos le dio crédito por cumplir con la mitad de su palabra, pero, ¿qué había pasado con la carga emocional, las excusas vacías y la consolación de la mujer a la que había jurado amar? Apostaría a que solo había huido, dejando atrás las consecuencias de sus acciones. Las llamadas terminaban en buzón de voz, y Sergio no podía soportar más.

Desesperado, luchaba entre el corazón y la razón. Tomó el teléfono, dispuesto a intentar una última vez, solo una última vez. Pero sus intenciones se desmoronaron al encender el dispositivo y leer el mensaje de Carlos en su chat compartido. Era simple, directo y corto.

—Sé que no estás para más malas noticias después de todo este drama, pero pensé que esto te interesaría. Sabes que estoy para ti, amigo.

Abrió el enlace y lo que vio le partió el corazón. Una pequeña nota periodística apareció en su pantalla, que parecía prensa amarillista si no fuera por el portal de origen. Allí estaba una foto de Max y Kelly compartiendo un beso en una terraza de un lujoso restaurante que Sergio reconocía como uno de sus favoritos. El encabezado era estúpido y doloroso:

"Max Verstappen no solo retomará el podio como el número 1, también un viejo amor."

En otro contexto, eso habría sido romántico, pero ahora, una parte de él había muerto. Estaba siendo enterrada bajo las ruinas de lo que alguna vez pensó que era el amor de su vida. No iba a permitir más humillación. Necesitaba un trago, o una botella, lo que fuera que ayudara a ahogar sus sentimientos. Solo necesitaba una carrera más, una sola, y luego se iría sin decir adiós, sin lamentos, solo llevaría lo poco de dignidad que le quedaba y seguiría el plan de escapar en el primer vuelo disponible. Sergio Pérez ya no le pertenecía a nadie más que a él mismo.

KARMA (Cherlos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora