Su mejor amigo...

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Neptuno se comenzó a asustar al notar que el planeta celeste lloraba y temblaba donde estaba, veía que quería moverse o decir algo pero simplemente no podía... ¿Por qué?

Intentó acercarse cómo pudo, tomó con sus dos manos las mejillas de Urano, tratando de consolarlo. Por algún motivo, le dolía en todo su núcleo verlo llorar...

Pero lo que pasó jamás se lo pudo imaginar.

"¡De verdad! ¡De verdad eres tú!"

Urano sonrió, sonrió mientras tomaba sus manos entre las suyas. No podía creer que realmente era Neptuno, aquel con el que siempre soñaba todos estos años...

En un arranque de emoción, tomó el impulso de abrazarlo con todas sus fuerzas y alzarlo por el vasto espacio, girando con él en un emotivo encuentro.

"¡Te extrañé demasiado, Neptuno! Realmente no puedo creer que estés aquí..." Deja de alzarlo y lo envuelve en un dulce abrazo.

Saturno, viendo el hermoso reencuentro, se lanzó también a unirse al abrazo, aplastando a los gigantes de hielo en el proceso. Urano y el planeta anillado estaban felices, como nunca antes.

Mas Neptuno estaba confundido, y no comprendía la felicidad de los dos planetas anillados. Era cierto que él también estaba muy feliz, pero no lograba reconocer el sentir de su propio núcleo.

Intentó apartarse del abrazo, pero la fuerza de los dos juntos era increíble y mejor de dejó abrazar por éstos.

"¿Podrían soltarme, extraños planetas?" Mencionó, tratando de no sonar mal, y obviamente sin malas intenciones.

Esto conmocionó a Saturno y Urano, que tratando de analizar la situación, se alejaron un poco de Neptuno. Y él, soltó un suspiro de alivio, pues ya lo estaban asfixiando.

"P-Pero Neptuno... H-Hace mucho no te vemos, ¿por qué pides eso, viejo amigo?" Dijo Saturno, limpiando sus lágrimas.

"Es cierto Neptuno... ¿Por qué pides esto?" Lo mira confundido, suplicando una respuesta.

Neptuno se tomó unos momentos para responder, de verdad que está situación lo estaba incomodando demasiado.

"Lo lamento mucho, mis compañeros planetoides. ¿Puedo saber quiénes son?" Preguntó con su típica sonrisa, al menos tratando de aligerar el ambiente.

Ambos se miraron con preocupación, estaban seguros de qué aquel planeta era Neptuno. ¡Realmente era él!, ¿por qué entonces les preguntaba sus nombres?

"Por Dios, Neptuno. Esto no es una broma... Él es Saturno, yo soy Urano... Soy tu mejor amigo..." Se acerca poco a poco a Neptuno, tomando sus manos.

Neptuno veía a Urano, ¡sabía que lo conocía que lo reconocía de alguna parte! Pero su memoria fallaba, ¿acaso de nuevo había olvidado algo...?

Urano le suplicaba con la mirada, ¡que al menos dijera algo!

"¡Éramos amigos! ¡Los dos somos los gigantes helados, los dos últimos planetas del sistema solar, Neptuno! ¡Tú fuiste mi amigo!, mi único amigo... ¡Así que no me vengas con estas cosas, maldita sea!" Lo toma de sus hombros, agitándolo de la desesperación que sentía, soltando finas lágrimas...

"¡Lo lamento, no sé de qué hablas!" Le habló asustado.

Urano lo soltó en cuanto notó las lágrimas que ya no pudo contener el menor, y miró sus manos, analizando lo que estaba sucediendo.

Retrocedió unos cuántos pasos y se giró a Saturno, que lo observaba muy preocupado, corrió a sus brazos y se aferró a su cuerpo. Seguía sin poder creer que Neptuno lo hubiera olvidado y gritó lo más que pudo, soltando todo el temor y desesperación que acumuló.

Y lloró, lloró como nunca... Su mejor amigo se había olvidado de él, su único amigo...

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