Confusiones

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Tras Neptuno haberlo besado hace tiempo, ambos se habían distanciado del beso, sorprendidos y sin saber muy bien lo que había ocurrido entre ambos. Neptuno se disculpó y salió corriendo disparado a otra parte.

Urano intentó detenerlo, pero fue inútil y ya no alcanzó a aclarar las cosas con Neptuno.

Procuró dejar pasar un tiempo, para despejar sus mentes y estar tranquilos nuevamente. Mas la inquietud y la preocupación lo carcomían lentamente, preguntándose cómo estaría Neptuno...

No lograba concentrarse en nada, y sus manos temblaban de la ansiedad que era no tener al menor a su lado. Estaba tan confundido y no sabía lo que le ocurría a su núcleo.

Todos los días, siempre que podía ( y el Sol no lo descubría) salía en busca de aquel cuerpo celeste, sin saber de su paradero. Todo era tan tenebroso y oscuro, que nunca aguantaba mucho tiempo en ese lugar.

¿Qué era esa sensación? La que le hacía pensar todo el tiempo en el planeta azul rey, y cada que lo imaginaba se sonrojaba como nunca, la que le daba sensaciones que nunca antes había sentido: querer abrazar, acariciar, consentir, y besar a Neptuno.

Todo era tan confuso... Pero... tan hermoso a la vez...

Al sobrepensarlo un poco más, se decidió por buscar definitivamente a Neptuno, sin echarse para atrás, y sin importar cualquier obstáculo.

Tardó horas y semanas, estaba aliviado de que el Sol no lograra ver más allá del cinturón de Kuiper, por que ya hubiera sido aniquilado por la potencia de sus llamaradas solares... Pero, todo valió la pena cuando entre los asteroides, escuchó un suave sollozo, clamando a su nombre.

Se acercó y divisó la imagen más tierna pero dolorosa que jamás quisiera ver... Neptuno, descuidado y con sus ojos llorosos, culpandose a sí mismo de todo...

Inmediatamente se acercó para abrazarlo y consolarlo entre sus brazos, sorprendiendo en gran manera al planeta azul rey.

"¿¡U-Urano?!" Como si fuera un dulce sueño, Neptuno se aferró a los brazos de Urano fuertemente llorando en su hombro.

"¡No quiero que te culpes de nada, Neptuno! ¿Oíste?" Susurra a su oído, acariciando el sedoso cabello de Neptuno, nuevamente disfrutando de poder compartir un abrazo con él.

Ambos eran los culpables de todo, sus tontos e ingenuos núcleos eran los que no lograban comprender del todo lo que estaban sintiendo, pero aún eran jóvenes...

Todavía tenían mucho por lo que sufrir... Y por lo que luchar también.

"Volvamos a jugar, ¿sí? Olvidemos esto por ahora..." Extendió su mano a Neptuno, quién limpiando sus lágrimas, sonrió tímidamente y asintió.

Olvidando un poco lo que ambos experimentaron en esta etapa, volvieron a jugar y ser amigos como antes. Pero dentro de ellos mismos, en lo más profundo de sus núcleos, jamás olvidarán la sensación de conectarse entre los dos mientras su amor se incrementaba más y más...

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