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Isabella:

El beso que Jake había comenzado se había tornado ha algo más intimo y lujurioso. Un deseo que ambos cargábamos desde que fui a su casa por segunda vez.

Me separé y lo agarre de la camiseta para asegurarme de que era real. Los ojos verdosos de Jake me miraban deseoso.

—Joder, dime qué estoy es verdad.—le suplique.


Jake, con su voz ronca río ante mi comentario. Escondí mis mejillas sonrojadas en el hueco de su cuello.

—Esto es real, más real que nunca.—murmuro dejando un beso en mi cabeza.

En ese momento, recordé mis crueles palabras hacia él.

—No quise herirte el día que te dije que no eramos nada. Lo siento, de verdad.—le dije con total sinceridad.

Jake, me analizó por unos momentos y después de varios segundos sin decir nada, se acerco a mi boca y me beso.

Había sido el mismo beso que antes, empezado con dulzura y acabado en un deseo lujurioso.

Placentero.

Esto había empezado y lo agradecía.

—Isabella.—dijo ronco y excitado.—Si sigues así no podré parar.

Lo entendía, yo tampoco podría.
Murmuró algo sin sentido pero volví a tomar sus labios en un beso lleno de deseo y amor.

—Vamos.—dijo.

Lo seguí cuando bajamos del gran mirador que se había convertido en mi lugar favorito. Íbamos de la mano, y mientras yo intentaba no morir por una caída, Jake se reía.

Era un melodioso sonido, uno que me gustaba.

—Cuidado, podrás caerte.—dijo Jake, aún burlándose de mis anteriores quejas.

Le di un manotazo y su reacción fue besarme de nuevo. Le seguí aquel beso robado.

—¿A dónde vamos?—le pregunté al ver que seguía la carretera principal.

—A un hotel o algo. Odiaría dormir en la litera.—murmuro.

Sabía lo que pasaba por su mente porque, básicamente, pasaba por la mía. Aquel deseo de más se apoderó de mí.

¿Esto podría ser real? Joder, si.

No se sienten estos deseos con imaginaciones.

Sin que Jake mirará, me pellizque el brazo con sutileza. Era real, tan real como él decía.

Jake aparco en un hotel que era el más cercano y lo seguí gustosa. En momentos como estos donde Jake pedía la habitación, me preguntaba que estaría haciendo Lena.

—Isabella.—dijo Jake ganándose mi atención.

Me cogió de nuevo de la mano y me guío a lo que seria nuestra habitación.

Me sentía culpable por un momento, es decir, dentro de nueve días  estaríamos delante de un juez testificando contra el padre de mi mejor amiga y mi novio.

Y nosotros pensando en sexo.

Al menos sacas algo bueno.

Callé mis pensamientos cuando Jake abrió la puerta de la habitación y gustosa entre.

Nada más trancar la puerta, Jake se abalanzó sobre mis labios y empezó el mismo juego que antes.

Me separé de la atención que sus labios me brindaban para poder sacar la camiseta que tanto molestaba.

El Brillo Que Vi En Tí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora