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Las semanas en Italia habían sido perfectas pero para mi agrado Grecia le superaba mucho.

Siempre me atrajo mucho más los dioses griegos y sus historias y mitos. Lena opinaba que Italia superaba a Grecia en bastantes aspectos pero tras una discusión, los chicos, que debían desempatar, se pusieron cada uno del lado de Lena.

—Sigo opinando igual.—les digo cuando nos subimos al avión donde se supone que regresamos a nuestra ciudad.

—Ya perdiste, Italia ganó.—dice Alex riéndose de mí.

Jake, en modo de parar sus risas, le da un puñetazo en el brazo.

—Parad ya, parecéis niños pequeños.—dice Jake mirándonos a ambos con cara sería.

Antes las quejas de Jake, ambos reímos incluida Lena, haciendo que la cara de Jake se torne a un tono rojizo.

—Sois insufribles.—nos dice, dejándose caer en uno de los asientos del avión.

Me siento a su lado, dejando que Lena tome asiento al lado de Alex. La azafata comienza hablar y explicando el uso correcto del cinturón, salidas de emergencias, etc...

—Sabes, cuando lleguemos a casa tengo una cosa que darte.—le digo Jake girándome a su lado.

Jake me mira serio y luego sonríe de forma coqueta.

—¿Debería preocuparme?—me pregunta.

—Que va, solo confía en mi.

—Eso hago.—me dice.

Dejo un beso corto en sus labios y me siento correctamente para poder tomarme el vuelo con total tranquilidad.

—¡Isabella!—gritaba el diablo de mi hermano.

Corrí hacia el y lo elevé en en aire. Lo extrañaba. Mi madre se acoplo a nuestro abrazo y la abrece como nunca.

—Oh, Isa, te echado de menos.—me dice mamá.

La abrazo igual de fuerte que ella y los suelto. Lena aparece detrás de lo y los abraza y los saluda. Alex simplemente les da un apretón de mano y Jake les dice un simple «hola».

—Mamá, este es Jake...mi novio.—le digo nerviosa.

Nunca he tenido que presentar a ninguna pareja a mí familia. Solo a mi abuela y fue porque era realmente pequeña.

Mi madre, abre los ojos como platos y se dispone a hacerle un interrogatorio, sin embargo, Miguel le pregunta si le gusta los alienígenas.

—Creo que fue suficiente por hoy.—digo interrumpiendo a mi madre.

Cojo mi maleta y nos dirigimos todos al coche de mi madre, que por suerte es de siete plazas.

Nos subimos y cargamos todo para poder marcharnos.  Durante el camino solo se oía la voz de Miguel, haciendo preguntas absurdas.

Mi madre fue a cada una de las casas de los demás dejándolos allí, primero se bajó Alex, y pudimos saludar a su hermano mayor, Aaron. Después fue Jake y Lena, fueron recibidos por su abuela Ana, quién también me dio un abrazo.

—¿Nos vemos más tarde?—me pregunta Jake abrazándome.

—Creo que si, haber si me logro escapar un rato.

El Brillo Que Vi En Tí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora