Capítulo 2: Quiero El Divorcio

6.7K 425 14
                                    

—¿E-el divorcio? —balbuceó Dante, impactado ante mi repentina decisión.

Y es que toda mi vida había sido una jodida sumisa ante él, me había dejado pisotear cuando me decía: mi amor, tu no debes trabajar por ser mujer, por ello es mejor que te quedes en la casa.

Me lo creí...

Ese tipo de cosas yo me las tomaba normal, que solo eran para protegerme. Dante fue el amor de mi vida, desde mi punto de vista. No sabía cómo iba a hacer para olvidarlo si habíamos experimentado tantas cosas juntos, tantas primeras veces que me marcaron.

Me dolía el alma en ese momento, una punzada en el corazón que no desaparecía por más que intentaba ser fuerte.

—Hoy me llevaré mis cosas, mañana me pondré en marcha para que en los próximos días firmes el divorcio, Dante —refuté, caminando hacia el armario en donde teníamos una maleta.

—¿Te irás así? ¿Y a dónde piensas ir? —cuestionó, siguiéndome el paso.

—Por lo menos vístete y deja de tener las bolas al aire —reproché, al ver que el hombre seguía desnudo.

—No hay algo que no hayas visto... Ximena —comentó, con la voz apagada—. ¿Estás segura de que vas a echar todo lo que hemos construido a la basura?

—Preferiría no volver a verlo jamás —argumenté, arrugando la boca con asco al saber que se metió dentro de otra mujer—. Y te recuerdo, Dante, que tú fuiste el que echó todo a la basura cuando decidiste serme infiel —zanjé, mirándolo con recelo.

Saqué la maleta, era bastante grande y pesaría con las ropas que le metería, pero tampoco planeaba llevarme todo el mismo día. Yo no podía quedarme con la casa, lástima que Dante fue el que la compró y puso a su nombre por lo que me sería difícil ganar eso, además, tampoco soy tan cruel como él.

Lo mejor sería alejarme de los objetos que me recordaban a él, como por ejemplo el sofá en donde solíamos ver películas de noche...

Mis ojos volvieron a llorar al traer esos dolorosos recuerdos que me hacían desear que la situación que me estaba ocurriendo fuera una mentira. Moqueé una última vez para que mi marido no me viera.

—Ximena, amor... ¿Podemos arreglar las cosas? No quiero que te vayas —rogó, tomándome del brazo—. En verdad estoy muy arrepentido. Lo de Rebeca no significó nada.

Pero me solté con una fuerza que ni yo misma conocía para continuar guardando cada prenda que me pertenecía, al igual que algunos productos míos.

—N-ni se te ocurra volver a tocarme con tus asquerosas manos —sollocé, con un hilo de voz.

Me estaba conteniendo, pero me era imposible que las lágrimas no salieran de manera incontrolable. Dante tenía el ceño fruncido y una mirada de arrepentimiento, pero no lo iba a perdonar solo por que se hiciera la víctima.

—Ximena... Lamento mucho el daño que te he causado, de verdad. Admito que fue mi error y está bien si no me perdonas jamás, pero al menos dame una oportunidad de demostrarte un cambio en mí —alegó, casi susurrando.

Dante se dirigió a la cama en donde tenía sus ropas tiradas en diferentes lugares, hasta en el suelo. Ver eso solo me causó mucha más rabia y decepción interna al punto de apretar mis puños con fuerza.

—No, Dante. No seré de esas que perdonan las infidelidades de sus maridos solo porque no quieren dejarlo —confesé, secando mis lágrimas—. No caeré tan bajo porque yo sí tengo dignidad y sé que no vas a cambiar. ¿Crees que voy a poder tener la mente tranquila después de lo que hiciste? —lo encaré.

Me casé con el hermano de mi exDonde viven las historias. Descúbrelo ahora