Capítulo 20: Visita

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—Pero mamá, no creo que debas... —No me dejó terminar.

—Shh, se supone que es un secreto para tu padre, a él le sorprenderá —afirmó, entusiasmada.

Estábamos en la cocina y la mujer le estaba haciendo un pastel, pero no cualquiera porque estaba intentando por primera vez que fuera de dos pisos. Me comentó que nunca lo había hecho y era todo un reto para ella.

Yo estaba ansiosa en todo momento porque se notaba que no tenía el balance suficiente con dos palillos grandes. Pero mamá era una mujer un poco terca así que no escuchaba mis opiniones.

—En serio, se va a caer —refuté, cruzada de brazos.

Eran las seis de la tarde, habían pasado unos días desde que sucedió el berrinche de Dante y solía verlo solo cuando entraba y salía del edificio, aunque no me molestaba, lo cual me parecía muy extraño. Pensé que tal vez estaba planeando algo grande en mi contra.

Suspiré, viendo que mi madre colocaba con sumo cuidado la parte de arriba. Papá llegaría en cualquier momento de su trabajo y ella quería sorprenderlo con su postre favorito en tamaño grande, literalmente.

—No se va a caer, deja el pesimismo que yo no te crié así, mujer —reprochó, con las cejas inclinadas.

—Es que deberías ponerle más palillos, dos no serán suficientes y si no se cae, pues se desmorona —repetí, con obviedad al ver la dificultad.

—Bueno, tal vez no suelo preparar pasteles, pero estoy divirtiéndome con esto. Deja que tu vieja madre haga lo que desee —proclamó, con una sonrisa forzada.

Rodé los ojos y la dejé como me pidió. Apoyé el codo en el mesón para observar cada detalle de lo que hacía. Sus manos estaban temblorosas mientras sujetaba la parte de arriba del pastel, y todavía le faltaría la decoración.

Mamá logró hacer que quedara justo como quería, firme y con un hueco en medio de ambas partes, porque le parecía anticuado que solo fuera una encima de la otra. Ella prefirió montarlo sobre la punta de dos palillos...

Eso se caería en cualquier momento, estaba segura.

—¿Ves? quedó bien, tal vez parece frágil, pero si no lo movemos no sucederá nada —aclaró, orgullosa de su creación.

—¿Y cómo piensas ponerle el merengue? —inquirí, alzando una ceja de manera divertida.

Ella cerró los ojos y se rascó la nuca con nervios, también abrió la boca para decir algo, pero de inmediato la cerró, pensando mejor en lo que saldría.

—Ah, verás... No creo que le importe si no lleva merengue —expresó, titubeando.

—De acuerdo, mamá —reí.

—Ahora, ¿no me vas a dar más detalles sobre cómo la llevas con Eric? —Cambió de tema a uno que me heló la sangre.

—Ma, sabes que no me gusta hablar de eso —respondí, suspirando.

—Cariño, recuerdo muy bien cuando conociste a Dante y me hablabas todos los días de él, sin falta —me miró, negando con la cabeza—. Creo que me gustaría saber si a mi hija le gusta otro hombre, sería maravilloso.

—Bueno, dejando eso de lado. ¿Alguna vez tuviste un ex tóxico? Antes de papá, por supuesto —cuestioné, para ir a otro tema.

—No me cambies de tema, Ximena —se dio cuenta, poniendo una expresión seria.

—Eso hiciste primero.

—Ya no respetan a sus mayores —resopló—. Sí, tuve uno antes de tu padre. De hecho, fue en la época donde conocí a tu papá, ese ex no paraba de molestarme solo porque estaba todo el tiempo junto al que sería mi futuro marido —se quejó.

Me casé con el hermano de mi exDonde viven las historias. Descúbrelo ahora