Capítulo 11: Amenaza

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Eric no me dio más información por más que le preguntara por el verdadero evento en el que nos conocimos. Me comentó que lo hablaríamos con tranquilidad el día de la cena, así se aseguraba de que yo aceptara.

Fue un tanto manipulador de su parte, pero sin importar la razón, iba a ir porque mi corazón me decía que fuera.

La hora del almuerzo había llegado y salí de la recepción, tuve que cerrar la puerta porque durante esa hora todo el personal iba a comer, por lo tanto el edificio cerraba y nadie podía entrar ni salir.

Caminé hasta el comedor con múltiples pensamientos en la cabeza y rebuscando en lo más profundo de mi memoria a ver si encontraba el fragmento que le faltaba.

Pero nada sucedió.

Suspiré en derrota y abrí la puerta, habían un montón de trabajadores sentados en sus mesas comunes. Busqué con la mirada al moreno y no me resultó difícil encontrarlo porque me hizo varias señas.

—¡Ximena! Veo que te interesa conocer mucho a Eric ¿No? —habló en cuanto llegué, tenía una sonrisa burlona.

Me senté frente a él, viendo que tenía dos bandejas en la mesa con la comida del día. A veces ese lugar me parecía una escuela porque hacían lo mismo, servir una misma comida gratis para todos, a menos que decidas comprar algo extra o personalizado.

—Si voy a casarme con él, debería conocer un poco más su pasado —resoplé, sin darle mucha importancia.

—¿Estás segura que solo es por eso? ¿O empiezas a caer ante sus encantos? —dijo, alzando una ceja.

—No pienso volver a enamorarme de un hombre. Y mucho menos de un Watson, ya tuve suficiente con uno —confesé, con una mano en mi sien.

—Es que Dante y Eric son totalmente opuestos, como el sol y la luna —murmuró, pensativo.

—¿Así no se llaman unos hoteles famosos por todo el mundo? —cuestioné, recordando que alguna vez escuché el nombre de "Sol y Luna" en la televisión.

—Así es, la mayor competencia de Eric. Bueno, tiene muchísimas cosas competencias. No entiendo por qué sus antepasados decidieron tener una cadena de hoteles si sabían que era lo más exprimido en el mercado —suspiró, negando con la cabeza—. Por eso le resulta más difícil subir en el ranking, a parte de que los hoteles son su única empresa.

—Rosa Blanca ¿No? Lindo nombre para un hotel —respondí, sonriendo.

No sabía mucho sobre las peleas de negocios que solían tener los otros CEOS de la ciudad. Aunque sí estaba informada en que Eric todavía no había llegado ni al top diez, y eso que ya tenía más de treinta años.

Tal vez el hecho de ser dueño de una sola empresa y un hombre soltero, sin indicios de casarse pronto, era mal visto por la sociedad.

—Sí. Una vez fui a uno de sus hoteles de niño, nunca imaginé que terminaría trabajando para el dueño —explicó, nostálgico—. Lástima que los CEOS suelen subir ganando popularidad entre las sociedad.

—O sea que un matrimonio da mucho de qué hablar —refuté.

—Exacto. A la gente les encanta ver a sus más grandes ídolos de los negocios casándose y teniendo herederos, no sé cuál es la razón, pero será un gran avance para Eric —comentó Jeanniel, empezando a comer de su bandeja.

—Solo espero que no haga falta tener hijos... Sería extraño —argumenté, arrugando la nariz.

—¿No te gustaría acostarte con un hombre más guapo que Dante? —inquirió, extrañado.

Me casé con el hermano de mi exDonde viven las historias. Descúbrelo ahora