Parte 23

159 4 0
                                    


Cuando se despertó, Hermione ya se había ido. Le extrañó no haberla sentido irse –porque ella estaba durmiendo en la parte interior de la cama–, pero debía haberse movido muy despacio o, de lo contrario, había estado tan profundamente dormido que ni se había dado cuenta.

Bostezó y se estiró mientras se levantaba de la cama... congelándose de pronto.

De pie entre las literas y la cama de Hermione. Era lo suficientemente alto como para encontrarse cara a cara con Harry... que estaba sentado en la cama de arriba, muy despierto.

—Uh, hola, tío.

Harry no llevaba las gafas puestas, pero lo reconoció y le hizo una especie de asentimiento.

—¿Qué quieres desayunar?— le preguntó Ron con una alegría exagerada. La verdad es que no había manera de fingir que no se acababa de levantar de la cama de Hermione. A la mierda.

—Bacon, huevos y tostadas— le dijo—, y uno de esos croissants de chocolate que hace tu madre.

—Entendido— Ron se rio, volviendo la cara incómodamente sonrojada hacia otro lado para escaparse y rebuscar en la cocina unas bayas demasiado maduras y media lata de avena rancia.

Por un lado, llevaba pasando semanas (joder, ¡¿en serio?!) y él ya sospechaba, y se lo había mencionado a Hermione, que Harry probablemente lo sabía. Pero, por otro lado, no se había enfrentado a Harry directamente al respecto, y ahora no podía pretender que era un simple secreto reconfortante entre él y Hermione... oh, ¿pero por qué le tenía que dar tantas vueltas? Se habían masturbado enfrente del otro hacía veinticuatro horas.

Un gemido estrangulado lo ahogó durante un segundo, antes de sacarlo de sus pensamientos y que se pusiese a hervir una cacerola con agua.

Hermione debía de haberlo oído desde fuera, porque entró y fue hacia la cocina, con una taza de té vacía en la mano. Parecía ligeramente aturdida.

—¿Qué estás preparando?— le preguntó acercándose a él.

—Gachas de avena, otra vez— se encogió de hombros—, a menos que se te ocurra algo mejor.

—No, no se me ocurre.

Pensó en contarle lo de Harry, pero luego se acordó de lo poco que le había afectado la última vez que se lo había mencionado, así que no tenía sentido. Como si lo hubiera invocado con el pensamiento, Harry emergió y se unió a ellos, dejándose caer en la mesa.

—Voy a quitar las barreras para ir a dar un paseo— anunció.

—¿Por qué?— le preguntó Ron por encima del hombro a la vez que removía el desayuno. Hermione se apoyó a su lado en la encimera, parecía que estaba disgustada.

—Por increíble que parezca, el tiempo aún está bien, y necesito cambiar de aires.

—Ayer pasamos la mitad del día fuera— le recordó Ron, intentando disuadirlo con suavidad.

—Y hoy quiero pasar la mitad del día haciendo lo mismo.

Hermione miró a Ron de reojo antes de que él sugiriese:

—Voy contigo.

—Deberías quedarte aquí— le respondió Harry.

—¿Por qué?— se giró para mirarlo por completo, cruzando los brazos y apoyándose contra el borde de los fogones.

Harry paseó la mirada de manera extraña entre él y Hermione, lo que los llevó a ellos a mirarse de manera inconsciente.

—Pensaba dejaros solos un rato— les explicó lentamente, tanteando el terreno.

Pausa (Romione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora