Parte 8

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Andaban de manera penosa por el espeso barro, con las botas hundidas hasta los cordones cuando el sol intentaba ponerse justo frente a ellos a través de las grietas que dejaban las nubes que se iban dispersando lentamente. Estaban a varios kilómetros del pueblo más cercano, pero al menos, de momento, tenían suministro de alimentos.

Ron sabía que Hermione solo quería sentir que estaban haciendo algo, quería encontrar al menos un hilo de esperanza que les diera una razón para estar allí. Él había convencido a Harry para que caminasen de nuevo al sur, llegando el centro de un valle rocoso que no les brindaba mucha protección. Así que ahora estaban buscando algo de tierra seca donde montar la tienda; Ron estaba ansioso por calentar algunos pasteles en el fuego y quitarse los calcetines empapados.

Algo se movió a la izquierda de Ron, y se paró en seco, lo que hizo que Hermione chocase con su espalda y se preparase para decirle algo. Él extendió la mano y la agarró por la manga, silenciándola cuando Harry se quedó quieto junto a ella.

—¿Qué...?— empezó a decir Harry.

—Shh...he visto algo— susurró Ron—. No os mováis.

Harry y Hermione siguieron la dirección de la mirada de Ron con los ojos, esperando. Después de unos segundos parados, Hermione se inclinó más cerca de él.

—¿Dónde?— le preguntó ella respirando, sacando la varita muy despacio.

—Detrás de esa gran roca, a mitad de camino— le susurró Ron, con los dedos apretados alrededor de la varita, que tenía medio enterrada en el bolsillo trasero de los pantalones.

Durante varios segundos más no pasó nada. Pero entonces, de repente, un destello de color rojo salió corriendo de detrás de la hierba descuidada que estaba cerca de la gran roca hasta un pequeño grupo de piedras a varios metros a la derecha.

—Jodidos Gorros Rojos— siseó Ron mirando a Hermione que alzó los ojos cautelosa hacia él en confirmación.

—Esa sangre parecía fresca— señaló ella.

—Deberíamos probar en otro sitio— sugirió Harry acercándose a ellos.

Sin embargo, hubo un segundo destello rojo, esta vez mucho más cerca de ellos, antes de que alguno se pudiera mover de nuevo.

—¡Desmaius!

El hechizo de Harry golpeó al Gorro Rojo en el centro de la frente e hizo que cayera al suelo.

—Oh, ahora los habrás cabreado...— Ron se movió nervioso, lanzando una mirada hacia las rocas de arriba.

Harry se alejó dos pasos de Ron y Hermione hacia la criatura aturdida, y Hermione le alcanzó el dobladillo del jersey con un poco de pánico. No lo pudo controlar antes de que se alejase del alcance de su brazo.

—¡Déjalo, Harry!— le suplicó ella, pero el chico se inclinó ligeramente hacia delante.

Los ojos de la criatura que parecía un elfo seguían abiertos, mirando hacia arriba con odio y con el sombrero empapado de sangre seca.

—Claro— le dijo Ron brusco—. Vámonos pitando de aquí, Harry. Lo digo en serio.

Ron apretó la manga del jersey de Hermione un poco más fuerte en el puño, impaciente porque Harry volviera junto a ellos. Estaba a punto de llamarlo otra vez cuando finalmente dio un paso atrás y se reunió con ellos. Hermione unió el brazo que tenía libre al de Harry, y Ron le soltó la manga para agarrarle la muñeca...

—Costa oeste— les dijo ella y se desaparecieron.

Aterrizaron en el centro de una extensión plana de roca donde se formaban senderos curvos de pequeños riachuelos de agua fresca... y estaba lloviendo a cántaros. En dos segundos estaban completamente empapados.

Pausa (Romione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora