Parte 2

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Una ligera nevada los había sorprendido a media tarde. Se habían aparecido al norte en busca de un espacio aislado en el que establecer el campamento después de haber descartado el primer lugar en el que habían probado por ser demasiado rocoso. Ron había ido todo el rato detrás de Hermione, viendo como se le empapaban los calcetines a cada paso que daba mientras se derretía la nieve y los copos, que caían en un silencio mortal, se deshacían lentamente entre sus rizos castaños.

Podría deberse a que no había pegado ojo, pero Ron sentía que el día estaba siendo extrañamente surrealista, como si el mundo hubiese olvidado que estaban en guerra. Casi se podía imaginar que no estaban allí escondidos, que el tiempo se había congelado igual que lo habían hecho los ríos y los lagos.

Hermione giró la cabeza para mirarlo por encima del helado hombro, como llevaba haciendo cada pocos minutos desde hacía un buen rato; Ron sospechaba que se tenía que asegurar de que seguía allí...

Entonces, Ron dio dos pasos rápidos para ponerse a su altura; al andar a su lado, pudo observar que Hermione tenía la nariz roja y que respiraba a través de los labios cortados por el frío. El hielo crujía bajo las pisadas, y, sin decir nada, Hermione se agarró al brazo de Ron.

—¿Qué tal por allí?— sugirió Harry señalando un lugar justo al otro lado del estrecho valle en el que se encontraban.

—Sí, parece un buen sitio— dijo Ron mientras Hermione permanecía en silencio, soltándose del brazo de él para subirse la correa del bolso que se le había caído—. La próxima vez podemos ir a algún sitio tropical— agregó mirándola y ofreciéndole una media sonrisa mientras ella reprimía la suya, y ambos siguieron a Harry.

No tardaron mucho en montar el campamento, y Harry les había dicho sin dejar lugar a discusiones, que iba a dormir toda la tarde para estar descansado para hacer una ronda extra esa noche. Ron apenas había sido capaz de mantener los ojos abiertos al encender el fuego, y probablemente esa había sido la gota que colmó el vaso para que Harry hiciese tal sugerencia. Hermione había encontrado un lugar acogedor en el suelo para leer mientras el sol se escondía lentamente detrás de las colinas nevadas que los rodeaban. Ron había intentado hojear las notas mientras Harry dormía, pero no se estaba enterando de nada de lo que estaba leyendo, así que se dio por vencido y se desplomó sobre el sofá, cerrando los ojos.

—Ojalá pudiésemos dejar de pensar en las malditas Reliquias...— comentó Hermione frunciendo el ceño y pasando la página del tomo gigante que estaba leyendo con furia. Ron abrió un ojo.

—Sí, buena suerte— suspiró y ella alzó la mirada para encontrarse con la de él mientras sacudía la cabeza.

—Esto parece ahora una carrera, tú y yo con los horrocruxes y Harry con las Reliquias. Ron, se está obsesionando.

Él le estudió la expresión, Hermione tenía el libro agarrado en el regazo con las manos medio cubiertas con el jersey.

—Bueno... tendremos que ser más listos que él— dijo Ron sonriendo—. Lo que significa, que tú serás más lista que él y yo te apoyaré.

Hermione suavizó el ceño fruncido... pero luego arrugó la nariz, respirando hondo antes de estornudar. Ron alzó ambas cejas y parpadeó en la dirección de ella.

—Está bien. Estoy refriada— admitió Hermione finalmente, deslizando un pergamino entre dos páginas desgastadas y cerrando el libro con un ruido sordo.

—Sí, lo sé— apuntó Ron de forma deliberada, medio sonriéndole. Hermione puso los ojos en blanco y se sacudió el polvo que le había dejado el libro en los vaqueros, luego se puso en pie.

Pausa (Romione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora