Parte 4

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Ron se despertó con la sensación de unos labios sobre los nudillos.

Durante unos silenciosos segundos, miró a través del pequeño espacio que separaba su rostro del de Hermione. Ella estaba profunda y pacíficamente dormida, respirando contra la mano de él a través de los labios entreabiertos. Ron tenía la pierna derecha por encima de la de ella, mientras que los pies de Hermione estaban debajo de su pantorrilla. La mano derecha de la chica apenas tocaba el pecho de Ron, y no estaba seguro de si era de manera intencionada.

No se quería mover.

El suave silencio que los envolvía solo se veía empañado por la llovizna que estaba cayendo sobre el techo de lona; Ron sabía que tenía que separarse de ella. Harry iba a acabar volviéndose loco si se quedaba fuera mucho más tiempo, y no tenía muy claro que se estuviera dando cuenta del tiempo que había pasado a menos que alguien insistiera en relevarlo.

Empezó por la pierna, levantando suavemente el peso de encima de Hermione hasta que estuvo completamente apoyado sobre su lado de la cama. La respiración de ella se mantuvo suave y constante, por lo que levantó la cabeza de la almohada y comenzó a desenredar sus dedos de los de Hermione, uno a uno, hasta que pudo deslizar la mano lejos del rostro de ella.

Se pasó un mano por el pelo mientras se sentaba en el borde de la cama, revolviéndolo aún más, y notó que las mantas se habían deslizado por los hombros de Hermione, así que tiró con delicadeza de ellas y la cubrió otra vez, antes de ponerse de pie y estirarse.

Pensó que era bastante injusto. Si la lucha se pudiera detener solo durante un par de horas, se podría arrastrar de nuevo al lado de Hermione y acercarse un poco más de lo que ya lo había hecho...

A la mierda la maldita guerra.

Hermione se despertó con la oscura visión de Ron de pie, entre su cama y la de él... casi desnudo.

Durante unos segundos, Hermione se convenció de que aún no se había despertado del todo. Pero él estaba ahí, en unos boxers marrones descoloridos... y nada más.

Se dio cuenta de que mientras dormía le había bajado la fiebre porque se sentía más fuerte... y había tenido unos sueños muy extraños y repetitivos en los que trataba en vano de aferrarse a alguna parte física de él: su mano, su brazo, el dobladillo de su camisa... Quizás había sentido en sueños que Ron se había ido, porque se había levantado y se había alejado de ella.

Pero, justo en ese momento, estaba claro que Ron no sabía que ya estaba despierta. Y menos aún que lo estaba observando.

Hermione le recorrió con los ojos las piernas desnudas y llenas de pecas, las pantorrillas salpicadas de pelos pelirrojos, los muslos... le vio un hematoma, del tamaño de una manzana, cerca de la rodilla derecha. Unos arañazos ya curados le cubrían el lado derecho de la piel, cerca del elástico peligrosamente bajo de la ropa interior, algunos rasguños se le estaban curando. Ron se giró levemente y Hermione le pudo ver una línea pelirroja que se le espesaba bajo el ombligo y se perdía más abajo. Hermione sintió una especie de peligrosa necesidad de seguirla hasta el lugar donde desaparecía...

Los apretados músculos del estómago de Ron se movieron cuando alcanzó la cama de Harry en busca de una camisa; los huesos de la cadera le marcaban la parte superior de los boxers. Se le flexionaron los bíceps mientras le daba la vuelta a la camisa y Hermione, sin perder detalle, posó los ojos sobre su pecho desnudo, viéndole la piel pálida como la luna, los rosados pezones y las pecas que le recorrían los suaves hombros. Él le dio la espalda cuando se iba a poner la camisa, y Hermione tragó saliva al ver que se le movían los omoplatos bajo la piel perfecta. La espalda de Ron parecía sorprendentemente fuerte, tallada por el quidditch y por la lucha; Hermione sintió que un extraño y protector rubor la envolvía.

Pausa (Romione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora