Capítulo tres.

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Louis se encogió de hombros. Harry estaba viendo melancólicamente al suelo, retorciendo sus dedos - largos y extrañamente elegantes para un ranchero, Louis seguía batallando para no pensar en ellos. En su lugar, hurgo en su memoria. Algo sobre esta situación se sentía tan familiar.

Por supuesto, suspiro. Long Prairie, Minnesota. Ted Petersen. Sus madres se habían convertido en mejores amigas cuando Louis tenía unos diez años de edad y ellas habían pensado que sería lindo (o al menos conveniente) si sus hijos son amigos, también. Significaba que Louis había tenido que empacar y ser mandado a la casa del niño para pijamadas obligatorias siempre que ellas querían tener noche de vino. "A Louis no le importa quedarse a dormir," su mamá mentiría alegremente por el teléfono de la cocina, torciendo el cordón alrededor de su pulgar. "Lo sé; se llevan muy bien. Teddy realmente lo mantiene lejos de los problemas." Él se acuerda de su mano entre sus hombros, tibia a través de su pijama de franela, guiándolo en las escaleras hasta la habitación de ted. Recuerda el suspiro que trataba de proyectar como disculpa mientras Ted levantaba la mirada de su computadora, incomodidad sobre su rostro siempre.

"Jueguen mucho, niños," Ella diría. "No se diviertan tanto."

Luego la puerta se cerraría, y Ted lo ignoraría. Louis se sentaría en el rincón, acurrucado, moviendo los dedos del pie y jugando con la bastilla de su pantalón, sin ser permitido de tocar alguno de los libros o juegos en la habitación de Ted.

Eso era lo que sentía. Pero con toda la presión de ser un adulto, y tener que hacer un trabajo, preferiblemente en una manera socialmente aceptable. Sin rincones para esconderse.

"Esto es..." empezó, al mismo tiempo que Harry levantaba la mirada y decía, "¿Cena?"

"Lo siento," Louis dijo rápidamente, sintiéndose raro y tenso. "Toda esta situación." Había sido un idiota por pensar que estaban coqueteando, más temprano; claramente esa no era la historia que iba a resultar. Nadie coquetea con un invitado no deseado.

"No, no lo estés," Harry hizo un gesto con la mano, pero había un tufillo de jueguen mucho, niños en su voz. "Mi mamá es obstinada; te dije. Especialmente con el dinero." Se encogió de hombros, llevando una mano arriba para apretar su deltoides y flexionar su cuello, como si estuviera tratando de desenredar un nervio encogió. La Sra. Burden tendrá la cena lista pronto. Ella es el ama de llaves. Niall la ayuda en la cocina la mayoría de las noches; entre los dos casi parecen un buen cocinero."

Harry sonríe débilmente y volteo con esperanza, y Louis pudo decir que él había usado esa broma antes, en invitados anteriores. "¿Cenas con nosotros?" pregunto. "Maggie estará ahí; la puedes conocer y luego apuesto que ella te ayudara a instalarte bien." Por fin un poco de brillo en sus ojos, y sus labios partidos se formaron en una genuina sonrisa.

Louis se sintió educado, ironía sobre sus acciones, casi una respuesta involuntaria. "Claro," dijo, con un revoloteo extraño sobre su pecho. Por supuesto comeré contigo. Por supuesto conoceré a esta tal Maggie, quien no habías mencionado antes pero claramente es tu esposa. Porque eres hetero. Un adulto real que puede montar a caballo y arreglar cercas. Louis se preguntó otra vez por la maestría de Princeton, aun reposando en el escritorio de Harry - se preguntó si Harry tenía otras metas como esas, si había una versión de el que no fuera un ganadero.

"Guíame, Styles," fue todo lo que dijo.

Harry se levantó de la silla, y Louis pudo notar el dolor en una mueca - una punzada en uno de sus músculos lumbares, tal vez. Louis se imaginó sobando su espalda baja hasta que se sintiera mejor, presionando besos en la piel de ahí. Cálida, y probablemente un poco más pálida que su rostro ligeramente quemado por el sol.

Wild And Unruly (Larry Stylinson AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora