ᴄᴀᴍʙɪᴏs

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Sanji siempre había sido de complexión delgada, a pesar de ser cocinero a él le gustaba preparar comida para los demás, más no ser el quien disfrutara de sus creaciones, sin embargo el llevar dos años casado con Zoro empezó a tomar el peculiar gusto por la comida, le encantaba preparar los platillos favoritos de su esposo, y este le encantaba compartir su comida con él, inconscientemente era Sanji quien acababa por comerse lo que restaba ya que su ética no le permitía desperdiciar comida, eso le llevó al problema que encontró esta mañana al intentar ponerse sus pantalones de vestir y ver que estos se rehusaba a subir, sin darse cuenta empezó a sentir un calor extraño en su bajo vientre, apenado no lo dudó, la situación lo había excitado, aún con los pantalones abajo se colocó frente a su espejo observando su cuerpo completo, el calor no tardó en subir, Dios mío, desde cuando se había vuelto tan grande, el siempre había sido delgado, nunca se había preocupado por engordar, pero ahora se daba cuenta de las consecuencias de su indulgencia, por su mente pasó aquellos momentos en los que se permitía darse ciertos "gustitos", las veces en las que por probar la comida se acababa por servir grandes cantidades, como es que su marido le dejaba el resto de su almuerzo y este feliz de saborearlo todo, simplemente le había encontrado el gusto a rellenarse la cara cada que podía; un gemido bajo salió de su boca, esto era tan gratificante, era la primera vez en toda su vida que se veía con kilos de más, daba vueltas sobre si mismo para contemplar cada centímetro de sí en el espejo, con una mano agarro una manija de amor que se había formado, maldición, como es que no se había dado cuenta, ahora que se observaba con más detenimiento era imposible que no se hubiera dado cuenta de cuánto se dejó llevar por su glotonería, su cara antes afilada se había redondeado de ella sobresalía una ligera papada, sus brazos se habían suavizado al igual que sus piernas, sus pechos eran más blandos y su barriga... Dios, era tan redonda, tal vez estaba exagerando pero no sabía cómo reaccionar en estos momentos, dando pequeños brinquitos sobre su lugar sintió como toda la grasa de su cuerpo se sacudía, no podía mas, debía sentirse asqueado por esto, estaba gordo, pero entonces ¿por qué se sentía tan bien?, no quería admitirlo pero el sentir el peso de su nuevo cuerpo hacía que su miembro se pusiera duro, dándose la vuelta sacó debajo de su cama una pequeña báscula al subirse rezo a todos los dioses que solo fueran unos cuantos kilos, los suficientes como para perder fácilmente, cuál fue su sorpresa al ver que no solo había ganado un poco de peso sino que había aumentado 15 kilos, hizo memoria y antes de casarse pesaba tan solo 70 kilos, un peso saludable tomando en cuenta su altura, aunque el no quería aceptar aquella absurda idea de que el amor engordaba, empezaba a creerlo al ver que la báscula no se movía del 85, diablos, estaba asustado, ¿qué pasaría si a su pareja no le gustaba su nuevo peso?, qué tal si le daba asco, al bajarse de la báscula no tuvo más remedio, empezaría una nueva dieta, no importa cuantas tentaciones hayan, tenia que hacerlo por su marido.

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• Qué tal! Eso fue todo del primer capítulo, disculpen las faltas de ortografía, si ven algún error no duden en decirme, espero que les haya gustado y pues trataré de actualizar más seguido que tengo muchas ideas • 🌈

𝐈𝐧𝐝𝐮𝐥𝐠𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora