ᴄɪᴛᴀ

264 12 0
                                    


Con la temporada de verano a punto de comenzar, se podía sentir como cada vez el calor era mas abrasador que de costumbre, el sol relucía ante un cielo despejado, junto con el sonido de las aves al cantar; era el clima perfecto para tener una cita con su amado esposo, pues hace mucho que no tenían una como en los viejos tiempos cuando eran solo un par de adolescentes enamorados; Zoro no era una persona melosa, podía considerarse alguien indiferente en ciertas ocasiones, pues el prefería demostrar su cariño con acciones, no tanto con palabras.

Es por eso que le había pedido a Sanji que aceptara tener una cita con él, quién enternecido ante la propuesta acepto; los nervios lo carcomían por dentro, pues sentía que ya estaba algo oxidado para estas cosas, aún así, hizo su mayor esfuerzo para planear todo a la perfección, aunque no iba a desmentir que necesito la ayuda de sus dos queridas amigas Nami y Robin, quienes sabían mucho sobre citas; su plan era simple, iba a llevarlo de picnic a una hermosa pradera que no estaba a más de una hora de su hogar.

• ———————————————— (🍙)

Nervioso rebusco por todo su armario algo bonito que pudiera usar para la ocasión; cuando Zoro le pidió que tuvieran una cita, estaba más que entusiasmado, pues amaba cuando su esposo tomaba la iniciativa para este tipo de planes, pero ahora que estaba a solas en su habitación ,a solo una hora de que el mencionado llegase a recogerlo, empezaba a entrar en pánico, creía que tenía buen sentido de la moda, pero ¿por qué su mente se había quedado en blanco?, no podía concentrarse, ¿qué se supone que debía usar?, ¿algo formal?, ¿o algo más relajado?, pues no sabía a donde irían.

Decidido, optó por usar una camisa de botones rosada junto con un pantalón y zapatos color beige, ojeando su outfit en el espejo, se dio a sí mismo el visto bueno pues sentía que lucia bien, a pesar de haber engordado el consideraba que no había perdido su encanto; sentándose frente a su tocador, pudo escuchar la silla crujir, ahora en su estado actual, era más común escuchar como los muebles se quejaban ante su peso; restándole importancia se apresuró, aplicándose un poco de maquillaje, algo de rubor y un poco de labial algo no tan llamativo pero que favorecían sus rasgos, se acomodó el cabello con su usual fleco tapándole el ojo, solo que ahora decidió ondulárselo un poco, finalizando con un poco de perfume, su corazón latió con fuerza pues esperaba que a Zoro le gustase su aspecto.

• ———————————————— (🚬)

Con el golpeteo en la puerta supo que el contrario ya había llegado a recogerlo, tomando un poco de aire para relajar sus nervios y dándose un último vistazo en el espejo, fue a recibir a su esposo, quien al abrir la puerta lo sorprendió con un gran ramo de rosas, un sonrojo no tardo en instalarse en sus mejillas, pero el no era el único asombrado pues el peli verde había caído ante lo hermoso que se veía el rubio:

- Eh... yo te traje estas rosas - se maldijo a si mismo por estar tan nervioso, pero no podía evitarlo estando frente a tal preciosidad -
- Gracias Zoro - sujetando las rosas entre sus brazos las olfateó un poco - están bellísimas
- No tanto como tú - aunque ese comentario se le había salido inconscientemente - eh! digo, te ves muy bien cejitas - exaltado ante sus propias palabras -
- Tu también te ves bien marimo - riendo con disimulo pues sabía que cuando Zoro se ponía nervioso, se le llegaba a salir uno que otro comentario que lo avergonzaba - ¿nos vamos?

Subiéndose al carro, batalló un poco para colocarse el cinturón de seguridad pues su barriga le obstruía el camino; Zoro se colocó en el asiento del conductor, aunque temía que este se perdiera como era su costumbre, se tranquilizo al ver que sacó su teléfono abriendo el GPS; el trayecto no fue tan largo, por lo que llegaron rápido a su destino; bajando del carro sintió cómo la fresca brisa de verano recorría todo su cuerpo, contemplo todo a su al rededor, estaba maravillado ante el paisaje, pues habían flores que adornaban toda la pradera y montañas de fondo, era simplemente una vista estupenda.

𝐈𝐧𝐝𝐮𝐥𝐠𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora