El ruido de la ciudad se escuchaba desde temprano con los primeros rayos del alba, el pitido de los autos era ya como una sinfonía diaria que duraba casi todo el día, sin embargo al mismo tiempo se respiraba cierta paz y tranquilidad en aquel sitio. En una pequeña casa, algo apretada entre una fila de estructuras aparentemente similares en aspecto, pero con pequeñas diferencias allí y allá; una joven mujer revisaba su guardarropas ubicado a un costado de su cama tendida, sobre la cual se encontraba una laptop que parecía conectar una video llamada.
Un vistazo a la pequeña edificación era suficiente para determinar ciertos detalles sobre la propietaria. Por ejemplo, la cama única y pequeña podía indicar que aquella mujer vivía sola, su escritorio ubicado justo frente a la cama se encontraba lleno de expedientes y en un perchero colgado detrás de la puerta de aquella habitación había una sudadera con un gafete con su rostro, nombre y algunos otros datos importantes, como por ejemplo su profesión. ¿Psicóloga? Definitivamente se trataba de un buen trabajo, aunque bastante exigente en muchos aspectos, pero nada que ella no pudiera controlar por el momento. La recepción de aquella casa no era muy grande y solo tenía espacio suficiente para algunos muebles y la televisión; la cocina era cómoda y tenía lo indispensable, algunos aparatos electrónicos como un horno, un refrigerador, un microondas, cafetera, tostadora y lo que parecía un lavaplatos automático, además tenía varias estanterías en la pared en la cual guardaba varios de los utensilios de cocina, así como una despensa completamente llena de suministros pues al parecer hace poco había realizado las compras para la semana. El baño estaba recubierto con mármol blanco y negro en las paredes, y losas en el suelo para evitar accidentes resbalosos, una taza y una ducha acompañaban a un lavamanos sobre el cuál había un hermoso espejo, aunque este solía empañarse frecuentemente con los vapores desprendidos del agua caliente de la ducha. Desde la cocina podía bajarse al sótano de la edificación, un lugar que era usado por la dama para guardar algunos artículos que ya no usaba y prefería mantener controlados en un lugar para mantener limpio su espacio circundante, también se encontraba la lavadora junto a la secadora, así como las tuberías de la calefacción, el gas y por supuesto, la caja de fusibles. La casa tenía pocas ventanas, aunque se encontraba bastante iluminada, así como sus puertas parecían haber sido fabricadas con algún tipo de madera oscura, pero muy bonita.
Definitivamente el espacio reducido del lugar podría parecer un problema, pero la verdad es que aquella ocupante se encontraba muy a gusto en ese lugar, resulta que solía ser bastante quisquillosa con el orden y la limpieza en general de su espacio. Sin embargo volviendo con ella, quien seguía en aquella llamada desde su habitación, se escuchaban algunas risas del otro lado de la pantalla mientras la dama de largos cabellos dorados se sentaba sobre la cama con algunos objetos muy específicos. Su piel blanca era tersa y suave, algo que resaltaba solo con el simple hecho de mirarla, su cabello relucía aún más bajo aquella luz de su habitación, sus hermosos ojos negros brillaban y engrandecían aquella sonrisa risueña y relajada. Aquella hermosa joven era Pacífica Noroeste, única hija de la familia más adinerada de su pueblo natal Gravity Fall. ¿Pero qué hacía la heredera de la familia Noroeste viviendo en un lugar tan pequeño a varios cientos de kilómetros de su hogar natal? Descalza mostró a la pantalla dos pomos de pintura para uñas.
-"¿Y bien? ¿Cuál se ve mejor? ¿Rosa brillante o morado?"
-"¡Rosa brillante!"
Respondió una pequeña voz algo chillona llena de emoción y júbilo, la dama de dorados cabellos observó los dos colores mostrándose pensativa por un momento, luego sonrió convencida.
-"Muy bien, morado será entonces."
-"¡Oh por favor! ¿Es en serio? ¿Entonces para que me preguntas?"
-"Je, ya me conoces Mabel. Entonces... ¿Qué es lo que me estabas diciendo?"
La imagen de la pantalla mostraba a una joven mujer de largos cabellos castaños y una enorme sonrisa, además traía puestas unas extrañas gafas algo graciosas, al fondo podía verse un cielo nocturno, o más bien lo que parecía ser una noche que recién comenzaba. Aquella joven era Mabel Pines, a quien conoció en su juventud allí en la lejana Gravity Fall, y si bien ambas no se llevaban muy bien al principio, tras una serie de acontecimientos inusuales acabaron volviéndose buenas amigas. La dama rubia comenzó entonces a pintar las uñas de los pies con calma mientras continuaba la conversación con su amiga.
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Unidos en el Umbral
Mystery / ThrillerPacífica Noroeste, residente en Massachusetts, recibe una petición de su amiga Mabel Pines. Esto llevará a reencontrarse con el hermano de su amiga a quien conoció hace años cuando vivía en Gravity Fall. Sin embargo este reencuentro no es ni por aso...