El sol del mediodía calentaba un poco las frías temperaturas ambientales, incluso en aquella época del año el asfalto se calentaba lo suficiente como para ser notable. El sonido de las máquinas recorriendo los caminos era ensordecedor, el metal, los motores y las bocinas creaban una cacofonía dispar y carente de orden; sonidos a los cuales uno se acostumbra rápidamente pasando a ignorarlos para centrarse en otras cosas más importantes.
Este era el caso de Pacífica, quien se encontraba leyendo en el octavo asiento de la izquierda de un autobús, quedando junto a la ventana; llevaba un rato de viaje en dirección hacia la ciudad en la que vivía en compañía de Dipper Pines, quien aparentemente había quedado dormido pues la joven de dorados cabellos había dejado de escucharlo hace un rato. La revista que traía entre sus manos le resultaba interesante, aunque sus ojos ocasionalmente se sentían pesados llegando a ver algo borrosas las letras; aun así ella luchaba contra el sueño, si su compañero se había quedado dormido ella no podía darse el lujo de hacer lo mismo pues corrían el riesgo de pasarse de la parada a la que se dirigían, lo que menos quería era llegar al extremo opuesto de la ciudad. Por otra parte, podía sentir un peculiar aroma a incienso poco usual, solo podía suponer que era cosa del propio conductor quien había esparcido algún tipo de aromatizante para refrescar el ambiente y tal vez ocultar malos olores; aunque no podía negar que el aroma le resultaba agradable.
Desviando un momento la atención de su lectura, su mirada se dirigió por un instante al paisaje que podía apreciar a través del traslúcido cristal de la ventana que tenía a su lado. Dejando escapar un pesado suspiro pudo apreciar cómo pasaban cerca de un cartel que indicaba que el destino al que se dirigían desde la interestatal 93 que habían tomado, Boston, se encontraba cerca… Extraño… Por el tiempo que llevaban viajando, ella juraría que las distancias debían de ser incluso más cortas, después de todo se movían a una velocidad considerable, de hecho… Tal vez fueran ideas suyas pero tenía la impresión de que el vehículo iba cada vez más y más rápido, hasta tal punto que era evidente que superaban el límite establecido de velocidad para aquella carretera, esto puso un poco inquieta a la dama.
-“Dipper, ¿no crees que estamos yendo muy rápido?”
Dijo con relativas sospechas formándose en su rostro, sin embargo no obtuvo ninguna respuesta por parte del chico. En ese momento recordó que era posible que él estuviera dormido, por lo que se volteó hacia él para despertarle… A su lado no había nadie.
-“¿Dipper?”
Inquieta, observó a su alrededor, no tardó en darse cuenta que el vehículo de transporte público en el que viajaba se encontraba vacío de pasajeros; solo estaba ella, y la sombra del conductor del autobús que podía apreciar frente al volante más adelante. Consternada se puso en pie y abandonó su asiento para salir al pasillo central del vehículo, al hacerlo notó como la velocidad se incrementó aún más, tanto que no pudo evitar tambalearse un poco y casi caer, cosa que hubiera sucedido de no haberse sostenido de una de las agarraderas superiores.
-“¡Oiga! ¡Espere un momento! ¡Deténgase!”
Gritó ella con relativa dificultad mientras notaba como la velocidad seguía en aumento, de hecho iban tan rápido que era casi imposible distinguir el paisaje exterior a través de las ventanas frontales. El conductor hizo caso omiso, como si no hubiera escuchado los gritos de su única pasajera, Pacífica caminó con algo de dificultad hasta el frente. El sujeto parecía totalmente concentrado en el camino, aunque era imposible ver por dónde iba debido a lo rápido que se movían, una vez estando lo suficientemente cerca, la dama de dorados cabellos le agarró del hombro con fuerzas para intentar obligarle a frenar, pues al parecer su voz ya casi ni se escuchaba e incluso en esos momentos le estaba comenzando a resultar difícil respirar. El conductor volteó a ver a la mujer ante el contacto directo, todo para el repulsivo horror de Pacífica, quien solo pudo ver un rostro irreconocible con sus cuencas oculares vacías, de las cuales brotaba un espeso y desagradable fluido negro. Ella no tuvo siquiera tiempo de gritar, pues al distraer al conductor del camino imposible de ver a esas alturas, el vehículo se estrelló abruptamente, la dama atravesó el cristal delantero debido a la fuerza del impacto. En ese instante Pacífica Noroeste despertó abruptamente, se encontraba sudando y su corazón palpitaba rápidamente obligándole a tomar fuertes aspiraciones de aire para ventilarse una y otra vez.
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Unidos en el Umbral
Mystery / ThrillerPacífica Noroeste, residente en Massachusetts, recibe una petición de su amiga Mabel Pines. Esto llevará a reencontrarse con el hermano de su amiga a quien conoció hace años cuando vivía en Gravity Fall. Sin embargo este reencuentro no es ni por aso...