Cap. 12: La Universidad Miskatonic I.

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Hacía frío aquella noche, resultaba imposible no salir al exterior estando abrigado adecuadamente. Salem dormía tranquilamente, la localidad siempre se había caracterizado por ser bastante pacífica a pesar de las múltiples trampas para turistas que abundaban por doquier; en un sitio muy específico podía escucharse el sonido de la música proveniente de un animado club nocturno, que si bien solía ser un sitio para desahogarse y olvidar los problemas, no era el lugar en el que se encontraba cierto joven de castaños cabellos.

Al contrario, nunca sintió mucha pasión por la bebida pues recordaba las malas experiencias que le habían hecho pasar durante su juventud, cuando todavía vivía en Gravity Fall; el sabor nunca fue de su agrado, pero era la moda de la juventud por lo que se dejaba llevar para encajar en aquellos ambientes. En un principio sentía leves mareos cuando su nivel de alcohol en su organismo comenzaba a sobrepasar cierto umbral, luego empezaba a perder la conciencia de sí mismo y hacía todo tipo de acciones llamativas y en opinión de su “yo” sobrio, vergonzosas; cosas típicas de borrachos podría decirse… Pero todo cambió un día, cuando en su estupidez por culpa del alcohol casi pierde al amor de su vida por culpa de algo que ni siquiera le gustaba; era duro de recordar, era un milagro que Pacífica le haya dado una oportunidad para enmendar su craso error… Desde entonces, Dipper Pines ha procurado mantenerse completamente alejado de la bebida.

¿La música tal vez? Bueno, la música ha ido cambiando mucho con los años sin lugar a dudas, tampoco es que fuera un fanático alocado como lo era su hermana gemela con ciertas bandas populares, pero ciertamente tenía sus propios gustos musicales y alguna que otra canción favorita… Por supuesto, nada semejante a lo que se veía en la actualidad; en su opinión sincera, la música se ha ido volviendo más obscena y teme que en el futuro solo vaya a peor. Por lo tanto, tampoco tenía razones para estar dentro de dicho establecimiento, sin contar que lo que menos quería en ese momento era tener compañía de cualquier tipo.

No, el sujeto se encontraba escuchando la música involuntariamente, no es como si tuviera más remedio después de todo estaba justo en la cera del frente, en donde estaba la parada del autobús que se encontraba esperando para marcharse de Salem nuevamente. Vestía con una gabardina marrón y gris en la que guardaba sus manos para abrigarlas del frío, un largo pantalón de holgada tela negra cubría sus pies calzando a su vez un viejo calzado de una marca de ropa que ya no existía para esa época pues había quebrado tres años atrás. A su espalda cargaba una mochila verde oscuro de modesto tamaño de la cual colgaba por un costado una especie de largo bastón alargado de metal, aproximadamente de un metro de largo a simple vista, tal vez un poco más; en el interior de la mochila traía algunos libros importantes que no podría dejar en el refugio dadas las circunstancias, así como unas cuantas herramientas y otros objetos con los cuales pretendía remplazar los perdidos en su accidentada experiencia en el Monte Round. Alrededor de su cuello llevaba una larga bufanda de rojo oscuro, aunque la tela lucía algo vieja debido a lo desteñido del color y lo arrugado que se mostraba en algunos bordes; sobre su cabeza el joven de castaños cabellos vestía con su característica gorra, un recuerdo que posee un gran valor sentimental para él, aunque en esta ocasión posición baja de la gorra junto con la bufanda, lograban ocultar parcialmente la expresión y rostro del joven investigador.

Pretendía viajar y pasar un tiempo fuera mientras avanzaba en su investigación personal, de esa forma Pacífica podría quedarse a salvo en Salem durante un tiempo a la vez que se mantenía alejada de él. Un rápido vistazo a las manecillas del reloj en su muñeca, fue suficiente para darse cuenta que llevaba casi una hora esperando el autobús, tal vez era todavía algo temprano pero era molesto estar allí parado con aquel frío, sabía que debería haber revisado previamente los horarios del transporte, sin embargo para ello tendría que acercarse mucho a ciertos sitios y correr el riesgo de ser reconocido por las autoridades. Aburrido, decidió aprovechar un poco su tiempo; de su gabardina sacó un libro en el cual empezó a tomar anotaciones, usaba como fuente de luz aquella farola que había a tan solo un par de metros a su derecha en la parada; por un momento se preguntó a sí mismo qué pensarían las personas al ver a un sujeto parado en aquel sitio frente a un club, escribiendo… Sin lugar a dudas podría ser sospechoso, pero en esos momentos aquello le daba completamente igual. ¿La razón? Ya poco le importaba lo que pensaran de él a esas alturas de la vida, además dudaba enormemente que realmente alguien se molestara en darse cuenta siquiera de su presencia en aquel sitio.

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