Cap. 7: Las Seis Hebras.

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-"¡Eres unas Noroeste! ¡Nuestra familia no tiene por qué involucrarse en los asuntos de pueblerinos de clase baja!"

Se escuchó el retumbar de una prepotente voz masculina, quien parecía hablar con superioridad y con una pequeña esquirla de enojo y frustración. La dama de largos cabellos dorados miraba a su alrededor confundida, solo veía sombras y oscuridad; incapaz de distinguir siluetas, reconocer olores o siquiera palpar nada... Sin embargo, esa voz, aquella voz inequívoca que había retumbado como un eco palpable entre las tinieblas, era la voz de su propio padre. ¿Cómo no reconocerla? ¿Cómo no sentir repudio hacia dicha voz después de todo lo que había sufrido por su culpa? Por sus venas corría la misma sangre, la sangre de un Noroeste, miembros de la élite mundial.

-"¡Tu padre y yo estamos decepcionados jovencita! ¡Una dama no se comporta de esa forma! ¡Todo es culpa de ese muchacho Pines!"

Pero la realidad es que si la Casa noroeste llegó a ser lo que era, fue únicamente gracias a las mentiras y el engaño durante varias generaciones, escalaron una montaña de cuerpos que ellos mismos iban apilando hasta llegar a coronarse en lo más alto de su cima. Esta vez, la segunda voz, era claramente femenina y tenía un tono enojado; provenía sin lugar a dudas de la voz insufrible de su madre.

Ninguno de sus padres nunca tuvo un mínimo de respeto y cariño auténtico por ella. ¿Qué podría esperar de alguien que incluso te niega un abrazo en tu propio cumpleaños?... Con solo diez años... Para ellos, Pacífica Noroeste no era más que una de sus tantas herramientas que podían usar a su gusto, un trofeo que podían exhibir como aquellos tantos que adornan los estantes de cierta habitación de su hogar natal. Ella debía ser perfecta, no había cabida para fallos o errores de ningún tipo... ¿Pero acaso existe la perfección en el mundo?

-"¡No metas a Dipper en esto mamá! ¡Fue mi jodida maldita idea! ¡Estoy cansada de sus absurdas reglas!"

Cierto... Un ligero recuerdo llegaba a su mente, esa tercera voz era sin lugar a dudas la suya propia hace un par de años, no había cambiado mucho... ¿Por qué se escuchaba a sí misma tan enojada? De hecho no podía recordar el motivo de aquella discusión que tuvo con sus padres, aunque si la discusión en sí misma. Pero lo más extraño... ¿Por qué estaba recordando aquel desagradable momento? ¿Y en dónde se encontraba? ¿Acaso todo era un sueño? No podía ver nada a su alrededor después de todo, sin embargo se sentía tan... Consiente, tan despierta, como una especie de sueño lúcido.

-"¡Hey! ¡Pacífica!... Nathaniel Noroeste no fundó Gravity Fall y toda tu familia es una farsa."

Esa voz... ¿Dipper? Cierto... Conocía al muchacho Pines desde hace tiempo, fue en aquel primer verano en Gravity Fall donde todo comenzó... Al principio solo sabía que era el gemelo de una niña tonta y rara llamada Mabel Pines, con quien tenía cierta rivalidad... Esas, esas habían sido las primeras palabras que él le dijo, como una especie de venganza hacia ella por burlarse y humillar a su hermana. Claro, aquellas no habían sido meras palabras vacías a modo de insulto, vinieron con información documentada de los tiempos en los que surgió el pueblo de Gravity Fall allá por 1863. Recordaba que aquel había sido un duro golpe para ella, tardó días en asimilarlo, y ello conllevó al surgimiento de nuevos problemas en su ambiente "familiar". Contradictoriamente, en la actualidad, ella era amiga de Mabel Pines, y por si fuera poco volvía a hacer equipo junto a Dipper, en la que sería hasta el momento la situación más extraña y complicada en la que jamás se había visto involucrada... Sin contar el famoso evento del Raromagedón, algo que cree ser insuperable teniendo en cuenta los extraños fenómenos antinaturales, y de origen totalmente ajeno a su mundo, que tuvieron lugar en ese momento.

Extraño... Por algún motivo tenía agujeros en su memoria. Podía recordar perfectamente los sucesos que se dieron lugar poco tiempo después, en donde el joven Pines le ayudó a expulsar a un espectro poderoso que había lanzado una maldición sobre su familia; aquella fue la primera ocasión en la que desobedeció a sus padres... Sin embargo... Otras cosas, como por ejemplo la primera vez que vistió un vestido morado y se enamoró del color; le resultaban ajenas, no podía recordar los detalles de ese día a pesar de que fue un momento importante para ella, cuando aún vivía en la ignorancia de ser una pequeña niña mimada y adinerada y se encontraba ajena a cualquier tipo de problemas. Incluso eventos más recientes, como cuando adquirió el local en donde hacía las consultas de su trabajo; no podía recordar cómo es que se había decidido por el lugar, o siquiera recordaba haber visitado el local con anterioridad para pensar sobre si usarlo o no, era como si lo hubiese tenido desde siempre... Pero más importante aún que esas nimiedades...

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