Cap. 14: La Oscuridad Susurrante.

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Los tenues colores crepusculares de la tarde se veían levemente opacados por aquellas nubes grises que cubrían los cielos sobre Gravity Fall. Era sin embargo, bastante reconfortante a pesar de lo que pudiera parecer a simple vista, la razón se debía a lo apreciada que sería recibida aquella lluvia por todos después de una larga y calorosa temporada. De hecho, el calor era tan fuerte, que el turismo en la orilla del lago de Gravity Fall aumentó considerablemente, y eso a pesar de los rumores que se daban sobre la presencia de una criatura de gran tamaño nadando por las aguas; así de desesperados estaban todos por refrescarse y sentir el dulce alivio recorrer sus cuerpos.

Las dos ruedas de una bicicleta morada giraban rápidamente sobre un sendero del bosque que rodea al pequeño pueblito, su pintura lucía reluciente y tenía algunos detalles que brillaban como la plata, al frente traía las palancas de cambio junto con su correspondiente cableado; atrás traía una parrilla de plata de la que colgaba un letrero que enmarcaba: "P.N. Rules". La bicicleta era pedaleada habilidosamente por una jovencita de afilada y determinada mirada, conducía por aquel sendero con gran maestría como si conociese el camino de memoria, definitivamente no era su primera vez en aquella zona del bosque.

La joven dama escuchaba música desde sus audífonos, conectados a su teléfono celular el cual guardaba y sobresalía levemente de la morada chaqueta que cubría su blusa azul oscuro, guardado cuidadosamente en uno de los bolsillos de la chaqueta para que así el movimiento de sus piernas al pedalear no provocara un tonto accidente con el dispositivo. A su espalda traía una mochila, una muy simple sin bolsillos con cremalleras por todas partes, además era de pequeño tamaño y parecía un mero accesorio más que un bolso útil para guardar cosas; pero es que justamente era esa accesibilidad para llevar cosas pequeñas sin complicaciones, lo que ella necesitaba en ese momento. Su largo cabello dorado, algo que le hacía destacar y fácilmente reconocible en aquel pequeño pueblo, se agitaba gracias al viento durante el trayecto, sin importarle en lo más mínimo ser despeinada; no era algo por lo que debería preocuparse ya que, no pretendía impresionar a nadie manteniéndolo perfecto, más bien, no lo necesitaba siquiera. La sonrisa creada por sus labios se acrecentó cuando se desvió del sendero repentinamente llegado a cierto punto, cayendo por una leve colina que le acortaría bastante el trayecto que estaba recorriendo y es entonces, que finalmente llegó al que parecía ser su destino... Una modesta cabaña en el bosque adornada con extraños letreros, y con algún que otro artefacto raro en el techo, el letrero más grande nombraba el lugar que casualmente resultaba ser uno de los sitios turísticos de Gravity Fall: La Cabaña del Misterio.

-"¡Pacífica!"

Escuchó la joven dama de dorada melena cómo una voz gritó su nombre, en un evidente llamado de atención. Al voltear en una dirección pudo observar a una joven que aparentaba ser de su misma edad, aunque se veía más alta... ¿Más alta? Eso era imposible. Pacífica siempre fue quien tenía mayor estatura. Fue entonces cuando, mientras bajaba de su bicicleta dejándola recostada al cobertizo que daba a la entrada de la vieja edificación de madera, que Pacífica notó como aquella chica cabalgaba orgullosamente sobre un gran y gordo cerdo. El animal de considerable tamaño era rosado aunque sus patas estaban manchadas de sucio lodo, su nombre era Pato, ha sido mascota de aquella extraña joven durante muchos años. La chica que lo cabalgaba, vestía un suéter de arcoíris que parecía haber sido tejido a mano y exponía un largo cabello castaño que llegaba hasta su cintura, pero sobre todo mostraba una gran sonrisa que parecía imposible de borrar. Lucía bastante animada mientras saludaba con su mano, ante aquel saludo la dama de dorados cabellos se acercó con una sonrisa burlona mientras guardaba sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

-"Hey, buenas tardes Mabel. También para ti Pato. Por cierto Mabel... ¿Por qué estás montando al cerdo?"

El animal hizo un sonido de cerdo muy gracioso, como si pudiera comprender el saludo de la joven, aunque ciertamente podía reconocerla pues ella solía visitar frecuentemente la cabaña. Mabel no pudo evitar reír un poco ante la pregunta de su amiga, de hecho se mostró orgullosa de sí misma y enderezó su postura para mostrarse superior.

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