CAPÍTULO 24

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MARATÓN 9/10

T/N FONSECA.

Me encontraba sentada en mi escritorio, encerrada en la oficina, eran cerca de las dos de la tarde y mi estómago rugía hambriento, sin embargo, no podía dejar de mirar los bocetos que tenía para los nuevos diseños.

Sentía que me estresaba cada vez más a medida que trazaba, borraba y corregía algún diseño, ni decir de la gran cantidad de hojas que había en el basurero.

En ocasiones mi vista se desviaba a aquel pelinegro que yacía cómodamente en el sofá de la oficina, a pesar de comer algo y ya sentirse mejor decido quedarse a arruinar la poca paz que tenía, suficiente tenía con que invadiera mi espacio en casa para que también lo hiciera en el trabajo.

- ¡Ya no puedo más! - grité ofuscada, tomando todas las hojas del escritorio y lanzándolas al aire.

Amaba el diseño, diseñar era mi sueño y mi pasión desde niña, amaba mi carrera y era consciente de lo que significaba trabajar bajo presión, sin embargo, el hecho de que el trabajo fuera para el icono más grande de la moda y mi idola desde la adolescencia hacía que todo fuera más difícil.

Sentía que la presión era el doble, no quería por nada del mundo defraudar al hombre y a la mujer que me estaba brindando la oportunidad de mi vida, darle una mala impresión no solo como jefes sino también como suegros me aterraba.

¡Por Dios! Era una temática tan simple, que aún no entendía por qué no podía plasmar mis ideas adecuadamente, solo constaba de una línea de ropa de estilo Art Nouveau, eso era todo, diseños perfectos que se vieran perfectos en Cesar, Carlos y Christian, quien sería los que modelarían.

- ¿Qué sucede? - mire a Cesar, se encontraba sentado en el sofá mirándome fijamente. Le hice una mueca como respuesta, no quería aguantar sus bromas y sus comentarios odiosos ahora.

- Mujer, todos tus diseños son buenos, deja de atormentarte.

- Es que no entiendes, no tienen que ser buenos, tienen que ser perfectos - suspire pesadamente mientras me levantaba de mi silla, hora tenía desorden que levantar.

- Son diseños que verá nada más y nada menos que Paola Parra y Ramón Parra, no puedo entregar cualquier cosa, quiero entregar perfección y calidad - él sonrió y se levantó de su silla acercándose al desorden de papeles tirados en el suelo. Se quedó mirando, fijo unas hojas y saco su celular.

- Mira - me paso la foto que acababa de tomar con el celular - ¿Ves eso?

- Es perfecto - corrí a tomar mi libreta y empecé a dibujar lo que mostraba la foto, algunas hojas quedaron superpuestas y armaron los primeros conjuntos, junto lo que necesitaba, la composición, el estilo y los patrones, era como un rompecabezas, solo debía unir las piezas en el lugar indicado y ¡Voila!

Aun con libreta en mano caminé hasta sentarme en el sofá, mi mano parecía tener vida propia, se movía con rapidez sobre el papel, y menos de nada tuve diseñado el segundo conjunto, ahora solo faltaba cinco.

- Te quedó perfecto, tal y como querías - la voz de Cesar me sobresalto haciéndome saltar en mi lugar. Su rostro estaba a centímetros del mío

- Diablos, Cesar. Olvide que estabas aquí - me toque el pecho sintiendo el corazón palpitar sin control en mi pecho, retire un poco mi rostro del suyo y mire fijo mi cuaderno - Sí, quedó hermoso.

Aún sentía la respiración de Cesar cerca de mi cuello, y extrañamente su cercanía me ponía nerviosa, me levanté del sofá para alejarme un poco de él yendo directamente a donde acababa de hacer un desorden de diseños.

Me dispuse a levantar las hojas, no quería que Ramón o Paola entrará en algún momento, viera este desastre y pensará que no tengo seriedad en mi trabajo.

- ¿Quieres ir a almorzar? - me pregunto Cesar, mientras me ayudaba a levantar las hojas.

- ¿Quién eres y que hiciste con el idiota con el que me case? - su comportamiento era extraño.

- ¡Eres insoportable! - grito asustándome, se giró y lanzo los bocetos que tenía a la mano - Me voy a comer solo, ridícula - camino hasta la puerta con pasos largos y antes de abrir la puerta me hablo - Odio tu asquerosa presencia, ya estoy aburrido de ti y tus comentarios de mierda, ojalá te largues lo más pronto posible de mi vida - con esto salió dando un portazo.

Suspire pesadamente antes de seguir levantando mis cosas, sus palabras me habían dolido un poco, sin embargo, preferí no darle mucha importancia, sentí que la puerta se abrió, pero no preste mucha atención a quién había entrado.

- ¿Te encuentras bien, T/n? - Madelaine se encontraba a mi lado ayudándome a levantar mis cosas - ¿Qué sucedió? ¿Por qué lloras? - toque mis mejillas, de verdad estaba llorando y no me había dado cuenta.

- No lo sé.

- ¿Te hizo algo ese idiota? Porque si es así juro que lo voy a destrozar - negué con la cabeza.

- Tal vez estoy sensible por mis días - ella me miró con incredulidad - Bien, te contaré, pero vamos a comer algo ¿Sí?

Durante el camino fui contándole todo lo ocurrido, desde el día de la boda, la noche de bodas, la mañana siguiente, las bromas de los días siguientes, sus acercamientos y su extraño comportamiento algunas veces, ella me escuchaba atenta. Llegamos a una cafetería cercana, aún seguía hablando de lo sucedido mientras nos sirvieron la orden.

- Creo que tú le gustas, amiga - escupí el café que tomaba sobre ella - Asquerosa,

- Yo no puedo gustarle, es casi imposible - dije mientras ella limpiaba su cara.

- Nada es imposible, amiga. Eres una mujer hermosa, cualquier hombre gustaría estar contigo - cualquiera menos el que yo quería.

- Sí, claro.

- Enserio, y Luis no cuenta, es un patán poco hombre - negué.

- Es un buen hombre, solo que no soy su tipo ideal, pero tú si, ya deberías corresponderle ¿Qué más debe hacer ese pobre hombre para que le prestes atención? - sabía que a ella gustaba de él, pero el hecho de que me gustara a mí hacía que ellos no pudieran estar juntos, pues Madelaine no quería que me sintiera mal.

- Mejor no.

- Mejor sí, vamos Madelaine sé que te gusta, dale una oportunidad, deja de pensar en que podría pensar yo, porque la verdad me voy a sentir muy feliz de verlos juntos - mentí un poco, pero no podía hacerle eso a ella.

- T/n - ella se veía dudosa de hablar - ¿A ti te gusta Cesar? - quedé con mi cuchara a medio camino.

¿Me gustaba Cesar? La respuesta era más que clara, No, no me gustaba Cesar, solo me ponía nerviosa, pero no me gustaba.

- Creo que tu silencio me lo confirma.

- ¿Qué? No, claro que no, no me gusta Cesar - el todo fue decir su nombre y fue como invocarlo.

La puerta del baño se abrió dejando salir una rubia de senos operados acomodando su cabello y blusa y atrás de ella salía Cesar, tan descarado como siempre acomodando su pantalón, sentí ira combinada con algo de decepción y algo más que no supe definir.

Al verme él se quedó pasmado en su lugar, se veía nervioso, quite mi vista con desagrado y me levante de la mesa rápidamente, tenía que salir de allí. 

Forzando el Amor 🎶🎸♥️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora