Park Inju
Teníamos trece años cuando mi hermano y yo regresábamos del colegio, en ese tiempo yo pertenecía al equipo de tenis, y Jimin siempre esperaba por mí para ir a casa juntos.
Cuando ambos entramos a casa entre risas y bromas, los gritos dentro de ella nos paralizaron, los cuales provenían de nuestros padres. Entonces, entendimos que "Otra vez había sucedido"
Para nadie dentro de nuestra pequeña familia era un secreto que mi padre sostuviera amoríos con otras mujeres que no eran nuestra madre. Solo que esta vez se había fijado en la mujer equivocada, la entonces mejor amiga de mamá.
Lee Haewon, una joven actriz que alcanzó el estrellato a tiempo récord y que del mismo modo terminó por retirarse luego de casarse con Jeon Seongsu, un magnate importante de la región y también un gran amigo y socio de nuestra madre.
—¡Los mellizos se quedan conmigo!—nuestra madre fue la primera en reclamarnos, y aún si tuviéramos que decidir, definitivamente estar con ella era mejor opción que hacerlo con nuestro incompetente padre.
Y siempre que me expresaba de él, no podía dejar de repetir las mismas palabras de nuestro abuelo, quizá en eso estábamos muy de acuerdo.
—Estás loca, no voy a permitir que mis hijos se queden contigo y con el tirano de tu padre. Todos sabemos que al anciano solo le preocupa crear herederos a su modo.
Es natural, nuestra madre es su única hija y nosotros sus nietos, de modo que, seremos los siguientes en liderar los negocios de la familia Park. Por esa razón nuestro padre encuentra conveniente que mi hermano y yo estemos bajo su tutela.
Porque Jimin y yo somos un negocio rentable para todos los adultos que nos rodeaban. Menos para nuestra amada madre, que perdimos la cuenta de todas las veces que nos protegió de nuestro autoritario padre.
—Cuánto dinero quieres para tu campaña ¿Quieres ser el próximo senador? Yo puedo lograrlo por ti, pero a cambio, Inju y Jimin se quedan conmigo.
Las expresiones de nuestro padre se ensombrecieron cuando Park Ahmi le mostró de lo que ella y su dinero eran capaces de hacer. Quizá, ese era uno de los factores por el que nuestro padre buscaba mujeres que pudiese controlar todo el tiempo, algo que jamás pudo hacer con mamá.
Pero no era para menos, mi madre fue quien construyó la impecable imagen de Kim Dakho; gracias a eso, se hizo de un estatus en la política del país. Y además, es un hecho notorio que mi padre no logra superar por sí mismo, porque aún sigue dependiendo de Park Ahmi para sobresalir, en consecuencia, él odiaba que su esposa brillara más que él.
El odio por su esposa definitivamente comenzó cuando sus propios hijos ni siquiera llevaban su apellido. Y en eso el abuelo tenía mucho mérito; era curioso porque en los registro familiares mi hermano y yo legalmente figuramos como hijos de Park Seojun, nuestro abuelo, quien al momento de que nosotros naciéramos accionó todos los medios legales que existían para que mi hermano y yo no perdiéramos su tan preciado linaje.
Y volviendo a los eventos de nuestra adolescencia, en ese momento, lejos de que mi hermano y yo nos quebráramos, alzamos los vítores en favor de Park Ahmi, entendiendo perfectamente de dónde venía ese peculiar apodo que la prensa sensacionalista le fincó.
"La maestra de los negocios" porque Park Ahmi logró dominar el arte de negociar.
—¿Crees que puedes comprarme otra vez?
Entonces, mi padre levantó la mano dispuesto a arremeter en contra de Ahmi, cuando de pronto, el brazo de Jimin lo detuvo casi de golpe provocando que todos nos quedáramos estupefactos ante la mirada ardiente de mi hermano que buscaba ponerle un alto a la arrogancia de nuestro padre.
—No te atrevas a tocar a mi madre bastardo.
Desde ese día, nuestra madre y yo supimos que teníamos a un león en casa, y no nos referíamos a Kim Dakho. Porque gracias a la presencia de mi estoico hermano, nuestro padre tendría que pensárselo más de dos veces para acercarse a mi madre y a mi.
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Jeon Jungkook
Lo gritos en nuestra familia ya eran una costumbre, sobre todo los reproches de mi padre hacia mi madre cada vez que encontraba a un nuevo amante. Solo que esta vez mamá había sobrepasado la línea de tolerancia, y no solo mi familia estaba rota, sino también la de los vecinos de enfrente.
Todo había sido caótico.
Recuerdo vívidamente que ese día papá pasó por mí al colegio, y en el camino nos encontramos a la señora Park en la cafetería donde compraba algunos bocadillos para los mellizos, con quien no solo habitamos el mismo vecindario, sino de igual manera compartíamos el salón de clases.
Mis padres y la señora Park eran grandes amigos, gracias al círculo social que compartían Jeon Seongsu y Park Ahmi desde jóvenes. Era una dama sumamente distinguida, intelectual, joven y muy guapa, que incluso sus mellizos heredaron los bonitos genes de la mujer. Y papá siempre decía que era una gran madre.
Algo que no puedo decir de mi ausente madre ¿Cuando fue la última vez que la vi?
Ni siquiera recuerdo, pero el día lo que lo hice, sentí que mi vida era toda una tragedia, y no pude sentirme tan asqueado como lo hice esa tarde.
La señora Park aceptó el viaje en coche de papá, y cuando llegamos a casa, vimos el coche del señor Kim aparcado en nuestra cochera, provocando que los dos adultos se sorprendieran.
Y lejos de ser un doloroso recuerdo, fue sublime la forma en como te das cuenta de que los adultos pueden mentir con tanta facilidad.
Esa tarde, no solo yo me privé de probar el pastelillo de chocolate que papá compró para mi, sino también los mellizos Park se perdieron de un buen pie de limón.
Y así es la historia de como el destino de los hermanos Park y el mío se entrelazaron aún más.
