Capítulo III. Hora tres - 9:00 p.m.

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-¿Qué piensas?
-Estoy soñando con escapar- Julia estudió la escotilla cuadrada de metal encima de sus cabezas –Piensa, si te alzo ahí arriba, ¿podrías reventar y abrir esa cosa?
-De ninguna manera- Respondió sin vacilar Lena -No tienes ninguna posibilidad. No conseguirás que esta Sra. Rosen suba el Árbol de Navidad- Julia reconoció la referencia inmediatamente. La Aventura de Poseidón... uno de sus favoritos absolutos. Su valoración de Lena aumentó una muesca, casi contra su voluntad. Dejó caer su mirada, se sentía algo nerviosa con el cosquilleo en su vientre. Ella dio a Lena una sonrisa burlona.
-¿Dónde está tu espíritu de aventura?
-Probablemente en casa con mi libro, mi gata y mi bañera- Dijo Lena con un bufido de impaciencia -Me niego a subir hasta allí. No estamos en un barco que se hunde. No nos hará daño quedarnos dónde estamos y esperar ayuda
-Esto hace daño a mi productividad- Protestó Julia. Una vez más, levantó los ojos anhelando el techo.
-Oye, yo no voy a hacer una película de desastres contigo por el bien de alguna propuesta estúpida- Dijo con firmeza -Siempre he dicho que sería el primer personaje en morir si estuviera en una de esas películas. Estoy convencida de que, de hecho, no soy tan inteligente o tenaz... o afortunada, y mi vida es más importante que el ir a trabajar otro viernes por la noche
-¿Importante para quién?- Murmuró Julia.
–Aprovecha este tiempo para relajarte- La expresión de Lena se suavizó en una sonrisa lisonjera -Me comprometo a tratar de mantenerte entretenida
-¿Este entretenimiento involucra la mala música y un baile desnuda?
-Sólo si lo pides amablemente- Hizo una pausa -Técnicamente, la media hora se acabó hace dos horas- Julia movió la cabeza. La parte trasera de su cuello se sentía caliente de vergüenza renovada.
-¿Cuánto ha pagado Scott?- Lena chasqueó la lengua y entregó a Julia una mirada de desaprobación leve.
-Ahora, eso es entre Scott y yo. Si quieres saber, le puedes preguntar
-Lo haré si alguna vez salimos de aquí
-Pensé que los teléfonos celulares funcionaban dentro de los ascensores- Dijo Lena. El suyo estaba en el suelo entre ellas, desechado porque no pudieron conseguir señal -La tecnología. Apuesto a que te sientes desnuda sin ella ahora mismo, ¿no?- Julia logró una cabezada avergonzada.
-Sí. Creo que es como una manta de seguridad para mí en este momento. Me siento muy vulnerable...sin mi equipo
-Yo estoy igual- Lena sostuvo sus manos, sacudiéndolas con temblor exagerado -Ya me estoy poniendo nerviosa ante la idea de no revisar mi correo electrónico por las próximas doce horas
-Mi bandeja de entrada tiende a disminuir en los fines de semana- Julia permitió una sonrisa autocrítica -No creerías cuántas personas toman un descanso del trabajo el sábado y el domingo
-Bueno, tengo algunos emails relacionados con la escuela, pero la mayoría es personal, especialmente durante los fines de semana. Así que lo compruebo todo el tiempo- Ella nunca habría tomado a Lena como un friki del ordenador, Julia reflexionó. E-Mail y La Aventura de Poseidón. Ella estaba llena de sorpresas.
-No todo el correo electrónico es personal como las cosas de familia habituales de mamá y papá
-¿Dónde viven?
-Royal Oak
-¿Tienes hermanos y hermanas?
-Un hermano, más joven, la última vez que lo comprobé. Todavía está prácticamente viviendo en casa con mis padres
-No tengo ningún hermano, pero siempre creí que habría sido divertido- Dijo Lena -Tengo unos amigos realmente buenos por todo el mundo. Amigos en línea, ya sabes. No soy...- Inexplicablemente, se sonrojó -No soy la clase de persona que sale mucho a los bares o algo, mis amigos íntimos tienden a ser estos que encuentro en línea. La amistad se concentra más en la comunicación el uno con el otro, más que distraernos con la comida y el alcohol- La comprensión de que había estereotipado a Lena hizo sentir a Julia estúpida y con vergüenza. No tenía idea de quién era esa mujer, pero la había insultado de todos modos. Queriendo compensar su falta de sensibilidad, trató de tomar un interés por la afición en línea de Lena.
-Así que... ¿Cuáles son algunos de los lugares donde viven tus amigos?
-Australia- Lena parecía feliz de hablar por fin de cómo conocer a gente nueva -Francia. Ah, y algunas veces le escribo e-mail a esta mujer realmente interesante en Portugal- Julia intentó imaginar ser amable con un extraño virtual, alguien que nunca había visto antes en la vida real. El infierno, apenas se podía manejar para hacer amigos cara a cara, no podía imaginarse el estar separados por kilómetros de océano. Scott era su amigo porque habían crecido juntos nada más.
-¿De qué hablan ustedes?- Preguntó.
-Dios, cualquier cosa. ¿Qué está pasando en nuestras vidas?, nuestras preocupaciones, nuestros miedos. Política, religión, eventos de actualidad. Sexo- Lena se detuvo para dispararle una sonrisa lobuna.
-Siempre el sexo- Julia podría sentir que el rubor se arrastraba a través de su cara, un ataque imparable contra su calma. Vacilando durante sólo un momento, preguntó: -¿Te gusta... el cibersexo?- Lena se rio mucho tiempo y con fuerza por la pregunta inesperada.
-No, nosotros sólo hablamos de lo que nos gusta, lo que queremos, lo que nos gustaría probar. Lo que hemos fantaseado- Julia se sintió increíblemente incómoda con la dirección que la conversación había tomado. Sin embargo, no pudo resistirse a una última pregunta.
-¿Alguna vez has tenido cibersexo?
-Oh, claro- Dijo Lena, agitando una mano desdeñosa -De vez en cuando. Normalmente, cuando me siento muy desesperada y la masturbación por sí sola no va a bastar para mí. Está bien, pero no es tan divertido como la cosa real, ¿sabes?- Casi como una ocurrencia posterior, añadió -¿Lo has probado?- Aunque no había ninguna razón real para ella de ruborizarse, después de la revelación de Lena, la cara de Julia estaba en llamas.
-Sí, una o dos veces
-He tenido cibersexo con un hombre, una vez- Dijo Lena -Sólo para ver cómo era, te diré algo, si los hombres son la mitad de malos en la cama como este tipo era con el teclado, estoy segura de que no me pierdo absolutamente nada- Julia se encogió de hombros.
-Probablemente no- Ella había tenido un solo encuentro con hombres y mujeres en línea. Los hombres tienden a llevarla a la muerte con su fraseo crudo y flagrantes faltas de ortografía. Por no hablar de toda la típica charla del pene.
-¿Así que no son tan malos en la cama como cuando están en línea?- Preguntó. Julia pensó en Jason Lewis, su primer y único novio.
-A veces
-No te gusta hablar de sexo, ¿verdad?- La mirada amistosa de Lena parecía llena de pesar, y tal vez un poco de piedad. Julia miró su regazo, desesperada por una forma de enviar su conversación en una dirección diferente y quedó totalmente en blanco. Después de un período de silencio incómodo, le preguntó:
-¿Crees que podríamos cambiar de tema?
-Claro, seguro- Lena estiró una de sus largas piernas, escabulléndose lejos de la pared para empujar uno de los pies de Julia con la punta de su zapato -¿Qué haría feliz a la niña del cumpleaños? Entonces, ¿de qué quieres hablar?- Inevitablemente, la mente de Julia se negó a ceder a pensamientos de sexo ideal con Lena. Imaginó cerrar sus labios en uno de los turgentes pezones que había visto antes, chupando con fuerza la carne rosada. Jesús, contrólate. Se aclaró la garganta.
-¿Qué libro te ibas a leer esta noche?- Ella hizo una mueca por la forma en que su voz chirrió en la conclusión ilógica. En la bañera. Desnuda. Lena ocultó una amplia sonrisa detrás de su mano.
-No es un intento muy bueno de cambiar de tema, me temo. Era una colección de literatura erótica lésbica- Dios mío, está obsesionada con el sexo. Julia movió la cabeza.
-Por lo tanto, estoy atrapada en un ascensor con una ninfómana lesbiana
-No puedo pensar en cosas peores que me puedan suceder en un viernes por la noche- Replicó Lena -Y yo no me considero una ninfómana. Sólo en posesión de un muy saludable, aunque poco utilizado, no es que sea de tu interés, sano deseo sexual
-Bien, mientras guardes aquel sano deseo sexual en tu lado del ascensor vamos a estar bien- Julia se arrepintió de sus palabras tan pronto como vio el dolor en los ojos tranquilos de Lena. Sí, Lena, en el momento en que creo que podría estar bien, voy y hago esto absolutamente segura de que sé que soy una idiota, pensó.
-No te hagas ilusiones- Murmuró Lena. Mierda, pensó. Ella sólo había querido dirigir la conversación de sexo, no alienar a su única compañía para la larga noche. Luchando para empujar lejos su metedura de pata verbal, rápidamente se armó con otro tema de los recuerdos de su charla hasta ahora.
-¿Así que estás en la escuela?
-Sí, en el Estado de Michigan
-¿Qué estás estudiando?
-Medicina veterinaria. Me gradúo en seis meses- Eso dejó a Julia fría. Por mucho que no lo pudiera creer, estaba profundamente impresionada. Y se sintió muy tonta recordando sus comentarios despectivos a Lena sobre no entender el placer de tener éxito.
-Wow. Uh, tu gata Isis debe estar muy orgullosa de ti, ¿eh?- Lena sonrió y arrugó la nariz, de la manera más adorable.
-Excepto cuando práctico con ella
-Tus padres deben estar orgullosos, también- Era una tentativa ostensible de pescar más información, pero Julia no se preocupó. Ella tenía un deseo extraño de averiguar cuáles de sus muchas asunciones eran incorrectas. Lena perdió su radiante expresión, aunque las esquinas de su boca permanecieran levantadas en una sonrisa nostálgica.
-Mi madre está muy orgullosa, sí- ¿No su padre? Julia no hizo la pregunta obvia, por miedo de crear incomodidad. En su lugar, se obligó a decir lo que debió hace un tiempo.
-Te debo una disculpa, ya sabes
-Yo sé- respondió Lena -¿Por qué?- Internamente Julia se quejó, sin embargo una parte de ella se alegró. Casi le gustaba que Lena no le permitiera salirse con la suya.
-Pido disculpas por los comentarios que hice acerca de la cosa de desnudarte. Suponiendo que hubiera sido tu carrera y todo- Lena le dio un guiño solemne.
-Aun si así fuera, no merecí ser tratada de esa manera. Conozco a muchas muchachas que se desnudan para ganarse la vida y, por extraño que pueda parecer, ellas realmente son seres humanos decentes
-Tomo nota- La cabeza de Julia había empezado a doler, profunda y constantemente. El dolor era sutil, pero ella sentía que éste podría escalar -Yo estaba molesta- Dijo, arrepentida -Estaba tratando de hacerte daño
-¿Así que no crees realmente que sólo soy una stripper barata?- Los ojos de Lena brillaron.
-No- Julia miró la fea alfombra estampada en el piso del ascensor. Recordando los pechos perfectos que ella había insistido a Lena cubrir, añadió: -Me imagino que eres la parte superior de la línea, en realidad
-No- Dijo Lena, con un gesto desdeñoso de la mano -No se necesita generalmente mucho con los hombres. Sobre todo si bailo para una mujer. Los tipos aman mirar a una mujer dar a otra mujer un baile erótico. Son fáciles- Julia se sintió mal de la vergüenza por el mismo pensamiento.
-Gracias a Dios yo estaba sola en la oficina. Dudo que los chicos con los que trabajo lo hubieran considerado muy "caliente" en absoluto. No conmigo implicada- Después de largos momentos de intenso examen visual que dejó retorciéndose a Julia, se sentó en otro lugar, Lena dijo:
-Eres dura contigo misma, ¿no? ¿Probable todo el tiempo?- Su voz era amable, pero la pregunta sacudió a Julia. Su cabeza empezaba a doler.
-Tú eres la que me juzgo como la mujer viva más aburrida, ¿recuerdas?- Incluso en la penumbra, podía ver la cara de Lena enrojecer.
-Supongo que es mi turno de decir lo siento- Dijo Lena -No quiero pensar que eso es cierto
-A veces lo es- Admitió.
-¿Ves? Demasiado dura contigo misma. Tiene que dejar de hacer eso- Julia dio un resoplido.
-No puedo hacer ninguna promesa. Sabes lo que dicen de los viejos hábitos
-¿Por el resto de la noche, al menos?- Lena fue tan seria en su solicitud que Julia no tenía el corazón para negarse.
-Sí, señora
-Ama- Corrigió Lena.
-¿Cómo dices?-
-Señora me hace sentir vieja. Ama me hace sentir como una dominatriz patea culos o algo así- El instinto de Julia fue retirarse, pero en su lugar, hizo algo inusual. Le quitó importancia.
-Que así sea, ama- Dijo con una ceja oscura levantada en diversión.
-Mucho mejor- Julia se rio entre dientes, luego se estremeció en su conciencia del creciente dolor. Por favor, no, pensó para sus adentros. No dejes que esta sea una de las malas.
-¿Pasa algo?- Le preguntó. Julia estaba muy concentrada en la respiración, tratando de evitar el dolor de cabeza masivo que amenazaba.
-Sólo una cefalea tensional. Los obtengo cuando me siento ansiosa
-¿Hay algo que pueda hacer para ayudar? Me gustaría tener un Tylenol
-Mátame
-No quiero hacer eso- Dijo Lena -Empiezas a gustarme. ¿Por qué no te acuestas? No puede ser cómodo estar sentada todo encorvada de esa manera- Julia dio al sórdido alfombrado una mirada escéptica.
-No me acostaré aquí, es asqueroso y no hay espacio- El dolor en su cabeza se intensificó, haciendo una mueca. Perfecto, estaba a punto de obtener el peor dolor de cabeza de su vida mientras estaba atrapada en un ascensor con una stripper hermosa, ninfómana y lesbiana que era casi una veterinaria. Ella gimió en su auto repugnancia. Qué perdedora. Antes de que Julia pudiera protestar, Lena se arrastró y le pasó un brazo alrededor de sus hombros -¿Qué estás haciendo?- La voz de Julia sonó fuerte y acusatoria. El choque por el toque de Lena dio paso a la agonía clara, y se agarró la cabeza con las manos. Lena la atrajo más cerca.
-Recuéstate sobre mí, pon tu cabeza en mi regazo y sólo trata de relajarte, ¿de acuerdo?- Apretando los dientes, Julia trató de sacudirse lejos.
-Estoy bien. Regresa a tu propio lado, lo haces peor
-No, tú eres la que lo hace peor. Si te acostaras sólo te sentirías mejor- Julia soltó un suspiro explosivo. Su cabeza se sintió tan pesada y dolorida que era todo lo que podría hacer para mantenerse en posición vertical. Lena no la soltaba -Deja de pelear conmigo- Dijo, tirando de Julia a su cuerpo suave. Un estremecimiento de placer atravesó a Julia cuando el brazo presionó en los pechos generosos de Lena. Tenía que admitir, que su regazo parecía muy atractivo. En lugar de luchar, se sorprendió al aceptar. Se movió, por lo que yacía la cabeza en el muslo de Lena, estirando las piernas a través de la longitud de la cabina del ascensor.
–Gracias- Susurró a Lena.

13 Horas (t.A.T.u.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora