El Omega De La Corona | Yoonkook.

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Temprano en la mañana y después de un desayuno igual de tenso por la presencia de ambos reyes Alfas, fueron trasladados al bosque cercano al palacio donde se realizará el primer día de caza.

En el sitio hay varias personas, Jungkook calcula unos 10 invitados, nobles, duques y ministros de los que no tiene ni idea de sus identidades, pero que no han apartado la mirada de él desde que llegaron.

¿Quizás estaban igual de sorprendidos de ver a YoonGi ahí?

Mira de reojo a su esposo que está a su lado, tiene unos pantalones de color negro ceñidos a sus piernas y una camisa blanca manga larga recogida hasta los codos, YoonGi ignora las miradas que recibe mientras arregla los detalles de su ropa, indiferente a su entorno como siempre. El sol está en su auge y está haciendo un poco de calor, de hecho Jungkook se arrepiente un poco de estar usando una de sus camisas de seda.

Amarró los mechones desordenados de su cabello en una pequeña coleta para impedir que le moleste a la hora de apuntar con su arco, últimamente lo ha dejado crecer un poco y le roza el cuello.

Está tan distraido que no nota la mirada profunda que YoonGi le da. — Te ves muy bonito.

El omega se sonroja, como cada vez que recibe un cumplido del alfa. — Estoy intentando prepararme. — dice intentando sonar enojado, mientras desliza guantes de cuero sobre sus manos.

La sonrisa de YoonGi es ladina.
— Te ves bonito aún así.

El castaño suspira, sintiendose frustrado por la sonrisa engreída en el rostro de su esposo, él seguramente ya está todo rojo y el alfa está imperturbable.

Decide cambiar de tema. — ¿Vas a participar también?

YoonGi niega. — Te esperaré aquí hasta que termine la competencia.

El alfa señala los asientos detrás de ellos, está instalado un pequeño asentamiento con todas las comodidades para cubrirlos del sol y Soobin está de pie justo a un lado de la mesa.

— Pensé que ibas a jugar también.

— No estoy interesado, estoy seguro de que tú lo harás bien.

Jungkook esboza una pequeña sonrisa en respuesta, su atención desviada cuando escucha la voz de un hombre dirigirse a todos los invitados para explicar las reglas de la competición.

No muy lejos de ahí y sentado en un pequeño trono está Taehyung, su barbilla reposa sobre su palma viendo de forma perezosa a sus invitados, conoce las reglas de su propio juego, no necesita que nadie se las repita por lo que presta poco o nada de atención. Sus ojos se detienen en Jungkook, soltando un suspiro mientras observa el rostro adorable concentrado del omega, y el pequeño moño que cuelga desordenado de su cabello que por supuesto le quedaba encantador.

— Estoy enamorado, Yeonjun. — dice, sus palabras arrastradas por un gran dramatismo. — ¿Has visto alguna vez a un omega más bonito?

El beta a su lado contiene un bufido, tiene tantos años al servicio de Kim Taehyung pero todavía le cuesta acostumbrarse a la personalidad del Rey.
Conoce del flechazo del alfa desde el festival de la cosecha, fue instantáneo y se convirtió en un largo camino de regreso a Occidente donde tuvo que escuchar sobre el enamoramiento de su Rey.

Taehyung nunca había mostrado interés por ningún omega en particular, incluso cuando desfilaron las mejores doncellas y jóvenes apuestos listos para ser esposados por el joven y poderoso rey de toda una nación.
Pero sin importar si eran eruditos, príncipes o princesas, nadie había logrado nada. Y sumado a la terquedad (y linda) necesidad de encontrar a su destinado, el Rey había pasado muchos años solo.