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— Necesito un favor.

El silencio que se extendió por el callejón junto con la mirada del grupo de hombres fijas en él, puso nervioso a Hoseok, quizás no lo recordaban, había pasado un tiempo desde la última vez que hablaron.

Carraspeó, una sonrisa nerviosa asomando en sus labios mientras se acercaba un poco más al grupo reunido. Incluso con la tenue luz de la llama de una improvisada fogata en el centro, podía ver en sus manos una baraja de cartas, parece que los interrumpió en medio de un juego. —Puede que no me recuerden, pero-

— ¿Cómo íbamos a olvidar al inocente niño de los Jung? — uno de los hombres más alto que Hoseok se levantó, acercándose para acariciarle el cabello como si fuera un niño. — El granjero que nos regalaba comida a escondidas de su familia.

Ante el gesto cariñoso, Hoseok sonrió con más confianza, reconocia al beta, Jay, era probablemente una especie de líder del grupo y también era quien lo ayudaba con algunas actividades de la cosecha antes de que perdieran contacto.

— Ven, siéntate. ¡Estás tan frio como un muerto! ¿Cómo sales sin nada abrigado encima? — Jay lo rodeó con su brazo y lo atrajo hacia uno de los asientos hechos con troncos de madera. Hoseok no puso mucha resistencia, necesitaba ganarse la confianza de estos hombres y tenía que ser lo más amigable que pudiera.

No es que no hayan sido amigos durante su niñez y eventual adolescencia, pero los caminos que ellos habían tomado y la relación con Min Yoongi los había alejado lo suficiente. Aunque si era honesto, no deseaba relacionarse mucho más.

— Nos enteramos de lo de tu granja y tu hogar, fue horrible ver como todo quedó en cenizas. — Jay dijo con una mueca en su rostro, barajando las cartas desgastadas por el tiempo entre sus dedos.

El omega guardó silencio por un momento, soltando un suspiro.
— El incendio fue tan rápido y devoró todo, no tuve tiempo de salvar muchas de mis cosas... — cuando Hoseok pensaba en su granja reducida a cenizas, su corazón se estrujaba, había arriesgado y perdido todo por YoonGi, es por eso que no podia simplemente quedarse de brazos cruzados.

De forma inconsciente apretó la caja que recelosamente había protegido del fuego de esa noche entre sus brazos, recordando que ahí tenía lo que podía ayudarlo.

— ¿Dónde te estás quedando ahora? — preguntó uno de los hombres, no recordaba su cara ni su nombre.

— Su Majestad creó un refugio hasta que se cumpla con la reconstrucción de todo lo que se perdió.

— ¿Oh? ¿Ese albergue? — escuchó la ironía en la voz de Jay, un deje de resentimiento.
— Nos acercamos para pedir que nos dejen pasar una noche pero nos negaron la entrada.

Bueno, si Hoseok era sincero, tampoco los hubiera dejado entrar. La fama del grupo no era precisamente la mejor, y los guardias como la mayoria del pueblo ya los tenian en la mira.
— Es que los guardias son un poco estrictos y estamos bastante llenos ahí...

Jay chasqueó la lengua mientras dejaba caer una carta sobre otro grupo desordenado en la mesa, en algún punto de la conversación habian iniciado un juego, Hoseok no le prestó mucha atención, sus ojos enfocados en el bailar de las llamas de la fogata del centro.

Por un momento, deseó acercarse un poco más a la fuente de calor, no había sentido el frío que estaba haciendo esa noche hasta ahora que sus brazos temblaron un poco.

Pero lo ignoró lo mejor que pudo.

— ¿Qué tanta diferencia hacíamos nosotros? Apuesto que había suficiente espacio, pero somos una molestia para el perfecto plan del Rey — dijo Jay, su tono duro y casi sarcástico.

El Omega De La Corona | Yoonkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora