Como de costumbre no dormí ni un segundo, ni siquiera intenté. Pues los zombis nunca descansan o tienen necesidades similares a la de los vivos. Solo matamos y devoramos de forma repugnante a los humanos.
En fin, después de visitar a La rana Clyde volví al avión. Prefiero no recordar como lo encontré. Su frente reposaba contra la ventana y parecía llorar, pero en realidad no lo sé, pues, su rostro no era visible. Su cuerpo temblaba ligeramente mientras gotas de su cabello pelirrojo caían por la chaqueta de cuero que yo le presté. Sus piernas se resguardaban dentro de esta.
Preferí ignorarlo e irme al asiento que decidí sería mi cama, pues fue en el primero que me senté. Pero a la mierda, todos son míos así que todos son mis camas. Increíble, tengo más camas que amigos, ¿pero quién los necesita? ¡Idiotas! Al menos tengo a La rana Clyde, él sí es un amigo de verdad.
Un nuevo día significaba otro día hambriento y caminando sin rumbo por las instalaciones del aeropuerto. Pero hoy, hoy será un día diferente, pues tengo a un judío bajo mi control. Lo extraño fue encontrarlo en la misma posición que anoche. Su frente seguía contra la ventana de su asiento, sus piernas seguían dentro de mi chaqueta. Ya no temblaba, eso era diferente. Creo que ese judío está durmiendo.
Me senté en un asiento, el cual estaba una hilera lejos de él. Mis torpes manos acomodaron mi cabello, creo que teniendo mi fleco hacia un lado se ve mejor o tal vez me veo ridículo de esta manera. Mmm, no creo, pues soy increíblemente guapo y fuerte. Mi cabeza se volteó en su dirección. Lo vi callado, su cuerpo estaba inmóvil.
¿Y si me como su cerebro? Está dormido, no se daría cuenta. Rápido. Calculado. Eficaz.
Me acerqué con rapidez, mi mano se posó en su cabello rizado y pelirrojo. Él siguió inmóvil. Mis dedos hicieron presión en su cabeza, y percibí una reacción de él. Me pareció escuchar un bostezo, y luego sus esmeraldas se encontraron con mi mirada.
—¡AGHHHHHHHH! ¡ALEJA TUS MANOS DE MÍ, CULO GORDO!— sus manos se posaron en mi pecho y me empujaron con fuerza. Yo no pude reaccionar cuando ya estaba en el suelo, mi cabeza se había golpeado con el reposabrazos de un asiento. El mismo zumbido en mis oídos se hizo presente, lo vi correr hacia el baño y encerrarse en este. Me quedé recostado ahí por un rato, no conté el tiempo. Así que no sé cuánto pasó.
Viendo al techo, me di de cuenta que ese judío tramposo y feo había atentado contra mi salud y había pasado por encima de mi autoridad.
Me acerqué al baño y toqué la puerta con fuerza.
No había respuesta.
Así que empecé a golpearla con mi pie.
Ninguna maldita respuesta.
Ahora empecé a empujar la puerta con mi propio cuerpo.
Y así es como se resuelven los malentendidos. Rompiendo la puerta y entrando a la fuerza.
—¡Imbécil demente! ¡Estás tan obseso que abriste la jodida puerta de un solo empujón!—dijo en voz alta y con un deje de terror.
Me acerqué a él corriendo. No medí mis fuerzas. Ni siquiera vi por donde iba. Solo sabía que ese maldito judío me estaba sacando de mis casillas.
No entendí una mierda cuando mi cuerpo estaba en la tina y el judío no estaba debajo de mí, suplicado por su vida.
Cuando voltee mi cabeza para buscarlo con la mirada, me topé con el mango de una escoba justo apuntado a mi ojo. Estaba a tan solo centímetros de atravesarlo y desgarrar mi inservible cerebro.
Mis ojos enfrentaron sus brillantes y nerviosas esmeraldas. Pero lo que me sorprendió fue ver como él arrojaba la escoba al suelo con fuerza, y salía a correr fuera del baño. Tarde unos segundos en salir de la tina y correr detrás de él. Pero yo no soy tonto, cerré todas las salidas y no hay ninguna escapatoria a menos que ese tramposo judío pueda atravesar paredes.
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El intangible corazón del chico come cerebros [Cartyle]
FanfictieEn la oscuridad de un mundo en el que la vida como la conocemos es historia, E, un muerto que ni siquiera recuerda su propio nombre, deambula en busca de cerebros. Para así probar los recuerdos de aquellos que viven sintiendo, aquellos que carecen d...