VII: Lagrimas con compromiso

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El judío se aburre con facilidad. No obstante, eso de cierta manera me preocupa.

Ahora hablo en serio.

Puede que a las cosas a veces no les dé mucha importancia, pero mi plan podría verse afectado si las cosas siguen así. El judío sale como Pedro por su casa del avión, se ve precavido, lo es en realidad. Pero aun así está poniendo todo en juego. Piensa que solo por tener su olor camuflado, puede salir completamente desapercibido, ¿Pero qué tan confiable es ese pensamiento?

Siempre lo acompaño, en este momento estoy a su lado, pues  estamos afuera del avión. A él no le gusta estar a dentro del avión, a pesar de ser humano e irremediablemente estar en peligro al estar en contacto con los demás zombis.

Al principio él era muy temeroso en ese aspecto, ¿Qué habrá cambiado dentro de él?

—No es seguro salir tanto.

Pero solo se mantenía en silencio.

Su mirada se veía ansiosa siempre que salíamos. Miraba a sus alrededores, con suerte no nos hemos topado con ningún huesudo, ¿Pero qué ocurriría si eso pasa? Esos hijos de la grandísima perra si notaran que es un vivo.

Son tan veloces, atroces, desagradables ... capaces de cualquier asquerosidad. Ellos son los que mandan aquí, esas putas siempre lo arruinan todo. Pero lo que no saben es que en las sombras, un misterioso y muy fuerte rey está desarrollado sus habilidades para erradicar a los de su especie.

Por un momento que mi mirada había perdido al judío, me di cuenta de que había empezado a andar más despacio. Su cuerpo en un instante permaneció estático, tal y como si sus esmeraldas se hubieran encontrado con un espectro terrorífico.

Vi en dirección a donde sus ojos apuntaban, era un zombi que de vez en cuando veo deambular erráticamente por el aeropuerto, justo como suelo hacer yo. A veces él solo se queda mirando a una pared, en este momento está mirando las grietas y las baldosas blancas y ligeramente sucias de una.

Es ese niño peli negro que parece un dildo, o bueno su cabeza luce como uno. Solo se podía ver la parte posterior de su cuerpo, no había ni un diminuto vistazo de su rostro.

Mi cuerpo entero entró en un estado de alarma y aflicción al ver como los pasos del judío se tornaron ansiosos y veloces, con la intención de acercarse a ese zombi.

Sujete su antebrazo antes de que el judío pudiese tocar a ese zombi y cometer suicidio. Él me vio con frustración y angustia, apartó mi mano de él. Pero justo al hacer esto, el zombi se dio media vuelta y se quedó viéndonos, perplejo y sumamente vacío.

Un jadeo se escapó de los labios del judío y sus ojos en un instante se cristalizaron y lágrimas empezaron a acumularse en sus ojos, su labio inferior tembló. Todo esto al ver el rostro de ese niño.

—I-Ike ... —susurró mientras su respiración era errática, su mano se posó en sus labios y sus pupilas se dilataban a causa del inminente terror.

El zombi gruñó y poso su mirada en el judío. Conocía esa mirada. Una de hambre y carencia de razón alguna. El judío no la reconoció, por esa misma razón su cuerpo se movió hacia el zombi con imprudencia, creando un ademán para así abrazarlo. El judío parecía no razonar tampoco, sus acciones detonaban una falta de conexión con la realidad. Parecía como si creyera que ese zombi estaba vivo.

Pero justo cuando el judío estaba a centímetros del zombi, lo sujete de la cintura y lo subí en brazos con bastante rapidez. El niño gruñó y empezó a correr detrás de nosotros, su respiración pesada y quejidos se hacían cada vez más agresivos mientras estaba intentando reclamar su comida.

El intangible corazón del chico come cerebros [Cartyle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora