VI: ¿Actitudes con o sin fundamento?

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Pasaron tres días después del suceso del rayo Clyde, ambos nos ignoramos mutuamente. El judío solo tenía las salchichas enlatadas, así que las racionó para no morir de hambre y no tener que pedirme ayuda para buscar más alimento.

No pienso hablarle, él debe arrastrarse por mí pidiéndome comida para no morir escuálido. Sin embargo, durante las últimas conversaciones que tuvimos, le dije que solo debía quedarse conmigo por unos días, mientras los zombis lo olvidaban, ¿y si ese indefinido tiempo se acaba? ¿Qué le diré? Mi plan estará arruinado. De igual manera, el no tener interacciones con el judío, arruina mi plan. Siento que arruinar la racha que tenía, ha hecho que me sienta más vacío de lo que estaba, como si mi progreso haya sido en vano.

Ya casi era el medio día, yo estaba quieto, muerto en un asiento del avión, uno en el fondo. Durante estos tres días el judío solo se ha parado para ir al baño, a veces solo se queda sentado en un asiento igual que yo. La mayoría del tiempo duerme, quisiera poder dormir yo también.

Ya me estoy acostumbrando a verlo dormir. Siempre duerme con las rodillas en su pecho mientras las abraza y su cabeza se recuesta en sus rodillas.

El resto del día fue casi igual. Sin embargo, en la noche, cuando iba a salir a caminar por el aeropuerto, el judío me dirigió la palabra.

—E. — antes de salir, lo vi y esperé a lo que fuera que quisiera decirme. Él parecía inexpresivo. —¿Podría saber cuánto tiempo exactamente debo quedarme acá secuestrado?—

Yo fruncí las cejas. No sé cómo actuar, su pregunta me enoja, pues no está respetando mi autoridad. Sin embargo, no puedo simplemente no darle una cantidad de tiempo, debo hacerlo para que él no decida irse por su propia cuenta.

Suspiro.

Intenté hablar, no me sale del todo. Creo que saldrá algo como.

—Quince.—

—¿Días?— preguntó mirando al suelo, luego sus ojos me vieron y yo asentí.

Puede que suene poco tiempo, pero si le digo que durará más, se irá. Me las arreglaré para que decida quedarse por más tiempo, de igual manera si no se queda por las buenas, tendrá que hacerlo por las malas.

—Supongo que bueno, ¿Vas a salir?— me preguntó, su rostro se veía agotado.

Yo solo asentí aburrido.

—Voy contigo, iré por algo de comer.— dijo descaradamente.

Yo negué con la cabeza y le di una expresión dura, salí del avión y lo dejé ahí dentro. Que se las arregle por su cuenta.

—¡Gordo, tengo hambre! ¡No te vayas así como así!—

¿Quién se cree que es? ¿Me ignora por tres días y luego planea que le traiga comida? Qué judío tan egocéntrico.

Ignore sus llamados y solo me fui caminando erráticamente.

Sin embargo, mis pasos cesaron al sentir un agarre fuerte en mi antebrazo.

El judío sujetó mi mano y untó un poco de sangre que camufla su olor en su mejilla. Luego me miró a los ojos con unas esmeraldas coléricas.

Suspiré. Gruñí, pero no vi otra salida. Me tocará acompañarlo, si se lo comen será mi fin, literalmente mi fin. Jamás podré volver a vivir.

Fuimos a la sección gastronómica del aeropuerto, el judío parecía un experto al caminar y gruñir como un zombi. A veces parecía tan natural, tenía tics en su cabeza y sus esmeraldas se tornaban profundas y misteriosas.

El intangible corazón del chico come cerebros [Cartyle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora