¡ES MUY GUAPO!

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Hinata

Al día siguiente por la noche, me encuentro en mi habitación, viéndome en el espejo. Llevo un vestido de color vino tinto con tirantes, volado en la parte de la falda, los combinó con unas zapatillas planas negras con detalle dorado. de accesorio solo llevo un collar dorado con un dije de color vino tinto.

-No me gusta usar vestido, pero mi mamá tiene una obsesión por verme con ellos puestos. Accedo a usar este solo porque hoy es un día muy importante para ella.

Se escuchan ruidos en la puerta y sé que es mamá para preguntarme si estoy lista.

Pasa. - le digo y ella entra en mi habitación. Sonrió al verla tan arreglada y bonita. Lleva puesto un vestido ajustado al cuerpo de color negro que le llega por las rodillas, unos tacones del mismo color, un collar plateado con unos aretes largos del mismo color, su maquillaje es muy sutil y tiene el cabello suelto.

- ¡Oh qué linda te vez mamá! - alago y se
sonroja.

- ¿Ya estás lista? - pregunta.

- Sólo me falta peinarme. - digo señalando mi cabello.

- No te demores deben de estar por.... - mamá es interrumpida por el timbre de la puerta. - Dios son ellos, voy a abrir, no tardes tanto.

- Okay. - digo y veo cómo rápidamente sale de mi habitación, sonrió por verla tan nerviosa, tomo el peine y comienzo la lucha con mi cabello, mientras escucho voces provenir del piso de abajo.
Cinco minutos después he logrado vencer mi cabello, así que me miro por última vez en el espejo y aliso un poco la falda del vestido con mis manos, quitando cualquier arruga. Salgo de la habitación y comienzo a caminar por el pasillo. Al llegar a las escaleras escucho la voz de dos hombres, suspiro preparándome para esto y comienzo a bajar las escaleras.

-Buenas noches. - saludo al llegar a la sala y tres pares de ojos dirigen su mirada hacia mí. Entonces es cuando lo veo. El chico enfrente de mí, él cual me imagino que es él hijo de Fugaku, me mira y yo quedo hipnotizada por ésos ojos. son color onix y son los ojos más hermoso que he visto. Rápidamente lo escrutinio y entonces caigo en la cuenta que no solo sus ojos son hermosos. ¡Dios todo él lo es!

Su cabello es negro, tiene unas largas y abundantes pestañas, su nariz tiene como una curvatura y sus labios son gruesos, tiene facciones duras que le dan un aire de chico malo, su piel es nivea y a leguas se nota que le gusta hacer
mucho ejercicio pues su complexión
musculosa lo demuestra.

¡Dios y yo pensando que no podía existir 
chicos más guapos que los de mi escuela! Esos son unos ogros comparados con este Dios griego.

- Tú debes de ser Hinata. - escucho que alguien habla y salgo de mi pequeño letargo, busco al dueño de aquella voz, me encuentro con un hombre sonriente y de igual manera sonrió. El hombre es de piel nivea igual que su hijo, su cabello es castaño, y sus ojos son del mismo  color de los de su hijo. Tiene pequeñas arrugas al rededor de ellos. Confieso que padre e hijo tienen cierto parecido, sobre todo la forma del rostro y su nariz. Es de la misma altura de su hijo y se nota que está en forma, pues su complexión es igual a la del chico. Sí es un señor muy guapo, mi mamá tiene buen gusto.

- Sí, así es. Supongo que usted es Fugaku. - contesto y afirmó.

- Así es, Es un gusto conocerte en persona, porqué he oído hablar tanto de ti, que creo que te conozco tanto como tú madre.

Sonrió y quiero decir que lástima que yo no sepa casi nada de él. Pero me guardo mi comentario para no parecer grosera.

- Él es mi hijo Sasuke. - dice señalando al joven que hasta hace uno minutos había acosado con la mirada. Sasuke sonríe de medio lado y me ofrece su mano, yo la tomo tratando de no temblar. - Es un gusto. - - musita.

- Igual. - es lo único que logro decir.

- Bueno, vamos a pasar a cenar - propone mamá y todos concordamos y pasamos al comedor.

- Te ayudo mamá. - digo y las dos nos dirigimos a la cocina.

La cena transcurre sin novedad, nos
mantenemos hablando de todo un poco y
yo he logrado no mirar cómo tonta a Sasuke y concentrarme en mamá y Fugaku.

El hombre presta atención a todo lo que
dice mi madre, la mira como si ella fuera la octava maravilla y eso me hace feliz, porqué entiendo que este hombre ama a mi madre. A mis catorce años yo no sé mucho de amor, ni siquiera he dado mi primer beso, pero recuerdo que una vez fuí a una boda con mamá, yo tenía once en ese entonces. Mamá y otras mujeres hablaban de la hermosa pareja de recién casados y de lo enamorados que estaban. Yo miré hacia la pareja y vi como se miraban, y es justo como mamá y este hombre se miran. Sonrió feliz por mamá, porqué ahora sé que si algún día yo no estoy cerca, ella tendrá a alguien haciéndole compañía.

Tres horas después ya nuestro invitados se han marchado y mamá y yo estamos en la cocina limpiando los trates.

- ¿Y qué te pareció Fugaku? - pregunta mamá pasándome un plato para que lo
seque.

-Bien, es muy agradable y se nota que está loquito por ti. - respondo y  automáticamente mamá se sonroja. - Es guapo para ser un viejo. - comento y ella me mira molesta. Sonrió por eso. - su hijo también es muy guapo. - musitó y esta vez creo que la sonrojada soy yo, porqué siento mis mejillas calientes. Mamá me mira un poco asombrada. -, ¿Qué pasa? - pregunto al ver su expresión.

-No sabía que ya te llaman la atención los chicos. - dice y ahora sí estoy segura que me sonroje. - Creo que es hora de que hablemos de...

- mama mama mama  Basta no. - digo poniendo mis manos al frente. - No necesito la charla. - digo haciendo comillas. - En la escuela ya nos han hablado de eso.

- No es lo mismo, yo soy tu madre y por lo tanto... - dice, pero la interrumpo.

- Mamá, por favor, ni siquiera he dado mi primer beso. - informo un poco incómoda. - Sólo fue un comentario.

- ¿Entonces no te gusta ningún chico? - pregunta.

- No, para nada. - respondo.

- Okey, no te incómodo más.

Respiro aliviada y seguimos con nuestra
labor.

mi sexi hermanastro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora