𝐈𝐈𝐈

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3 de julio del 2018

Fue raro, no pude llorar, pero mi alma estaba hecha pedazos

Los fuertes rayos del sol habían golpeado mi cara con fuerza desde las ocho de la mañana, era molesto estar acostado y tirando de las mantas para evitar lo más posible la molesta sensación, no sabía que hora era exactamente, pero podía saber que llevaba más horas de lo que había esperado realmente. No era que no quisiera levantarme, era más que nada porque mi mente estaba ocupada en otra cosa.

Me había acostado relativamente tarde, yo creo que pasando las dos de la mañana luego de que el chico que había estado en el patio se había retirado a la misma hora anterior, sabía que no era algo bueno al menos para mi estar despierto a esa hora y menos sabiendo el hecho de que tenia que estar despierto temprano para los exámenes diarios, pero era algo raro para mi, había algo de ese chico que llamaba mi atención, que me obligaba a mantener mi vista en el y con aquel deseo en mi débil corazón de bajar a su lado.

Un largo suspiro salió de mis labios algo resecos, era tedioso cerrar los ojos y que en mi mente se proyectara una vez más su silueta, creo que era la curiosidad de saber quien era y porque seguía aquella rutina. Realmente había intentado preguntarle al personal sobre el, pero siempre la respuesta era la misma, con aquellas sonrisas raras y luego una leve mueca que iba desapareciendo para simplemente ignorar olímpicamente mi pregunta, sobre todo el enfermero Kang, pero no era algo a discutir.

Una alarma sonó a mi lado, dejando en claro que ya eran pasadas las diez y que seguramente el desayuno ya estaba por llegar, y yo así, totalmente en pijama, desarreglado y seguramente con la marca de la almohada marcada en mi mejilla abultada. De todos modos me obligue al menos sentarme, ordenando de forma algo cansada las mantas que tenia encima mío, eran pesadas pero bastante cómodas en cierto punto.

En la espera comencé a recordar un poco que era lo que tenia hoy, ciertamente sabía que me harían los típicos exámenes físicos, medir la presión, sacar algo de sangre para nuevos análisis y si no mal recordaba, el Doctor Park iba a pasarse por la habitación para comentar lo que íbamos hacer en estos días, en pocas palabras, seria un día algo aburrido pero agitado, aunque tenia muchas ansias que fuera de noche esta vez.

El sonido de la puerta una vez más como era común, me saco de mis pensamientos, con el típico sonido de las ruedas de la pequeña mesa que arrastraba, la pequeña pero angélicas figura de Yeosang ingresando por la puerta, aunque su rostro una vez más se veía cansado, seguramente un turno nocturno pesado para el chico y eso que el era fácil de leer, el enfermero Kang no era alguien que ocultara mucho lo que sentía, de hecho solía expresarlo mucho por sus expresiones o sus pequeñas acciones poco disimuladas por sus manos.

—Buenos días San, parece ser que tuviste una noche algo complicada— Y no estaba equivocado, había pasado una noche bastante intranquila en cierto punto, pero había logrado retomar el sueño al menos unas horas. Igualmente le sonreí en respuesta, con mi vista puesta en la forma que acomodaba la bandeja a un lado mío y como comenzaba a ser costumbre, tomaba una silla cerca para sentarse con un suspiro poco disimulado. —¿Quieres hablar de eso?, es bueno soltar tus emociones, sobre todo con tú condición.

—Nada malo Enfermero Kang, solamente algunos pensamientos derivados a lo de siempre— Ahí estaba nuevamente esa sonrisa, claramente se notaba que el chico sabía a que me refería, después de todo, el día anterior había sido la misma respuesta ante su pregunta. No sabia si había algo importante con el chico del paraguas, pero fuera la respuesta que fuera, realmente me llegaba a tomar mucha más curiosidad de lo que esperaba.

Aprete los labios cuando sentí aquel pinchazo en mi brazo, nuevamente me había perdido un poco en el hilo de mis pensamiento como para haber ignorado por completo el hecho de que tenia a Yeosang a mi lado.

𝘌𝘭 𝘤𝘩𝘪𝘤𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘳𝘢𝘨𝘶𝘢𝘴 || WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora