𝐕𝐈

122 7 3
                                    


12 de julio del 2018

Me aprendí sus pequeños detalles, la forma en la que me observaba y su nerviosa forma al hablarme; Era caotico, pero su mismo caos llamo mi atención.

Choi SanUna calidez invadió mi mejilla, la suave y tersa voz logro calmar aquella niebla de emociones. Sentía un leve peso sobre mis piernas, pequeña humedad sobre mi cuello, mis músculos se sentían pesados, como si hubiera hecho la rutina más cansada de todas, pero era una sensación agradable, como si mil mariposas revolotearan sobre mi vientre. Era como sostener dos pesas en mis manos, pero con todo el esfuerzo, las eleve por lo que no veía.

Mis parpados pesaban una vez más, tal cual hace días atrás cuando no podía levantarme, deseaba abrirlos, desear saber que era lo suave y cálido que mis manos acariciaban, deseaba saber por que había un sonido tan armonioso a mi alrededor; Un suspiro salió en respuesta en el momento que nuevamente algo acarició mis mejillas, como si fueran de porcelana, aquel toque mas sutil pero cariñoso, fue ahí que me obligue a mi mismo para abrir mis parpados.

SanSu voz, era cálida, como un susurro de una sirena, como si te llamara para caer en sus brazos y vivir en una vil mentira. Mi rostro se sintió contraer ante la punzante sensación, era como si dos manos me obligaran a mantener mis ojos cerrados a la fuerza, era pesado y molestaba, por mucho esfuerzo que hacía, apenas podía ver un hilo de luz, un tenue color morado oscuro y una extraña figura que se posaba sobre mi. Te extraño... Me queje por lo bajo, intentando con todas mis fuerzas lograr mi cometido, lo estaba logrando poco a poco, pero mi vista no enfocaba lo que tenia tan bien lo que había sobre mi

No quería...Sus palabras se distorsionaron, pero por alguna razón que no sabía, lo que decía, era como recibir mil apuñaladas en todo mi cuerpo, sonaba como una suplica, un perdón a algo que no sabía; Gemí de dolor ante el movimiento que se generó, pero a la vez mis parpados de la nada se sintieron demasiados livianos, como si la carga que llevaban se hubieran ido con el peso del dolor. No estaba bien enfocado, no podía diferenciar el rostro de la persona que soltaba lagrimas amargas sobre mi, lo suponía, por el movimiento brusco de su cuerpo desnudo, por la forma en la que sonaba aquellos sublimes quejidos. Dime...San...¿Amas tú libertad?...

Por alguna razón mi pecho dolió, mi boca se seco por los pocos segundos que mi vista se enfoco, era algo irreal, algo extrañable, algo que no podía imaginar ni en lo que quedaba de mi vida; Mis manos estaban presionando de forma involuntaria la tersa piel húmeda y enrojecida. Mi cuerpo no correspondía a mis acciones, era, como si simplemente yo fuera un espectador de lo que estaba pasando frente a mis ojos, una situación que no creí que jamás vería. ¿Lo hubiera pensado acaso?, nunca, pero ahí estaba, el misterioso chico del paraguas sobre mi cuerpo, estaba completamente fuera de sus ropas, el sudor se repartía por su cuerpo, era algo ensoñador en cierto punto.

Pero era diferente, no era como el chico que yo estaba viendo estos días. Se veía, cansado, con grandes ojeras bajo sus ojos, su cabello usualmente peinado y brillante, carecía de su característico brillo natural, se veía, apagado. No podía controlar nada de lo que mi cuerpo hacía, tampoco lo que mis labios decían, era exactamente, como si estuviera viendo algo que no debía.

...Sin ti en ella...no me gusta, ¿por que lo hiciste? Me sentí fuera de lugar al escuchar mi propia voz y en menos de un pestañeo, estaba viendo la sublime escena como si fuera una tercera persona. Aún así, tampoco podía moverme o decir algo, era extraño verme a mi mismo, acostado sobre una especie de manta sobre el techo de algún lugar, había muchas cosas más que no podía distinguir, debido a que la vista comenzó a fallar nuevamente; Pero no podía sacar de mi cabeza mi propia respuesta, ¿a que se refería?, porque preguntaba eso, más bien, porque estaba soñando esto.

𝘌𝘭 𝘤𝘩𝘪𝘤𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘳𝘢𝘨𝘶𝘢𝘴 || WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora