—Tal vez deberíamos pensar en volver —dijo Lisa.
—Sí... tal vez.
Ya llevaban cinco días en la isla de Siborneo y aún no habían descubierto dónde se encontraba el general Terrin. Sí habían descubierto, no obstante, los restos de una batalla cerca de Levri. Los árboles de aquel lugar estaban quemados y el terreno se encontraba totalmente levantado, como si hubiera habido un gigantesco terremoto.
Una de las noches estuvieron a punto de ser alcanzadas por una de esas temibles criaturas, los wargos, pero afortunadamente consiguieron subir a un árbol y se salvaron. El enorme lobo no hizo más que rondar por la base del tronco unos minutos, echando dentelladas al aire y en su dirección, pero nada más. Sin embargo, había algo que se repetía cada día y cada noche, algo de lo que Lisa se había percatado.
—Me siento rara, Valia —había dicho la mañana siguiente después de la primera noche—, es como si alguien nos estuviera observando.
La joven exploradora también lo había sentido, pero había procurado no decirle nada a su hermana para no asustarla.
— Sí, yo también lo noto.
Así era día tras día, con una sensación incómoda.
Sêlboro las observaba todos los días desde su pompa, analizando cada uno de sus movimientos y, sobre todo, comprobando que no encontraran nada que pudiera comprometerle. Ya había dado por sentado que eran aquellas dos chicas quienes le producían esa extraña sensación, pues habían osado invadir su isla, por lo que no tardaría en poner remedio al asunto. Lazs ya se había marchado hacia Gotherrim y no tardaría en hacerse con el diario, mientras tanto, él se encargaría de poner orden en su isla.
Se acababan de subir a un árbol alto y las dos se encontraban abrazadas para protegerse del frío. La noche en la que el wargo casi las atrapó no fue de casualidad; él había sido el causante de enviar al enorme lobo en pos de ellas con el fin de analizar sus habilidades. Sabía que no corría peligro enfrentándose a una exploradora y a su hermana pequeña, pero ya se llevó una sorpresa con el Medio Espíritu que lideraba las tropas y no quería encontrarse con nada nuevo. Pero no hubo suerte. Las dos chicas escaparon sin pelear; debieron de pensar que el wargo era un rival demasiado poderoso para ellas, y no se equivocaban.
Esperó diez minutos más y se puso en marcha. No se molestó ni siquiera en aparecer justo al pie del árbol, sino que se tomó la libertad de ir caminando hasta ellas, disfrutando de la noche. A Sêlboro le gustaba mucho la tranquilidad de la noche, y más si el cielo estaba tan claro como en aquella ocasión. Disfrutaba mucho viendo las estrellas y observando el firmamento. Había noches en las que, si se hallaba en la posición correcta, era capaz de ver Orevan con total claridad, pues era un planeta luminoso. Como cada noche, salió de su mansión con paso tranquilo y levantó la mirada hacia el cielo, pero no vio el planeta. Bajó la cabeza y siguió caminando, como si aquello no le molestase lo más mínimo.
Al igual que la noche en la que acabó con el general Terrin y el grupo de Nacwar, se sentía eufórico y necesitaba disfrutar del momento todo lo que pudiera, regodeándose con todo lo que veía. Mientras se adentraba en el magnífico bosque de Siborneo pensó en ello y en qué era lo que le producía aquel entusiasmo. Tal vez fuera la necesidad de victoria, de saberse el más poderoso de todos; o tal vez fuera que iba a enfrentarse a un Medio Espíritu. Como cualquier elfo, él también odiaba a los Medio Espíritus; más que nadie, de hecho. Disfrutaba matando, pero aún más si era una de esas odiosas criaturas quien moría, y si era con sus manos, mejor. Solo quedaba ese cabo suelto y pronto acabaría esa incómoda sensación. Las tenía ahí delante.
Lisa no podía dormir y no hacía más que dar vueltas entre los brazos de su hermana. Valia tampoco podía dormir y no comprendía por qué. Intuía que era por la extraña sensación que hacía que se sintiera observada, la cual ahora se había acentuado repentinamente. Procuró no darle importancia y se relajó con su hermana entre brazos.
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BÚSQUEDA - Parte 2 - El camino del Portador
FantasyTras conocer la existencia de su abuela y despertar sus poderes destruyendo el castillo de Matheroth, Sara deberá afrontar nuevos retos mientras Sêlboro la persigue incluso cuando es llevada de vuelta a la Tierra. Entrenará, conocerá el desprecio de...