BÚSQUEDA - Parte 2 - El camino del Portador

13 - VUELTA

Sara se giró rápidamente y descubrió, atónita, a Nebraska tras ella, con los ojos como platos de la impresión.

—No puede ser —volvió a decir.

Sara se levantó de un salto y vio cómo el wargo se ocultaba de Nebraska tras ella, ojeándola de vez en cuando.

—¿Me has seguido?

—Sí, solo quería ver a dónde ibas. Aléjate de él, Sara, es peligroso.

—No, no lo es. No es más que un cachorro.

—¿Qué? ¿Un cachorro? ¡Es enorme! Sepárate lentamente de él.

Entonces el wargo salió de detrás de Sara y se lanzó hacia Nebraska, quien no pudo reaccionar a tiempo y la derribó. La chica intentó quitárselo de encima, pero no pudo. Sara reaccionó con rapidez y se lanzó hacia adelante para quitarle de encima a la bestia, pero cuando se acercó, descubrió que el lobo intentaba lamerle la cara.

—Quítamelo de encima —repetía Nebraska sin poder respirar apenas.

Sara sonrió y empujó al pesado animal hacia un lado.

—Me recuerda mucho a mi perro, Dix.

Nebraska se incorporó jadeando y quitándose las babas del pelo y la cara.

—¿Por eso has venido aquí?

—Creo que sí.

El wargo, como si hubiera entendido lo que estaban hablando, le dio un suave cabezazo en la pierna a Sara y la miró con unos extraños ojos.

—¿Por qué está aquí solo?

—No lo sé, pero cuando he llegado he visto que me estaba esperando.

—¿Esperándote?

—Anoche no vine a entrenar —confesó—. Salí a dar un paseo después de haber tenido una premonición y acabé aquí, donde lo encontré. Yo también pensé que me atacaría nada más verme, pero ocurrió exactamente lo mismo que contigo. Entonces recordé a mi perro, por eso he querido verlo de nuevo.

—Entiendo.

El wargo no hacía otra cosa más que mirarlas alternativamente, comprendiendo lo que decían.

—Le has puesto nombre, ¿verdad? —preguntó sarcásticamente.

—Sable.

Nebraska giró la cabeza y le dirigió una mirada escéptica, hasta que se echó a reír sonoramente. Sara sonrió también, siendo consciente de lo cómico de la situación.

—¿Por qué le has llamado Sable?

—Por ese colmillo —señaló el hocico del lobo.

—¿Qué tiene que ver? —preguntó sin comprender.

—Ya te lo contaré —sonrió—. Volvamos a casa.

Sara se despidió del wargo acariciándole suavemente la cabeza y ambas salieron del bosque caminando lentamente.

—Me da pena dejarlo solo por la noche —comentó Sara mientras atravesaban el bosque.

—Tengo que reconocer que lo estás llevando mejor de lo que creía —dijo repentinamente Nebraska.

—¿El qué?

—Haber dejado atrás toda tu vida.

—Me cuesta muchísimo, y más en estos casos, cuando veo algo que me recuerda a mi vida anterior.

—Siento mucho que todo haya ocurrido tan rápido. Creo que nunca te lo había dicho.

—Supongo que no me queda más remedio que asumirlo —se resignó Sara.