❝Roseanne Park es una alfa, fuerte y segura, concurre una noche al burdel Petit Omega para culminar el día de su cumpleaños, casi obligada por la amiga de la vida, pero está segura de que es mala idea.
Lo que no sabe, es que conocerá a una omega de...
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Los días que sucedieron pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Como de esos en los minutos y las horas pasan, y uno ni siquiera atina a darse cuenta de que así era.
Tan rápido como la Navidad y año nuevo pasaron, enero también estaba llegando a su fin, tan frío y helado como siempre, uno en el que no perdonaba nada ni a nadie, y dónde la blancuzca nieve cubría por completo la ciudad, los lagos se congelaban y los copos de nieves danzaban en el viento, miles de millones de ellos.
Y Rosé lo veía desde el ventanal de su oficina, en la que tenía una vista panorámica de una de las partes más exclusivas de Londres, ahí en el edificio donde estaba la sede central de Park Enterprise.
Un vaso de café bailaba entre sus manos, transfiriendo calor a su piel. Eran las 8am y recién acababa de llegar, el frío que se colaba en sus huesos entre que bajó del auto y entró al edificio era tanto, que temblaba en demasía.
Se sentó frente a su computadora y estuvo tecleando por varios minutos, contestando e-mails, revisando cuentas y desde su celular, haciendo llamadas.
ㅡ... la adquisición de la empresa se va a realizar en los términos que Park Enterprise disponga ㅡesperó a que la voz detrás del auricular hablara y entonces volvió a hacerlo. ㅡBien, por favor, Wendy dile que se comunique conmigo lo antes posible. Gracias.
Colgó el intercomunicador, y suspiró con cansancio. Las tratativas para la fusión con una pequeña empresa la tenían de los pelos, y no es que fuera la primera en ser absorbida, o los ridículos pedidos que hacían los dueños para aliarse a su empresa, sino que lo más complicado era tratar con alfas, que creían ser el centro del mundo, lo cuales eran bastantes hostiles en estos días.
La puerta de su oficina se abrió de golpe, y un sonriente Doyun entró al recinto de su hija. Traje negro al cuerpo y zapatos marrones. Rosé sonrió a penas, devolviendo la mirada a su padre y luego a su computadora. Todavía estaba un poco dormida.
El alfa mayor era el dueño de absolutamente todo, y Rosé era su heredera por ser la mayor de sus hijos.
ㅡ¿Has visto a Seungwan, hija? ㅡRosé cerró los ojos, y maldijo por lo bajo.
ㅡEhm si, la vi al entrar y hace rato me trajo unos documentos. ¿Por qué? ㅡpreguntó, restándole importancia.
ㅡ¿Ya has hablado con ella? ㅡVolvió a preguntar, ignorando su pregunta.
Rosé sabía a dónde se dirigía la conversación.
ㅡ¿Sobre la empresa que vamos a incorporar? Si, ya le he dicho que-
ㅡNo, no, eso no ㅡhizo un ademán con las manos, exasperado.
Rosé suspiró, y se dignó a sacar los ojos de la pantalla y dirigirlos a los de su padre. Éste la miraba con avidez y teniendo una mueca, como si supiera algo que ella no, o viceversa. Fuera, la tormenta de nieve se había aplacado un poco, pero el frío era atroz.