Conocí a Alastor un 10 de julio, fue un día realmente agradable; el sol brilló fuertemente e iluminó con cierto tono amarillo que dio alegría a las calles de la ciudad, hubo una breve brisa que dejo una sensación fresca y agradable, además, un aroma dulce invadió el aire, sin duda alguna fue un día perfecto, perfecto para desayunar en mi cafetería favorita.
Ese día arreglé mi apariencia un poco más de lo usual; mi presentimiento me dijo que iba a ser un gran día. Me desperté por eso de las 7 de la mañana, tenía poco tiempo de haberme mudado a mi propio departamento, por lo que en ese momento no tenía muchos muebles más que mi cama, un par de sábanas y algunas cajas que no desempaqué. Me levanté y me coloqué mis pantuflas de patitos amarillos, me di una refrescante ducha con un jabón corporal con olor a coco, rasuré la poca barba que asomaba de mi rostro, peiné adecuadamente mi cabello y utilicé mucho fijador, como siempre, para mantenerlo estable. Saqué del armario uno de los trajes que ya había planchado, un traje blanco, con un fino bordado rojo en las orillas. Ahora que lo pienso, debió ser muy formal para simplemente ir a la cafetería, pero en su momento no lo pensé demasiado. Usé unas botas negras, y me perfumé con una esencia de camelias, las mismas flores que brotaron de mi garganta años atrás. Para mí usar ese perfume era como una burla hacia mí mismo, un constante recuerdo de que debo ser más valiente.
Años antes tuve una relación, estuve tan angustiado, por la falta de correspondencia a mis sentimientos, que brotaban camelias blancas enteras de mi boca, cubiertas de sangre, raspando y rompiendo mi garganta, llenando de pétalos mis pulmones. Lucieron terriblemente hermosas, la blancura de las flores embarradas de espesa sangre llenaban cubetas y cubetas en el cuarto donde me estuve internado. Pude haber muerto en muchas ocasiones, pero me negué a someterme a una cirugía. Si hubiese sido más atrevido, nos habría ahorrado dolor, a Lilith, y también a mí mismo. Solo fue a punto de morir que ambos reconocimos nuestros sentimientos. Ella estaba postrada ante mi cama, ocultaba también el aroma de sus propias flores, entonces se lo confesé y ella me besó. Empezamos una relación poco después de recuperarnos del hanahaki. Las cosas parecían ir bien entre ambos, como es toda sana relación en un inicio. Íbamos a citas, salíamos juntos a cualquier parte, incluso al supermercado. Compartimos nuestras aficiones; ella cantaba con su hermosa voz mientras yo tocaba el violín para acompañarla. Vivimos juntos como una pareja recién casada. Todo fue como en los cuentos de hadas, vivir felices por siempre, pero no todo es cómo como en las películas. Un tiempo después, cuando desaparecieron las flores de ambos, la magia se perdió. Vivimos como dos extraños bajo el mismo techo, cada uno con su rumbo, cada uno con su vida, pero sin dolor, como si fuese algo predestinado a suceder. Ambos comprendimos que era mejor no seguir y rompimos después de un año. Las flores no regresaron, Lilith tampoco volvió, pero estuve bien, hasta que conocí a Al.
Terminé de arreglarme, salí entusiasta de mi departamento y caminé derecho por la cuadra para doblar en la esquina, justo para llegar a la cafetería. Era un lugar pequeño y acogedor, elegante, con una estética tipo rococó, tradicional y de paredes blancas. El lugar siempre fue tranquilo, con música clásica y comida deliciosa; sin embargo, ese día no hubo mesas disponibles para sentarme solo, la mayoría estaba llena de parejas empalagosas; así que me senté en la barra. Ordené una omelette rellena de queso, bañada en crema de calabaza, acompañada con pan tostado, un plato de frutas con yogur y granola, junto con un café americano, en definitiva, perfecto. Mientras desayuné, pensé una de mis canciones favoritas: Cien años (Interpretada por Pedro Infante, 1953) estuve tan centrado en mi mundo que no me di cuenta. Para ese momento, Alastor estuvo sentado al lado mío. Aquel día no presté mucha atención a su vestimenta, apenas recuerdo que tenía un saco rojo, pero lo que no pude olvidar fueron sus ojos cafés oscuros.
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Dueto de Flores || Appleradio AU Hanahaki
FanficAlastor y Lucifer son un dúo de cantautores que buscan una oportunidad para triunfar en la música. Un día, la señorita Charlie A&R de Vees Producciones los encuentra y les da la oportunidad de firmar un contrato con la disquera. Sin darse cuenta...