Capítulo 24.

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—Espero que sepas lo que haces.

Sofía no respondió a las palabras de Marcela, que la miraba desde la puerta de su habitación. Siguió mirando a través del cristal de su ventana y suspiró. Su madre no tenía idea de todo lo que pasaba por su mente, de todo el colapso que sufría su cuerpo de solo pensar en Jazmín.

Habían pasado dos días y ella necesitaba volver a vivirla, volver a tenerla, darle un poco más de ella y rogarle para que le fuera dando un lugar en su corazón, ese era su objetivo, meterse en las entrañas de la abogada, hasta que fuera solo de ella. Estaba siendo egoísta y lo sabía, pero no había mejor manera de hacer las cosas y más cuando sus propios sentimientos estaban en juego. Porque ella, a pesar de su edad y de su poca experiencia en asuntos de parejas, estaba completamente segura, de que los ojos de Jazmín expresaban algo más que deseo sexual.

Marcela continuaba mirándola desde la puerta y no dudó en entrar y sentarse al lado de su hija. Sofía puso la mirada en su madre y sonrió con agradecimiento.

—Cariño, no me voy a involucrar. Ya has cumplido la mayoría de edad y espero que tengas conocimiento de lo que haces.

—No hago nada malo, mamá.

—Lo sé, pero Jazmín es mi jefa y también amiga. La diferencia de edad no te la menciono, porque no creo en esas tonterías, pero si me preocupan tus sentimientos.

—Mis sentimientos están bien, no te preocupes.

—Jazmín es una mujer vivida, con mucha, demasiada experiencia diría yo.

—¿Y eso es un problema?

—No cariño, el problema sería si te enamoraras de ella.

—¿Y si es ella la que se enamora de mí?

Marcela hace silencio, no había pensado en esa parte, tal vez el hecho de que Sofía es su hija, la llevó a pensar y a preocuparse solo por ella. Y Sofía tiene toda la razón, también existe la posibilidad de que Jazmín tenga sentimientos por ella.

—Tienes razón, no sé ni porque me preocupo. Solo te pido que te cuides por favor. Jazmín es buena persona, pero no por ello deja de tener defectos. Es una mujer muy inteligente que actualmente está dolida por la muerte de su hija. Es cuidadosa, pero persuasiva, te puede enredar con solo mirarte.

—Ya nos acostamos.

—Eso lo supe desde que entraste por la puerta hace dos días, Jazmín deja huellas, es una mujer a la que le gusta lo intenso.

—Sabes mucho de ella, mamá —Sofía frunce el ceño.

—Llevamos trabajando juntas hace muchos años, cariño y somos amigas muy cercanas y conocemos muchas cosas la una de la otra, lo pudiste ver el otro día en casa cuando me acompañó. Es una mujer muy intensa y espero abras tu mente, porque no sé si estás preparada para todo lo que te puede dar alguien como ella.

—¿Hablas de sexo?

—Si y de lo que no es sexo, también. Eso sí, nunca permitas que vaya más allá de lo permitido.

—¿Y si me gusta?

Marcela mira a su hija y sonríe, no entiende ni para que tiene esta conversación con ella, si sabe que la pequeña rubia es más conocedora de esos temas que muchas personas en este planeta.

—Cambiemos de tema entonces.

Sofía sonríe y aprieta la mano de su madre indicándole que todo está bien.

—En un mes es tu cumpleaños y no quiero quejas ni escusas. Este año se celebra por todo lo alto.

—Sofía, no quiero la casa llena de gente extraña.

—Seremos pocos, no te preocupes. Déjalo todo en mis manos y verás la sorpresa que te tendré. Será un día estupendo, para ti y para todos.

—Miedo me das con esa cara que has puesto.

—Cosas de jóvenes.

—Me acabas de llamar vieja.

Ambas sonríen. Marcela la mira, niega con la cabeza y la abraza.

—¿Has hablado con ella? —pregunta Sofía entre los brazos de su madre.

—No, hace dos días que no la veo. Tiene un juicio complicado y está que no sale de ese entorno.

—¿Es buena?

—Una de las mejores.

—¿Te preocupa que me haga daño?

—Ella sería incapaz de hacerte algo que tú no quieras —Sofía busca la mirada de su madre.

—¿Y si lo hiciera? —pregunta con cautela la joven.

—No sabría cuál sería mi reacción, cariño, eres lo más importante en este mundo para mí y eso Jazmín lo sabe muy bien. ¿Te ha hecho algo?

—No, no, para nada, ella es una mujer muy respetuosa. Hasta ahora no me hecho nada fuera de lo normal. Pero

—Pero, ¿qué?

—Es una mujer muy fogosa, mamá. Cuando me tiene es como si no quisiera soltarme nunca.

—Le gustas, pequeña, mucho.

—¿Y si no estoy a la altura?

—Ya lo estás cariño. Para que una mujer como Jazmín se involucre contigo, tienes que tener algo que le atraiga mucho, y tú, tienes todo lo que le gusta a ella.

—Un poco más y la tengo completamente para mí.

—Eso es ser egoísta.

—¿Quién no lo sería con alguien como ella?

Bajo el dominio de una violación. (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora