Capítulo 11.

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Una catarsis arrolladora de emociones es lo que siente Jazmín al abrir la puerta que da acceso a su oficina y observar aquel espacio tranquilo e impoluto, haber sido invadido por un ramo de flores que se muestra tan sencillo como amenazante. La abogada se acerca cautelosa como si se tratara de una bomba nuclear que pudiera explotar solo con percibir su acelerada respiración. Pétalos pequeños, grandes, de diferentes colores adornando tan apreciada delicadeza, la hacen sonreír, juraría que la persona que se atrevió a hacer el envío, desconoce de sus gustos florales, por lo cual mezcló unas cuantas especies para no fallar y tratar de quedar bien. De ser cierto sus pensamientos, dicha persona logró su objetivo, porque entre tantos colores y variedades, se encuentra su favorita, un gladiolo rojo goza de plenitud y para ella, roba el protagonismo por encima de todas las demás flores.

La delicadeza de estas flores no contrasta con las ganas arrolladoras que tiene mi cuerpo de sentir o experimentar lo que eres o serás capaz de hacer con esa bendita y jugosa boca que posees.

Jazmín se arrepiente al instante de leer, haber cogido la nota adherida a una de las ramas decorativas del ramo de flores, ya no tan delicado a sus ojos. Observa la letra distorsiona, claramente inventada para evitar ser reconocida y bufa estupefacta. ¿Quién sería capaz de escribir algo así y mantenerse en anonimato? Solo un cobarde se atrevería a hacer algo así, no tiene la menor duda de ello. La rabia en su interior crece al preguntar a la secretaria y esta dar las razones obvias, ella solo las recogió cuando se la entregaron en recepción.

Jazmín se resigna y pone el ramo de flores en un jarrón que le ha facilitado la joven morena que lleva más de cinco años trabajando para ella, Begoña es lo más preciado que ha tenido como secretaria y por ello ha depositado toda su confianza en ella.

Cansada de leer y clasificar casos resueltos y otros que están por resolver, Jazmín se pone de pie y se dirige a la oficina donde debería estar Marcela, pero que, gracias a unas merecidas vacaciones no está. En aquel bufete, solo trabajan ella, Marce y dos abogadas más, siendo suficientes buenas para sobresalir y haberse ganado el respeto entre tantos grupos de lobos dispuestos a cortar cabezas con tal de ganarse un digno puesto frente a los más grandes estrados. Jazmín era conocida como la más frías de todas y eso se debía al hecho que no sonreía cuando ganaba, si no que se empeñaba en volver a ganar, pisotear a las injusticias era su meta en cada caso presentado y hasta ese momento no había fallado en ninguno. No había juego en lo que hacía y tenía la experiencia suficiente para no dejarse avasallar como siempre lo hacia ella, frente a los demás.

La oficina de Marcela no es diferente de la suya, solo que, la de la rubia tiene un toque más familiar y esto se debe a que hay varias fotos donde aparecen madre e hijas abrazadas, haciendo que el ambiente sea más acogedor, más vivible, más pasadero a la hora de pasarse días enteros en agobiantes reuniones. Sus días serían más fáciles si aquella noche, bajo los efectos de la droga, ella no hubiera cometido ese crimen. Pero ya era un hecho, y no quedaba de otra que hacerle frente y llorar en silencio como lo venía haciendo desde que supo que Sofía es esa joven de la cual no se ha podido olvidar. Observa por varios minutos esos perfectos rostros y sale lo más rápido posible de allí, su mente está al colapsar y estar mirando la fotografía duplica la sensación de ahogo emocional que no ha podido, ni podrá superar.

El paso de los días parece eterno para Jazmín y desea que estos se esfumen rápidamente para que su abogada favorita haga acto de presencia, necesita un desahogo entre esas cuatros paredes o se volverá loca sin tener a alguien con quien hacer la terapia de risa que suelen hacer por varios minutos entre todos los compañeros. Pensar en Marcela es refrescante, esa mujer ejerce una fuerza gravitacional que pone en orden todos sus naufragios y la hace renacer entre las penumbras de las sombras, ni Marga con tantos años de amistad ha llegado a tanto y por ello es que sus noches son intensamente dolorosas porque es consciente que ya no puede mirar a esa gran fémina como lo hacía antes, con devoción y respeto.

La ojiverde camina distraída y al percatarse, se encuentra, nuevamente, frente a la puerta del despacho de la rubia abogada. Sonríe y sin pensarlo mucho, porque sabe que si lo hace no lo hará, entra a la oficina. Observa los retratos y no duda en tomar en sus manos el que le parece más bonito. Muerde su labio inferior al perderse en aquella sonrisa juvenil e inocente y niega con la cabeza, su corazón le avisa que no está preparado para más cicatrices, que, con la muerte de Alexia en suficiente, pero el cerebro es traicionero y pone sus neuronas revolucionadas y manda señales por todo su cuerpo hasta centrarlas en un solo sitio, la parte baja de su vientre. ¿Realmente esta joven será tan inocente?.

Da un respingo al sentir una respiración detrás de ella.

—No solo abandonas mi casa como una demente hace quince días, tampoco contestas mis llamadas, jurgas entre mis cosas sin mí autorización. Conozco muchas leyes, cariño.

Jazmín coloca la foto en su sitio y se voltea para recibir a Marcela que sonríe con honestidad.

—Bienvenida sea usted, abogada.

—Eres increíble, Jazmín, ya me explicarás por qué no has contestado mis llamadas —Marcela la rodea y va hasta su puesto detrás del escritorio.

—Estabas de descanso, no de recepcionista, Marce.

—Lo sé cariño, pero no es justificación suficiente para ignorar mis llamadas.

—Lo siento, te prometo no volverá a suceder.

—Pues eso espero. Cuéntame, ¿cómo ha estado el movimiento por aquí?

—Pues nada nuevo, hasta ahora nada interesante, aparecí y los casos engorrosos desaparecen.

—Loa letrados te tienen miedo.

—Ya quisieran ellos que sea yo la que siempre me ponga en frente de ellos a patearles el culo a los demás abogados, eso les ahorrarías trabajo.

Jazmín lleva su mirada hasta los retratos y Marcela sonríe con interés.

—Tu hija es hermosa.

—Lo sé, y espero que mis amistades la protejan tanto como lo hago yo.

—¿Por qué lo dices?

—Ya viste la dependienta el otro día, ¿qué pasará cuando se tropiece con una persona de esas que no aceptan un no como respuesta?

Jazmín observa la fotografía luego a la abogada.

—Joder, tienes razón.

Marcela mira a su amiga y sonríe con pesar, una mujer de su edad y con su experiencia sabe que algo no está bien con Jazmín y no es nada relacionado con la muerte de su hija. La forma en que su jefa observa la foto, es detallable y cuestionable, pero no quiere sacar conclusiones precipitadas, de eso se encargará la vida, ella solo estará para poner los ladrillos en la construcción que le perezca más duradera.

—Si, joder. No quiero imaginar que mi pequeña tanga que pasar por algo así —Jazmín pone su atención en Marcela que la mira fijamente y un poco intimidante—. Sabes que la mayoría de los casos que llevo es sobre eso, maltratos a la mujer y violaciones de todo tipo. Créeme, Jaz, es bastante difícil como madre de una belleza como Sofía, pensar en ello y saber que no voy a estar preparada para enfrentar algo así, las secuelas son horribles.

Jazmín pellizca su labio inferior con los dedos y siente que su mano tiembla ante las palabras de Marcela, y no son las palabras, si no la mirada de esa leona que podría por su hija, hasta dar su vida.

—No pasará por algo así —dice la ojinegra poniéndose pie—, además no estás sola.

Dos minutos después, Jazmín se encierra en el baño de su oficina y corre hacia el váter. Su rostro es invadido por centenares de lágrimas en lo que vomita todo lo que había podido desayunar. Todo está mal, todas las piezas están buscando un lugar que no es el suyo. Cada vez que piensa en Sofía todo lo mundo se tambalea, toda su alma se quiebra y siente que está demás en este mundo, que no debería estar sonriendo, ni alimentándose, ni soñando y mucho menos viviendo.

—Jaz, ¿estás bien? —la voz de Marcela la sorprende y sabe que está jodida, muy jodida.

Abre la puerta del baño y su amiga rubia la recibe entre sus brazos, dándole un resguardo que Jazmín sabe que no será eterno. Llora sin consuelo, bajo un manto de dependencia que le da la abogada al no hacer ninguna pregunta. Llora por su huida y porque sabe que tarde o temprano, se tendrá que enfrentar a las consecuencias de sus actos y no sabe si podrá soportarlo.

Bajo el dominio de una violación. (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora