Marcela observa a su hija por largos minutos, minutos que pesan sobre su conciencia, porque los hechos que marcaron la vida de su hija, son los mismos por los que podría caer en un abismo, la que era, hasta esa noche, su mejor amiga. El equilibrio entre la fragilidad y la constancia eterna del dolor, puede ser inmortal ante la veracidad de hechos tan catastróficos, como son las violaciones. Marcela lo tiene claro, sabe que Jazmín debe de pagar, y aunque su conciencia le exige otra cosa, la razón le ordena que deje todo sobre las bases creadas de la justicia. Como abogada sabe que poco tiene que hacer ante una declaración que escucharon decenas de personas, que la única que puede hacer algo es su hija, y ella, solo estará para la decisión que tome su semilla más preciada.
Sofía apenas hace contacto visual con su madre. La quemazón que abordó su interior, desde que la policía se llevó a Jazmín, es tan potente, que apenas puede respirar. Se odia, porque en vez de sentirse aliviada, siente que se desfallece, que sus latidos se duplican multiplicando su dolor, su angustia, su error.
—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que sucedió, eso, Sofía? —Marcela no se atreve ni a pronunciar la palabra. Sofía baja la cabeza y su madre se pone de pie acercándose a ella— Mírame, Sofía.
—Más de tres meses —titubea la joven.
—¿Más de tres meses?
—Si.
La abogada pasa una mano por su cabello y suelta un gemido de frustración y dolor. Imaginar a Jazmín sometiendo a su hija, la pone enferma de la rabia, de impotencia, de venganza. Ellas de dedican a defender a este tipo de víctima, ¿Por qué Jazmín tuvo que hacer algo así? Siente que la garganta se le cierra y traga saliva para aliviar el malestar. El tiempo vivido con su hija es demasiado corto para forjar la confianza necesaria para que Sofía le contara sobre lo sucedido y se siente tan culpable de ello, que apenas puede mirarla con la fortaleza necesaria. Por lo que saca a relucir el papel de abogada y se prepara para presentar el de madre de ser necesario.
—¿Alguien más lo sabía antes de hoy?
Sofía levanta la mirada y sube los hombros como respuesta.
—Perdóname mamá —llora la joven y Marcela se acerca a ella y la envuelve en sus brazos.
—No hay nada que perdonar, pequeña, eres tú la víctima en todo esto —Marcela suspira—. Es un tema muy delicado, cariño. No dudo que Jazmín y cualquier persona que haga una cosa así, merezca recibir todo el peso de la ley y voy a luchar por que así sea. Lo que no me queda clara, es por qué esperaste a que pasara mucho tiempo.
—No supe cómo hacerlo. Me daba miedo hablar del tema y me fui refugiando en él. Reconocí a Jaz desde que nos reunimos en el centro comercial y fue inevitable para mí, no sentir ganas de venganza.
—Te involucraste con ella, supiste que no le fuiste indiferente y te aprovechaste de eso. No pensaste en las consecuencias, es su dolencia de haber perdido una hija hace poco tiempo. No pensaste en todos los que estamos involucrados, en las vivencias que nos relaciona. Y por encima de ello, no pensaste en sus sentimientos y por lo que veo tampoco en los tuyos —Sofía baja el rostro—, ¿hablaron del tema?
—Si.
—¿Se atrevió a tocarte sin consentimiento luego de esa vez?
—No.
—¿Le hiciste pensar que estabas bien? ¿Qué lo tenías superado?
—Si. Parte de todo esto es mi culpa, mamá. Jaz siempre pensó en ti antes que, en mí, en todo el daño que te causaría si te enterabas que estaba involucrada conmigo. Soy muy lanzada mamá y Jazmín me miraba como le gustaría a cualquier mujer que la mirasen, con admiración y respeto. No estoy orgullosa por lo que hice, pero no lo pude evitar.
—A Jazmín le caerán por lo menos doce años de cárcel, o más si en esa fecha aún eras menor de edad. En este caso tengo que pensar como madre y como abogada. Así que, si ese era tu objetivo, acabar con ella y hacerla pagar, lo lograste, y no sé que decirte al respecto, porque te veo muy afectada.
—Doce años es mucho —susurra la joven un poco aturdida.
—¿Qué pensaste? ¿Qué sería solo una multa? Es lo que corresponde, pequeña. Espero que ya estés tranquila y satisfecha. Otra cosa, estoy muy clara que Marga y Bianka sabían sobre este tema, por lo que te pido que te mantengas alejadas de ellas por un tiempo.
—No sé mamá, ¿por qué?
—Son más cercanas a Jazmín que a mí. De ahora en adelante la que se ocupará de todo, soy yo. Jazmín pagará por todo el daño que te hizo —Marcela observa la reacción de su hija— y espero que estes en paz.
—Entonces, ¿Por qué no puedo respirar?
—Lo que me temía —susurra la abogada y abraza a su hija.
—Siento que duele mucho. Lo que sucedió con Jaz fue caótico. Soy lanzada, si, quería hacerle mal, pero yo tampoco pude evitar prendarme de su belleza. Ella es, no sé, no lo puedo expresar, tiene una magnitud que me desborda, que me llenaba. Pero, cuando la veía sonreír, sabiendo lo que había hecho, sentía que no lo merecía, ella no merecía ser feliz y menos al lado mío. Supongo que pudo más mi rencor y rabia hacia ella, que todo lo que siento, pero no esperaba que doliera tanto, y no estoy preparada para verla llorar, mamá.
—Llora pequeña, te hará bien. ¿Ella sabía que tú la reconociste?
—Si.
Marcela se separa de Sofía y la mira.
—¿Por qué lo hiciste, pequeña?
—Porque me gustó, mamá. Me gustó lo que me hizo esa noche. Su olor, su sometimiento. Que me abrazara, que me protegiera las veces que lloré con ella. Me gustó como me besaba, delicada y llena de furia a veces. Me gustó tanto como mujer que me asusté y quise hacerle daño. Jaz sufría luego de que teníamos algún encuentro sexual y se odiaba cada vez que me ponía una mano encima, pero no lo podía evitar, ni yo tampoco.
—Esto será más complicado de lo que pensaba —susurra Marcela.
—¿Por qué, mamá?
—Porque se le hará daño a la mujer de la cual estás enamorada.
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Bajo el dominio de una violación. (borrador)
RomanceUna abogada impecable, hasta que la trágica muerte de su hija le favorece a la hora de crear y provocar actos que no son aceptados por la sociedad. Una menor de edad es víctima de una violación y prefiere mantenerlo oculto y hacer justicia con sus...