11. PAST LIVES

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Febrero, 2020

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Febrero, 2020

París, Francia

El aeropuerto de París estaba abarrotado de gente como era usual en una ciudad como aquella, es por ese motivo que Alexandra se encontraba batallando entre todas las personas para poder llegar hasta la puerta correcta, rogando para no perderse entre el mar de gente.

El vuelo de Barcelona a París había aterrizado hace poco, sabía que su madre aparecería pronto. Podía sentir su corazón acelerarse al pensar en que por fin vería a su madre luego de un agotador final de semestre.

Llevaba semanas contando los días para sus anheladas vacaciones de invierno y poder recibir a su madre en París, siendo la primera vez que la veía en lo que iba del año tras pasar su cumpleaños en Barcelona en una visita fugaz y a su vez la primera vez desde que llego a la ciudad que su madre se atrevía a volver a Francia. Finalmente había llegado el día donde podía disfrutar junto a su madre sin presiones, sin estrés, solo su madre y ella.

No podía esperar a mostrarle todo siendo su primera visita a la ciudad, Alexandra quería mostrarle que Francia no era tan malo y que vivía bien, no iba morir de hambre ni nada por el estilo como ella solía pensar.

—¡Mamá! —gritó apenas pudo visualizar a Marina Lemaire caminar con sus maletas mirando en todas direcciones en busca de la dueña de aquella voz, a lo que Alexandra no dudo en volver a llamarle, logrando conectar sus miradas sacándole una sonrisa.

—¡Cariño! ¡Oh, mírate, qué hermosa estás! ¿Acaso creciste?

—Sigo igual que en diciembre, má. Te extrañe, por cierto.

—Yo también, cielo —dijo Marina con una sonrisa pellizcando las mejillas a su hija que no tardó en quejarse.

—Vamos, te llevaré a tu hotel, tenemos muchas cosas que hacer estas semanas.

—¿Ordenar tu propio piso como la mujer adulta que eres para recibir a tu madre no es parte de esos planes, verdad? —dijo la castaña mayor regañándola.

—Oh vamos, má, tu no quieres ver el desastre que tengo ahí, y yo tampoco. Prometo ordenar luego ¿Si? Además amas el Ritz —dijo la castaña en tono inocente a lo que su madre solo bufó rendida. Su hija jamás cambiaría.

—Vamos al hotel entonces, cielo.

El frío de París en esas fechas era un asunto serio, así que tras terminar de acomodarse en el hotel el primer plan por supuesto incluía visitar una cafetería y pasar toda la tarde entre croissants, macarons y variedades de café poniéndose al día sobre cada cosa.

—¿Entonces no hay ningún chico? ¿Qué pasó con...Thomas?

—No, mamá, no lo hay. Y su nombre era Finneas, Thomas fue antes, pero ninguno funcionó —dijo la castaña sin poder evitar reír ante la decepción en el rostro de su madre por la falta de romance en su vida.

Controverse | Sebastian VettelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora