❝Entonces...¿Voy a ser algo así como tu controversial novia joven?❞
❝Por Dios, no lo digas así❞
En donde Alexandra y Sebastian no tienen absolutamente nada en común, salvo que son la persona correcta, en el momento incorrecto, o eso creen ambos.
O e...
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Sebastian estaba acostumbrado a ganar, pero, más allá de eso, estaba acostumbrado a esforzarse y dar lo máximo de sí por conseguir lo que quería, y durante años aquello le dio resultados, fue de esa manera que llegó a la Fórmula 1 en primer lugar, fue de esa manera que llegaron sus 4 campeonatos y no los cambiaría por nada. Sin embargo, su etapa en Ferrari había sido una montaña rusa de momentos muy buenos y muy malos, donde incluso esforzándose al máximo, no era capaz de ganar, incluso dando todo de si, había otros mejores.
¿Qué queda cuando aun dando lo mejor de ti, siempre habrá alguien que te supere? Durante el transcurso de la última temporada Sebastian durante meses creyó que todo estaba perdido y se había hecho a la idea de que las victoria estaba fuera de su alcance, que se escapaba de sus posibilidades sin importar cuánto se esforzara.
Debía ser una jodida broma que justo cuando había comenzado a aceptarlo, el podio se volviera una posibilidad real tras haber obtenido la pole position, cosa que aun habiendo pasado unas cuantas horas, no terminaba de creer.
Se encontraba en su cuarto desde hacía horas, tratando de ignorar el bullicio del exterior provocado por los mismos aficionados que se abarrotaban a las afueras del hotel, mientras jugueteaba con el brazalete en su muñeca.
Un accesorio que no acostumbraba a llevar pero le causaba cierta ternura debido a de quien provenía.
Soltó un suspiro al notar a través de su ventana que el atardecer comenzaba a hacerse presente. Se suponía que pasaría la tarde durmiendo y reponiendo energías (o eso le explico a Britta y Alexandra) y lo cierto es que llevaba al menos 3 horas observando el techo.
Odiaba no poder dormir, odiaba que su mente funcionara más rápido de lo que era capaz de procesar y odiaba tener demasiados pensamientos mezclados cada vez que la pequeña castaña se le venía a la mente.
Eso era otra cosa que estaba evitando a toda costa, encerrando todos aquellos sentimientos sin resolver en una esquina de su mente con la etiqueta de no tocar.
Preocupación, ansiedad, nervios y quien sabe cuantas emociones más estaban consumiendo su mente cuando hace tan solo unas horas estaba feliz, sin mayores preocupaciones más que la euforia de haber obtenido su mejor resultado, todo eso hasta que luego estuvo a solas junto a sus pensamientos y todo se había jodido.
Y para peor lo único que parecía calmar aquello era aquel accesorio con el nombre de la castaña inscrito en el. Pero luego se lamentaba al notar que ella estaba peligrosamente más tiempo en su mente de lo que desearía.
Con el sol oculto decidió que había pasado demasiado tiempo a solas y que no estaba haciéndole ningún bien como creyó en un inicio.
El restaurante del hotel fue su destino tras decidir que no necesitaba lidiar con aficionados en ese momento, solo cenar algo y al menos así, ir a dormir con el estómago lleno.
Encontrar a su antiguo compañero de equipo bebiendo a solas en la zona del bar no era lo que había esperado.
Ni siquiera sabía que se hospedaban en el mismo hotel.
