Capítulo | 13

575 22 2
                                    

He citado a Isaías en un restaurante exclusivo en donde generalmente tocan el piano, el violín y el arpa, muy pocas personas acuden en el horario acordado.

No di una explicación del porqué de la cita, aunque en la llamada se escuchaba entusiasmado, tremendo hijo de perra no sabe lo que le espera.

Traigo puesto un vestido largo y negro de tela satinada, el escote es en forma de corazón, la parte de la blusa es de un estilo corsé y la falda tiene pliegos que dan la ilusión de estar recogidos, lo cual permite que mi pierna derecha sobresalga por una disimulada abertura.

Es coqueto, pero a la vez muy elegante, sobre todo por los guantes que me llegan tantito debajo de los codos, un pequeño moño recoge mi cabello en media coleta y algunas ondas de mi cabello reposan en mis hombros desnudos.

Me aseguro de llegar veinte minutos antes que él, pues quiero pasar por desapercibida y evitar salir en un video publicado en TikTok sobre mi cena romántica con el centrocampista de Tigres.

Con mi cartera en mano y un saco negro cubriéndome los hombros por el aire frío, llego a la recepción del restaurante, buscan mi reservación en su lista y me permiten pasar.

Pareciera que estoy en una pasarela, y, de hecho, algunas miradas se posan en mí, pero intento fingir que no les estoy prestando atención.

Llego hasta una mesa para dos que se encuentra cerca del rincón para tener privacidad, es de hecho una mesa que usan los amantes y los empresarios para evitar miradas ajenas.

Saco mi celular de la cartera y le envío un mensaje a Isaías para decirle que lo estaré esperando. 

Una chica se acerca a mí y me toma por sorpresa. Se acerca con discreción y se sienta en la silla que está frente a mí.

- Lo siento, no he podido evitar acercarme a ti para saludarte.

- ¿Nos conocemos?

- Tú a mí no, pero yo a ti sí.

Enarco una ceja por la sorpresa.

- ¿En qué puedo ayudarte?

- Oh, no es nada realmente. Sólo quiero decirte que amé los diseños de tu colaboración con H&M, realmente amo tus gustos y la manera en que combinas colores y texturas. No son extravagantes ni son prendas que parecen haber sido atacadas con unas tijeras.

Suelto una pequeña risa ante su comentario.

- Pues muchas gracias, querida. Trabajé mucho para obtener esos resultados y me alegra conocer tu opinión. Eres la primera persona que me ha felicitado por ello.

- ¿De verdad?

- Por supuesto. Y no sabes lo bien que me hace escucharlo.

- Pues te mereces todo el éxito, espero que lances tu propia marca o continúes con las colaboraciones.

- Me esforzaré por crear lo mejor para ustedes, tengo en espera unas colaboraciones así que quédate al pendiente de mis redes sociales.

- Así lo haré. Y otra cosita...

- Dime.

- Te he visto entrar y dios santo, ese vestido está diez de diez. Además, se te ve un cuerpazo, tienes que ir nuevamente al club a mostrarnos una rutina, el día que estuviste en el evento no pude asistir.

- Claro, tal vez podamos entrenar en grupo, me la pasé muy bien.

- ¿Puedo tomarme una foto contigo?

- Si, está bien.

La chica se levanta de su silla y se acerca a mi lado para tomar una selfie. Después, le pide a uno de los meseros que de favor nos tome una foto de cuerpo completo a las dos juntas.

- Muchísimas gracias, estás chulísima.

- Gracias a ti, querida. Y, por cierto, esos pendientes son bellísimos.

- Muchas gracias, son Harry Winston.

- ¡Qué bárbara! Se te ven muy bien.

- Gracias. – Me sonríe ampliamente. – Ha sido un gusto conversar contigo. Regresaré a mi mesa porque seguramente estás esperando a Isaías.

Escuchar el nombre de mi novio, casi ex, me hace sentir escalofríos, pero como ella está frente a mí debo fingir una sonrisa.

- Si, cuídate, ¿cómo dices que te llamas?

- Paola.

- Oh, lindo nombre. Cuídate, Paola, besos.

Grandísimo hijo de perra trae puesto un traje negro que se le ve exquisito. Creo que me conoce demasiado bien y por eso me intenta provocar con ese traje.

- Te ves bellísima. – En sus ojos puedo apreciar un brillo que creía extinto.

- Gracias.

- ¿Ordenamos?

- De acuerdo.

Lo que normalmente sucede, traen la carta, ordenamos y esta vez comemos en silencio. En su mano sujeta una copa con vino francés y afloja un poco su corbata.

- Tengo algo que decirte.

- Yo también. – Respondo con firmeza.

- Entonces habla tú primero.

- No, esta vez quiero que empieces tú.

Sonríe de forma nerviosa.

- De acuerdo.

Lo miro expectante.

- Firmaré contrato de dos años con el Barcelona.

Mi corazón se rompe en mil pedazos, pero no porque dejaré de verlo, sino por la ilusión que a él le provoca llegar a la liga europea.

Y lo que es peor, por el hecho de que ambos lo soñamos, no había día que le recordara lo mucho que se debía esforzar para cumplir sus sueños. Y ahora es el momento crucial para que cada uno de ellos se cumplan y yo, bueno, yo no estaré a su lado.

Me sorprende la rapidez con que mi cabeza comienza a decirme: sólo has sido la mujer del proceso.

Me duele saber que no podré acompañarlo en este sueño hecho realidad, tal vez yo no haya sido la que se desgastaba en los entrenamientos y partidos, pero todo el apoyo moral que le di implicaba demasiado, incluso dejaba de lado algunos asuntos míos.

Ser novia de un futbolista profesional no es nada fácil, debes aprender a escucharlo y comprenderlo, brindarle palabras de aliento, acompañarlo en sus partidos, tienes que saber que tendrá momentos malos y ahí te tocará dar el cien en la relación.

He estado a su lado desde antes de haber debutado en la primera división con Tigres, era un canterano cuando lo conocí en un partido al que asistí por acompañar a mi primo.

Y lo he estado apoyando desde entonces, alentándolo a seguir a pesar de que no siempre es fácil, lo he cuidado cuando se ha lesionado y nunca ha sido por interés, mis padres me lo dieron todo para que no me faltara nada.

Una cosa es la que me ha impulsado a seguir con él en las buenas y en las malas, amor.

Y ahora, es difícil decir adiós. Sobre todo, porque creí que nos casaríamos y yo lo acompañaría en sus partidos, siempre pensé que estaría como Georgina, Antonella o Anna Lewandowska apoyando a sus maridos en una final de Champions.

Pero me equivoqué, porque ahora otra ocupa mi lugar.

Esta vez me tocó perder.

- Ari...

Parpadeo un par de veces para regresar a la conversación.

- Oh, lo siento. Felicidades, es una excelente noticia.

- Pero eso no es todo... - saca su billetera y extrae una llave, - viviremos en una zona exclusiva de Sant Cugat del Vallès.

1. GOLDEN BOY | Jude BellinghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora