Sinopsis:
El deseo puro de dos pequeñas niñas, lleva a Lan Wangji y a Wei Wuxian a encontrarse... El destino de sus almas, está unido, se pertenecen desde antes de nacer, sin embargo, una promesa tras una tragedia, hace que el jade deba esconder su...
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Lan WangJi se sentía morir, a pesar de que él sabía que en algún momento se tendría que despedir de Wei WuXian, no esperaba que el momento llegará tan pronto.
El segundo jade lloraba amargamente en su habitación, cuando alguien llamó a su puerta.
—WangJi, ¿Puedo pasar?— preguntó Lan Huan, asomando la cabeza por la puerta.
—Hermano— sollozó Lan WangJi, al ver a su hermano entrar en el dormitorio.
—Lo sé, pero no llores, ¿Qué tal si mejor disfrutas de los últimos días que tienen para estar juntos?— aconsejó el primer jade, tratando de reconfortar a su hermanito.
—Hermano, quiero hacerlo, pero no quiero que se vaya… además, ¿Cómo quieres que deje de llorar?, ¿Si ni siquiera sé si ahora será expulsado?—
—WangJi, tranquilo, el tío no lo va a expulsar, solo le dará un castigo, así que aún puedes pasar tiempo con él—
—¿De verdad?—
—Mn, hablé con el tío y él ha dicho, que el joven Wei no será expulsado, que solo no podrá ir al viaje de excursión y tendrá que transcribir las reglas como castigo… el tío también dijo, que como a ti no te gustan ese tipo de viajes, serás el encargado de supervisar al joven Wei en nuestra ausencia, así que podrán pasar más tiempo juntos—
—¿Hermano habla en serio?— preguntó el jade, con los ojos llenos de lágrimas y sin poder creer lo que escuchaba.
—Muy en serio—
Al escuchar la respuesta del mayor, Lan WangJi lo abrazó sin previo aviso.
—¿Estás feliz?—
—Mn, mucho— asintió el menor, sin separarse del abrazo.
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Meng Yao se sentía observado, después del percance con Jin GuangShan, el chico se sentía inquieto.
—A-Yao, ¿Estás bien?— preguntó Nie HuaiSang, mientras le entregaba a su amigo una taza de té.
—A-Sang, ¿Podemos volver a tu habitación?, No me siento bien—
—Oh, claro, vamos, he sido descortés, no te he permitido descansar desde que llegaste, seguro estás agotado—
Nie HuaiSang colocó todo de vuelta en la cesta que llevaba, tomó la mano del otro chico y juntos volvieron a su habitación.
Meng Yao soltó un suspiro, al estar en la recámara de su amigo —Por fin paz—
—¿Eh?— cuestionó el Nie, confundido.
—A-Sang, no es nada, es solo que me sentía observado allá afuera—
